En Guerrero el Gobierno ha asesinado a más de
30 normalistas que reclamaban sus derechos educativos. Algunos murieron
en los tiroteos y otros fueron asesinados a posteriori
La
historia no puede repetirse exactamente de la misma forma, existen
muchas variables que cambian permanentemente, sin embargo, la dialéctica
nos enseña que en medio de las variables que cambian en periodos de
tiempo cortos, actúan de manera más profunda y duradera, otras
determinantes; de esta forma, podemos observar en la historia que en un
período determinado, las acciones políticas tienen mucho de parecido y
poco de diferente, dando así la impresión de que en lo general la
historia se repite.
Así mismo, es claro también que nada ocurre por casualidad, cuando
menos un estudioso o analista serio de la realidad social, no puede
partir del supuesto de que un hecho ha ocurrido única ni principalmente
por la fortuna, esto aún y cuando exista una porción azarosa en los
acontecimientos. Es la captación de las tendencias históricas en sus
elementos más constantes lo que nos permite prever, y lo ocurrido en
Iguala con los estudiantes normalistas, es un hecho en el cual confluyen
un sinnúmero de factores que la clase dominante y el Estado mexicano
han venido alimentando en un período mediano de tiempo. [2]
Esta vez, el Estado mexicano ha cosechado la confluencia de dos
trabajos perversos, por un lado, una campaña sistemática de
criminalización de la protesta social, particularmente en los temas de
educación, y por otro lado, el clima de terror y confusión que se ha
promovido, alimentado y auspiciado, alrededor del contrabando, el
narcotráfico y las matanzas cotidianas relacionadas a estos hechos.
Desde hace años, un sinnúmero de organizaciones políticas y sociales
han venido alertando sobre la probabilidad de que el Estado mexicano
utilizara el clima generado por el supuesto combate al narcotráfico, con
la finalidad de reprimir al movimiento social. No es la primera vez que
ocurre, aunque ahora el hecho es particularmente grave.
La contrainsurgencia y confusión como antesala de la represión
La posibilidad de repetir lo esencial de un hecho represivo, consiste
para el Estado, en la habilidad para modificar las variables
superficiales y así presentarlo como “completamente diferente”,
provocando de este modo confusión incluso entre las propias
organizaciones sociales y retrasando su reacción. Lo ocurrido en Iguala
el pasado 24 de septiembre no es esencialmente diferente a lo ocurrido
en la Plaza de las Tres culturas de Tlatelolco en 1968, ni del Halconazo
del 10 de Junio de 1971, tampoco de la masacre de Aguas Blancas en
Guerrero en 1995 ni la de Acteal Chiapas en 1997; estamos ante uno de
los hechos más sangrientos del Estado mexicano en contra de un grupo
organizado simplemente para resistir a ciertas políticas del Estado.
Agrupo así estos hechos, pues en ninguno de ellos, el grupo agredido
es en sí mismo una organización que pretenda con su accionar el
derrocamiento del Estado burgués, tanto los estudiantes del 68 como los
del 71, la comunidad de “las abejas”, como la Organización Campesina de la Sierra del Sur
y los estudiantes normalistas, son simplemente opositores, no son
ejércitos guerrilleros. Su accionar, si bien puede provocarle algunas
heridas al Estado, es evidente que no pueden amenazarlo por sí mismos de
muerte, aún y cuando en cada uno de esos movimientos actúen compañeros
de convicción y acción revolucionaria, lo hacen desde una posición
política en un movimiento amplio que por lo tanto no estaría en posición
de desafiar al aparato represivo de Estado en su conjunto, aún cuando
éste último sí cuenta con la infraestructura y logística suficiente para
desarticularlos por la fuerza.
Si retomamos este tipo de hechos, nos daremos cuenta que en cada uno
de ellos, la primera reacción del Estado mexicano y de los medios de
comunicación escritos y electrónicos varía entre negar la participación
del mismo, así como argumentar que los hechos han sido perpetrados por grupos que salen de su control,
con el consiguiente compromiso de investigar los hechos, promesa que
siempre termina por incumplirse o simularse. ¿Acaso no fue eso lo que
dijeron en Acteal? ¿Acaso no fue eso lo que dijeron después aquel jueves
de corpus en el 71? ¿Acaso en 1968, el Estado no intentó minimizar el
hecho y trató de deslindarse de aquellos civiles con un guante blanco
que actuaban en mancuerna con los militares? ¿En verdad alguien puede
creer ahora que lo de Iguala es sustancialmente diferente?
Según la narrativa de los hechos, en Iguala, al momento de la
agresión, estaban presentes elementos de la policía estatal, estaban
cerca agentes de la policía federal y atestiguaban los acontecimientos
elementos del Ejército Mexicano, unos persiguen, otros se comunican por
radio, otros disparan, unos vestidos de civil, otros uniformados, unos
observan, otros actúan. ¿Acaso no son así los operativos? ¿Es necesario
que sea el elemento uniformado del Ejército mexicano quien dispare para
atribuirle responsabilidad al gobierno federal? Para qué tendría el
soldado que usar su arma cuando los mercenarios pueden bañarse con la
sangre de inocentes mientras el mantiene limpio el uniforme.
