Cambio de ciclo, razones que no cambian. Editorial revista nº 10 de RedRoja



"...Una aclaración previa se impone de cara a quienes pudieran extrañarse acerca de dónde hemos venido poniendo el acento en nuestra crítica. Ante la proyección revolucionaria que encerraba la crisis que había estallado en 2008, debíamos separar el tratamiento analítico de las fuerzas del enemigo de siempre (en gran medida conocidas si se parte de un mínimo de conciencia) de aquellas con las que nos encontrábamos en los marcos de movilizaciones y que, por su papel en la canalización electorera y reformista, más han afectado para que la proyección revolucionaria se oscureciera y se (des)integrara en gran medida en el teatro de la politiquería. Por ello, hemos extraído de nuestros análisis pasados una serie de advertencias que muchos actores-comediantes quisieran echar al olvido para mejor avalar sus “saltimbanquismos” venidos y por venir ante ese cambio de ciclo que atisbamos..."
El futuro de la lucha contra los recortes pasa por
impedir cualquier recorte de la memoria de esa lucha.


La consabida “parálisis veraniega” no ha venido mal para hacer del número 10 de nuestra revista algo especial, al menos en lo que al espacio del editorial se refiere. Una parálisis que, en este caso, se solapa con una situación de parón institucional sin precedentes –que está provocando no poca desidia y hartazgo políticos generalizados- y que a su vez coincide con lo que se confirma como un cambio de ciclo en las movilizaciones. En el espacio editorial de este número, además de avanzar una serie de elementos de análisis de la actual coyuntura que se completarán en el próximo Informe Político, iniciamos un recordatorio-balance de cuestiones que hemos apuntado en números anteriores. Lo hacemos conscientes de que la coyuntura que vivimos tiene mucho de bisagra.
Una aclaración previa se impone de cara a quienes pudieran extrañarse acerca de dónde hemos venido poniendo el acento en nuestra crítica. Ante la proyección revolucionaria que encerraba la crisis que había estallado en 2008, debíamos separar el tratamiento analítico de las fuerzas del enemigo de siempre (en gran medida conocidas si se parte de un mínimo de conciencia) de aquellas con las que nos encontrábamos en los marcos de movilizaciones y que, por su papel en la canalización electorera y reformista, más han afectado para que la proyección revolucionaria se oscureciera y se (des)integrara en gran medida en el teatro de la politiquería. Por ello, hemos extraído de nuestros análisis pasados una serie de advertencias que muchos actores-comediantes quisieran echar al olvido para mejor avalar sus “saltimbanquismos” venidos y por venir ante ese cambio de ciclo que atisbamos.
En cualquier caso, son tiempos de balances para afrontar con más madurez propia - tanto nuestra intervención como la construcción organizativa revolucionaria- los previsibles cambios en los marcos populares de movilización y hasta en las expectativas inmediatas (o sea, electorales) de “asalto al cielo”; cambios ante una crisis que, sin embargo, no habrá cambiado tanto salvo para hacerse más crítica. Efectivamente, aunque no estemos en un punto álgido de las movilizaciones, no solo las razones de fondo para estas continúan, sino que se esperan nuevas sacudidas agudizadas por un contexto internacional que no deja de agravarse. En esos escenarios poco halagüeños ninguno de los actores vendrá con los mismos ropajes. Nosotros tampoco. Sabido es que la comedia y la tragedia exigen diferentes atrezzos.
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Por más escenarios nuevos que se nos abran, debemos partir de que persiste la causa inmediata del periodo de movilizaciones de los últimos años más allá del reflujo de estas. Esa causa inmediata reside en la política de recortes en un contexto de profunda crisis capitalista que terminó por estallar dentro del campo de países más avanzados; y que en marcos estatales como el nuestro, se agrava por las brutales exigencias de la construcción imperialista de la UE y el interés de su núcleo duro de alejar el fantasma de una degradación propia a costa de su periferia. Hemos de estudiar qué hay de cierto en eso de la “salida de la crisis” y estar atentos a las medidas que se avecinan, relacionando todo ello con la situación política que padecemos.
Cuando estalla por estos lares la crisis lo hace por una explosión dentro del sector financiero que inmediatamente provoca una exportación de aquella hacia otros sectores económicos y de servicios públicos vía los rescates bancarios. Pues bien, ahora asistimos a un retorno de la crisis al mismo ámbito que la abrió. La crisis capitalista tiene pendiente hacer una “limpieza” aún mucho mayor, complicada y tensa dentro del sector bancario. Si ya en una fase anterior se ha pasado de 60 entidades a 18 (con la práctica desaparición de las cajas de ahorro), ahora lo que se avecina es una pelea de alto nivel entre tiburones financieros; una pelea que, más que antes, se va a dar en el terreno internacional. Sobra banca en el marco de la UE. En la propia prensa económica podemos leer titulares como “La banca rota” o “Demasiados bancos para un mercado que no los sostiene”.
En esa disputa se utiliza el mecanismo de la supervisión bancaria. Los bancos buscan con desesperación liquidez que justifique su propia existencia como “dadores” de créditos. Por tanto, el núcleo duro de la UE no solo presiona para tragarse sectores económicos de países más débiles utilizando las emisiones de deuda (que saben de antemano que no se podrán pagar) como se visualiza más claramente en Grecia. También exige a los gobiernos que no se pasen de déficit y que, aún menos, se utilicen recursos para rescatar entidades bancarias en la misma medida en que se ha hecho antes.
