EL RADICAL BLANCO COMO REVOLUCIONARIO . Julius Lester. (Sentimiento de culpa: ¿Motor de la Solidaridad con los Pueblos Originarios?)

Julius Lester, considerado como el ‘cerebro’ de la Revolución Negra en EE.UU., con su palabra filosa realizó una exacta descripción de la relación radical blanco/radical negro. Si bien el artículo fue escrito hace más de 30 años y allá en el Norte, puede ser trasladado a estas tierras...
EL RADICAL BLANCO COMO REVOLUCIONARIO

Generalmente el radical blanco se ha visto afligido por sobrecogedores sentimientos de culpa en presencia de los negros. Aunque sabiendo racionalmente que nunca ha sido conscientemente un opresor de negros, la culpa existe. Para pagar sus “pecados”, el radical blanco adopta una actitud sicofante que lo lleva a la conclusión de que todo lo negro es bueno y ¡Ay de mí, que no nací negro! El radical blanco llega a sentir que sus acciones no son válidas si los negros no participan de ellas. En esencia, que nada de lo que haga o piense es válido si no lleva el sello negro de aprobación...



Esta actitud es peligrosa para el desarrollo de cuadros revolucionarios no-negros. Cierto es que en este momento el movimiento negro es vital y dinámico y que su energía fue el mayor factor aislado para la creación de un movimiento radical joven no-negro. El hecho más evidente es que los más oprimidos son los negros, de modo que cuando comenzaron a organizarse tenían mucho contra qué luchar y mucho para luchar por. Sus metas eran concretas y sentían al enemigo diariamente en sus vidas.


El movimiento no-negro se inició a partir de un punto diferente. Lo que los negros sentían en las tripas, los blancos lo sentían con la cabeza. Sabían que ciertas cosas eran injustas y empezaron a hablar claro contra estas injusticias. Los negros sabían que ciertas cosas ahogaban sus vidas y comenzaron a luchar por su supervivencia.


Cuando el movimiento de sit-in empezó en 1960, los estudiantes blancos del Norte lo apoyaron enviando telegramas de aliento a los estudiantes negros del Sur y haciendo piquetes en los locales de una cantidad de tiendas en cadena del Norte. En 1961 y 1962 aumentó la participación cuando los blancos empezaron a ir al Sur a trabajar con el Comité Coordinador de Estudiantes No Violentos y con el Congreso de Igualdad Racial. Paralelamente se hicieron manifestaciones en el Norte contra la intervención de los Estados Unidos en Cuba y manifestaciones por la prohibición de las pruebas nucleares. La intervención de los blancos en el Movimiento por los Derechos Civiles llegó a su clímax en 1964 con el proyecto de Verano Mississippi. Luego de lo cual, la atención radical blanca se dirigió a lo de Vietnam donde ha permanecido y crecido.
Los blancos fueron siempre periféricos al Movimiento por los Derechos Civiles, aunque participaron activamente de él. Para muchos sirvió como valioso campo de entrenamiento y les dio oportunidad de poner a prueba su compromiso. Sin embargo, el radical blanco se consideró siempre en relación directa con el radical negro y por lo tanto se sintió pasmado ante los enunciados del Poder Negro y del nacionalismo negro. El resultado fue para el radical blanco una pérdida de orientación.
El movimiento radical negro y el movimiento radical blanco se iniciaron desde diferentes puntos. Necesariamente los negros tenían que organizarse alrededor de su negritud, porque su negritud había sido usada como fuerza opresora contra ellos. Los blancos, por necesidad, no pueden organizarse alrededor de su blancura, porque es su blancura la que se ha utilizado como fuerza de opresión. Éste es el nudo del problema. Los radicales blancos se permiten ser obsecuentes porque se identifican como blancos. Se sienten culpables cuando un negro califica a los blancos de racistas y “honkies” porque ellos se identifican como blancos. Y en la actualidad, un radical blanco no necesita identificarse en base a su color y, en particular, identificarse como blanco.
La palabra “blanco”, según la usan los radicales negros, ha sido mal entendida. Es obvio que ningún hombre es culpable del color de su piel. Es culpable si se identifica con lo que el color de esa piel ha llegado a representar, por ejemplo para los negros: racismo, opresión y explotación. Es esto lo que las palabras “blanquito”, “galletita” y “honkie” combaten. Todo radical blanco que luche contra la opresión, la explotación, y todo lo que “blanco” representa, debe poder gritar “honkie” tan fuerte como cualquier negro.
A causa de la necesidad de identificación racial que tiene el movimiento negro, debe estar separado del movimiento blanco. Así debe ser en esta época y no por ello puede ser causa de desesperación para nadie. Los blancos deben aprender muchas cosas que los negros ya saben; los negros deben aprender muchas cosas que los blancos ya aprendieron. Yendo por caminos separados, los radicales blancos deben llegar al punto en que reaccionen contra el racismo que hay en ellos (porque se criaron aquí), no con culpa y obsecuencia, sino eligiendo no identificarse con el gobierno sino con los oprimidos y desposeídos (cosa que también son ellos, si se dan cuenta). Todo blanco que puede hablar de “mi patria” es automáticamente un enemigo de los negros porque ha elegido identificarse con la opresión, explotación y el racismo. Ésta es “la patria de ellos”; luchamos para hacerla nuestra.
La única identificación que puede tener un radical blanco es con un revolucionario comprometido en la destrucción del actual sistema. Cualquier cosa menos es identificarse con el color de su piel y estar en el campo enemigo. (Vaya a su casa y dígale a su padre “honkie” y vea que liberado se siente usted.)

Julius Lester, 23/12/67.
(Extraído del libro “Notas Revolucionarias”, Ediciones de la Flor, Bs.As., 1970, pág. 57.)


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