'DECLARACIONES QUE APESTAN', por Luis Enrique Ibáñez

"... aunque queramos disimular, nuestro estilo discursivo retrata, siempre, nuestra esencia ideológica... Susana Díaz ni siquiera intenta disimular...

utiliza, sin ambages y con placer, el maldito el idioma del sistema. Se siente cómoda parloteando con él. Demuestra feliz que no se cuestiona absolutamente nada, en un momento en que todo está siendo cuestionado. Ella parece retozar alegre por entre las aguas podridas que  nos están llevando...

eso es lo ustedes están haciendo, señora presidenta, administrar la pobreza bajo la supervisión inhumana de esos grandes bancos y empresas de los que usted tanto presume"

Emilo Botín besa la mano de Susana Díaz

DECLARACIONES QUE APESTAN

A veces, algunas oraciones, cuando ya han pasado algunos segundos después de ser pronunciadas, dejan en el aire un olorcillo áspero, como a tierra quemada, dejan en el entendimiento una desagradable sensación de viscosidad, de pesadez, y terminan provocando en el que las oye, a mí me pasa, un miedo incierto, una sensación siniestra, como cuando alguien llega de noche a un sitio desconocido y descubre que se trata de su propio hogar, de su antigua casa, habitada ahora por los monstruos de siempre, una casa siempre a oscuras, una casa ocupada por la pesadilla.

Dice Susana Díaz: "Los grandes bancos y empresas confían más en Andalucía que en  Rajoy" El sujeto de la oración, los grandes bancos y empresas... empezamos bien, de puta madre, qué alegría. Los términos que entran en comparación, según el criterio de la confianza que conceden los grandes bancos y empresas, son Rajoy, por un lado, y Andalucía, por otro. Podría pensarse que Susana Díaz desea mostrarse humilde, casi anónima, al nombrar a Rajoy y no nombrarse a sí misma, dice "en Andalucía". Pero no se trata de humildad. Con esa sibilina elipsis de su persona, lo que intenta es implicarnos a todos los andaluces en esa orgullosa declaración, que nos sintamos protagonistas, que participemos en su éxito aparente, que comulguemos con sus acciones, que nos postremos como ella ante la voz del diablo. 

Y consigue además un valor añadido. El receptor de la frase establece, de modo inconsciente pero automático, la equivalencia Andalucía = Susana Díaz, puesto que el término lógico de la comparación era su nombre, ya que después va a aparecer el de Rajoy. De esta manera deja preparada, como si nada, la utilización de esa vieja táctica que consiste en vociferar que están insultando a todos los andaluces, a Andalucía, cuando en realidad sólo la están criticando a ella. 

Una estrategia tan antigua como el oficio de la prostitución.

También podría haber dicho, habría sido sido coherente desde el sentido de la lógica comparativa, "... confían más en Andalucía que en España". Pero, claro, este atrevimiento hubiera sido la hostia. Y hasta podría haber sido tildada de ruin separatista, al hablar de Andalucía y de España como de dos conceptos separados, distintos, casi antagónicos. Esto sí habría supuesto un error fatal. Y ella lo sabía. Por tanto eligió la mejor de las opciones, para sus intenciones, claro.

Miedo debería darnos el hecho de que los principales causantes de esta estafa que padecemos, los grandes bancos y empresas, confíen tanto en nosotros. Como miedo y asco da la imagen gozosa de la Presidenta de Andalucía cuando su mano es besada por los labios financieros de Emilio Botín. Recuerda la imagen de la película de Coppola, (Drácula de Bram Stoker, 1992), de esa escena en la que Gary Oldman chupa la sangre de de Winona Ryder, vampiriza a Mina. Esta también parecía gozar. Aunque al menos, el príncipe Dracul hasta parecía arrepentido de lo que acababa de hacer. Emilio Botín no.

Susana Díaz debería decirles todos los andaluces que entre esos grandes bancos y empresas están los mayores defraudadores fiscales de este país, decirles que el 94% del las empresas del Ibex elude impuestos en paraísos fiscales.

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que Emilio Botín, ese señor con el que ella se muestra tan a gusto, tan feliz, ese hombre maduro, atractivo, poderoso, ese señor al que no sólo permite que bese una de sus manos, sino que le acoge, le acerca con la otra, le recibe, le sostiene, casi le acaricia... sostiene con placer inequívoco la mano del banquero, decirles a todos los andaluces que ese señor y su familia fueron acusados de delito fiscal, y que al final, no se sabe bien cómo, no pasó nada, según algunas informaciones Hacienda le otorgó un tiempo precioso para eludir el delito, qué cosas (delito del que tuvimos noticia, en principio, por la prensa extranjera)

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que entre esas grandes empresas hay muchas que mantienen a sus empleados trabajando 8 horas, mientras en los papeles figuran contratos (y salarios) de 4 horas. Y todos los andaluces deberían decirle a Susana Díaz que forzara a los inspectores de trabajo, de Hacienda, para que estuvieran en aquellos lugares en los que en verdad deben estar.