No hay, pues, margen apenas para reformas (mucho menos para volver a “estados de bienestar”). Porque dentro del núcleo dominante del sistema (y con fuertes contradicciones entre ellos) hay una necesidad de conquista de mercados periféricos al tiempo que necesitan alejar en sus propios países la desestabilización social. De ahí el cinismo del Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, diciendo que no se podrá perdonar el déficit a España pero sí a Francia “porque es Francia”. Lo que más importará a los euroimperialistas no es la cercanía ideológica de los gobiernos de los Estados que quieren avasallar, sino la eficacia en la aplicación de la política de conquista en detrimento de sectores patrios, para lo cual hasta les conviene la utilización del discurso de la lucha contra la corrupción, del “soñado modelo nórdico”, etc. que mantienen las “fuerzas del cambio”.
En definitiva, hay un reto de movilización que consiste en dar pasos más decididos en la unión de la “lucha contra la austeridad” –que afecta a amplios sectores populares- con la “lucha antiimperialista” contra la UE y su núcleo duro. Esta particular lucha antiimperialista debe acompañar insoslayablemente al permanente antiimperialismo contra los EEUU y la OTAN, y lo completa. Es importante este asunto para distinguirnos, por ejemplo, de las maniobras demagógicas de Iglesias y lo suyos que quieren retomar la cantinela de la UE como “liberación” de la dominación yanqui.
En ese contexto económico-imperial que tan estrecho margen deja para quien no quiere dejar… ese contexto, en el tablero español está servida la desestabilización política una vez que el bipartidismo ha sido fuertemente cuestionado por unos “cuestionadores” que, en definitiva, están igualmente euro-constreñidos. Todos lo tienen mal para salir airosos. Por eso compiten en “marear la perdiz”. El PP solo no tiene base suficiente -y no da garantías al sistema- para seguir recortando y enfrentar movilizaciones. Máxime cuando eso lo verían dentro del PSOE como una oportunidad para recuperar posiciones de poder (cosa que, por cierto, no disgusta a buena parte del “poder de verdad” ni en clave nacional ni internacional). ¿Acaso el enésimo bandazo de Podemos hacia la “socialdemocracia” no aumenta el margen discursivo del PSOE? Ya no se discute la plaza de este, sino quién la ocupa: si el PSOE que ha traicionado a Pablo Iglesias (primero) o un PSOE (auténtico) que pareciera que el homónimo de aquel se ha fijado refundar. En cualquier caso, entre los de Pedro Sánchez se resisten a apoyar al PP ante el riesgo de que la nebulosa en torno a Podemos los sustituya como oposición.
En realidad, como hemos apuntado, Podemos ha pasado de buscar la centralidad del tablero a ligar su existencia a la centralidad de la oposición. El resultado de las elecciones no ha sido el mejor para Podemos porque, siendo una estructura con mucho de insustancial (tanto de realidad militante como de liderazgo de la calle), los de Iglesias solo podían mantener tanta ambigüedad de discurso y tacticismo ofreciendo a su parroquia resultados victoriosos (o casi) de inmediato. El hecho de asumir que la victoria gubernamental (aunque no lo dijeran) no les convenía hizo que una parte de Podemos optara por recuperar la etiqueta de izquierda para acomodarse como “jefe de la oposición”. Pero quedar en tercera posición, comparativamente mejor que lo que consiguiera IU, resulta mucho más dificultoso de gestionar al interior de toda esa sopa de siglas en torno a Podemos, con tantos acuerdos de “geometría variable” (diciendo una cosa en este territorio y otra en este otro) y muchas subestructuras organizativas queriendo colocarse.
Después de no pocos pasos atrás con respecto al “asalto de los cielos” (basado en aquel “PP y PSOE la misma mierda es”), el éxito había mutado a quedar primero… pero de la oposición. Así, no tendrían que gestionar el austericidio culpando del mismo al PSOE por no haber apoyado que “las fuerzas del cambio” llegasen al gobierno, cuando en realidad Podemos bien sabe que el austericido solo se puede evitar con una estrategia de enfrentamiento frontal con el núcleo que pilota la construcción imperialista europea. Algunos se agarran ilusamente a que esa estrategia de enfrentamiento se oculta en la chistera podemita del tacticismo, cuando lo que de verdad necesita esta formación es tiempo para inocularnos un discurso “socialdemócrata” intrasistema aprovechando la debilidad del PSOE. En realidad, su tacticismo ya es más de cara a la “indignación” de la cual se fecundó que de cara al mismo sistema donde, al fin y al cabo, pidió cita para el parto.
Efectivamente, más allá de intenciones iniciales, el rol de Podemos dentro de las instituciones (el servicio que objetivamente les presta) está lleno de una perversidad inconfesable: cambiar (y despreciar) el discurso radical de la indignación que canalizó y le dio sentido de existencia. Bien al contrario, será tarea de la línea revolucionaria recordar en qué se basó la confianza que le brindaron sectores populares y movilizados; que no era separar la casta del sistema, ni después al PSOE de “la casta”, ni tampoco oponerse solamente al PP en nombre de la lucha contra la corrupción… más última. Estamos obligados, en consecuencia, a seguir oponiéndonos a los criminales recortes incluyendo en ellos los que quieren aplicarnos a nuestra memoria de lucha más cercana.



La guerra contra la historia (I-II) III Paseo por el supermercado de la cultura hegemónica. Por Sara Rosenberg. Recomendado

El objetivo de la cultura hegemónica es convertir cada hecho y cada espacio mínimo en mercancía. Todo puede comprarse, pregonan. El concepto se ha naturalizado y es ya “sentido común”. Sus productos estrella se especializan en denigrar la voluntad y cualquier posibilidad de transformación humana. Cada producto es una bomba contra la historia, contra el derecho mismo a reflexionar, relacionar e imaginar. Y sobre todo es un producto cultural que siempre alimenta el YO y niega el NOSOTROS.

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