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que esos grandes bancos han obtenido dinero de todos los españoles, que esos grandes bancos obtienen dinero público (vía BCE) a un interés ridículo, y que luego, si quieren, nos lo prestan a nosotros a un interés obsceno (el BCE presta dinero a los bancos al 1%, y ellos al 6%).

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que esos grandes bancos, después de haber recibido ayudas y todo tipo de prebendas, están negando el crédito a pequeñas y medianas empresas y a los ciudadanos en general.

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que en esos grandes bancos y empresas siguen aterrizando, como recompesados por favores inconfesables, numerosos expolíticos que antes de dejar la cosa pública tenían el deber de legislar con decencia sobre las prácticas bancarias y empresariales (Los expolíticos ganan peso en las grandes empresas).

Y hablando de empresas extrañas, ¿cuántas agencias y fundaciones externas están adscritas a la Junta de Andalucía? ¿Quiénes trabajan en ellas? ¿Cómo han obtenido ese empleo?

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que esos grandes bancos siguen, mientras cerramos los ojos y besamos sus pies, desahuciando a miles de familias, provocando suicidios invisibles que no nos deberían dejar dormir.

Susana Díaz debería decirles a todos los andaluces que mientras miles de españoles, y de andaluces, buscan comida en la basura, el dueño de la mano que caza la suya declara que vivimos un momento fantástico, que el dinero está llegando a todas partes. Debería decirles a todos los andaluces que eso significa que España está siendo vendida a precio de saldo.

Se podrá decir que, antes de acabar con los diablos, hay que aprender a convivir con ellos, a negociar con ellos para poder sobrevivir. No lo sé. Yo creo que no. De lo que sí estoy seguro es de que, aunque queramos disimular, nuestro estilo discursivo retrata, siempre, nuestra esencia ideológica, nuestro posicionamiento ético.

Susana Díaz ni siquiera intenta disimular.

Al hablar de los diablos, resulta imposible esquivar el sabio eco de Gil de Biedma,

..Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza
Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres...
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno...
('Apología y petición', Jaime Gil de Biedma)

Y es que eso es lo que ustedes están haciendo, señora presidenta, administrar la pobreza bajo la supervisión inhumana de esos grandes bancos y empresas de los que usted tanto presume.

En la misma entrevista también declaró, muy ufana ella: "Hablo mucho con el Rey y nos está ayudando bastante en el viaje que preparo a Marruecos". Qué campechanos los dos, ¿no? Bendita y amable ayuda la del rey, que lo mismo prepara un viaje a Bostwana, que ayuda a nuestra presidenta a negociar con el reino democrático de Marruecos. El Rey, el que llamaba "mi hermano" Hasan II el anterior monarca de ese país, un país en el que ni se conocían, ni se conocen, los significados de algunas expresiones como libertad, derechos humanos... democracia.

Lo repetimos una vez más, no se puede estar diciendo eternamente que se es de izquierdas y, simultáneamente, ofrecer esa imagen tan risueña, tan feliz, de alguien que parece sentirse perfectamente en un escenario que, no sólo es que sea de derechas, es mucho más: se trata de un escenario que muestra a las claras el gobierno más tirano que podamos imaginar, el gobierno de un gobierno que no puede gobernar, que está gobernado por otras instancias, las indeseables, las que pervierten a su antojo el sentido de palabras, como democracia, representatividad, y participación, palabras que ahora sólo sirven de escaparate, de tapadera, de insoportable coartada para el reino del mal.

Susana Díaz utiliza, sin ambages y con placer, el maldito el idioma del sistema. Se siente cómoda parloteando con él. Demuestra feliz que no se cuestiona absolutamente nada, en un momento en que todo está siendo cuestionado. Ella parece retozar alegre por entre las aguas podridas que  nos están llevando.

La gente de izquierdas no sólo debe ser de izquierdas, además debe parecerlo. Ella ni lo parece, ni lo es.

Por último, y aunque no que tenga nada que ver con la entrevista citada, no entiendo por qué la presidenta no votada de todos los andaluces tiene que mostrarse tan excesivamente sumisa con con el exhibicionista rito católico. Y ahora que caigo, señora presidenta, ¿cómo van sus gestiones para detener el robo de la Mezquita de Córdoba por parte de la Iglesia Católica, esa humilde institución que ya olvidó aquello de que "el que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo... No hagáis extorsión, ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga" (San Lucas 3, 10-18)? Si tiene tiempo (no creo, estará concediendo alguna entrevista a cualquier medio afín), yo le recomendaría la lectura del libro de Antonio Muñoz Molina, 'Todo lo que era sólido'. Lea al menos, aquí se la dejo, la parte dedicada a Los políticos y la religión católica.
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