El asunto es más preocupante aún, el día de ayer, el procurador de
justicia de Guerrero, agradecía la acción del Ejército y de la Marina
¿Qué pretende con ello? Vivimos momentos muy delicados, la burocracia
política en México está sumamente desgastada y no faltan voces dentro de
la oligarquía quienes de forma más velada o descarada, claman porque
los militares tomen el control del país, contribuyendo simultáneamente
al descrédito de la política y a la acreditación de los métodos
castrenses.
Por un lado, el aparato represivo actúa asesinando inocentes, y por
otro aparece otra parte del mismo como salvador de la situación, un
verdadero teatro en donde el que tira al niño por la ventana es el mismo
que lo rescata, pero que se vale del hecho de que en la memoria aparece
más vivo el recuerdo de la última imagen, produciendo la confusión de
ver al héroe en el villano.
LA CONFUSIÓN EN LA “GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO”
Estamos ante un fenómeno como el que acabamos de mencionar, ha sido
la burguesía y el Estado en México quienes han promovido, solapado y
alimentado el fenómeno del paramilitarismo, del crecimiento de las
mafias de contrabandistas y del matar como forma de ganarse la vida;
pero simultáneamente se valen de dicha situación para presentarse como
héroes que combaten el desorden, la droga y el crimen; ¡Una tremenda farsa!
En los últimos años, México se ha convertido en el país donde se “mata por error”,
pero se mata mucho. Tan solo el año pasado, se cometieron en el país
cerca de veintitrés mil asesinatos, 62 por día en promedio [3]
Supuestamente un porcentaje corresponde a mismos contrabandistas,
delincuentes, sicarios o similares, pero se sabe que un porcentaje
también corresponde a inocentes; muertos que supuestamente murieron por
error, por parecerse a alguien, por estar comiendo en el lugar
equivocado, por cruzar por la carretera equivocada, por enamorarse de la
persona equivocada o por defenderse de una agresión ante las personas
equivocadas. Entre tanta violencia, tanto grupo armado, entre tanta
confusión, se ha acostumbrado a la población mexicana, particularmente
en algunos estados, a no prestarle demasiada atención a los asesinatos o
a considerarlo simplemente como algo normal.
Como siempre, el Estado mexicano argumenta ser la solución y no la
causa del problema, aún cuando es un claro beneficiario de la violencia,
claro, sin estar el proceso exento de contradicciones [4]. Un ejemplo
paradigmático fue la masacre en San Fernando Tamaulipas, en donde un
grupo, presuntamente los Zetas, asesinaron a más de 193
personas, dentro de las cuales predominaban migrantes centroamericanos,
justo en un momento en que el gobierno norteamericano urgía al mexicano
para que controlara (ojo, no que detuviera), el flujo de trabajadores
centroamericanos hacia Estados Unidos. El Estado ha prometido investigar
el caso, pero como siempre ofrece respuestas cortas y claramente
deficientes.
Como vemos México es el país donde el Estado mata por error, o deja
que se maten por error a personas a las que convenientemente prefiere
que no vivan.
La guerra contra los que se oponen al ajuste educativo
Aquí nos encontramos con un elemento que ha sido tan sistemático que
sólo de manera ingenua nos hará ver la masacre de Iguala como una
casualidad. En los últimos años, el Estado mexicano, ayudado por
instrumentos ideológicos como la Iglesia y los medios masivos de
comunicación, han emprendido una campaña en contra de maestros y
estudiantes que se oponen a las políticas educativas de ajuste
neoliberal en México. Desde el movimiento estudiantil del 1999 hasta la
fecha, los medios de comunicación se han empeñado por crear la impresión
en el conjunto de la población con avanzado grado de ignorancia, que un
estudiante rebelde es un delincuente y merece ser castigado.
En los últimos años, desde el noticiero matutino de Televisa, el presentador y vocero de dicho grupo empresarial, Carlos Loret de Mola,
cuenta con una sección especial destinada a promover un clima de
linchamiento en contra del magisterio democrático y de los estudiantes
normalistas ¿Se tratará de una casualidad? Difícilmente un grupo
empresarial tan experimentado en política y comercio, invertirá tanto
dinero en una casualidad.
Pero además las cifras son claras, el siguiente cuadro, nos da una
idea del trato que han recibido los estudiantes normalistas por parte
del Estado mexicano desde el año 2000
Detenciones a normalistas en los últimos 14 años:
Escuela | Año | Cantidad de detenidos |
ENR Luis Villarreal Mexe Hidalgo | 2000 | 272 |
ENR Benito Juárez, Tlaxcala | 2000-2001 | 600 |
ENR Carmén Serdán, Teteles Puebla | 2000 | 362 |
ENR Mactumatzá, Chiapas | 2003 | 207 |
ENR Isidro Burgos, Ayotzinapa Gro. | 200-2011 | 248 |
ENR Vasco de Quiroga, Tiripetío Mich. | 200-2011 | 346 |
ENR Vasco de Quiroga, Tiripetío Michoacán, junto con estudiantes de la Escuela Normal Indígena de Michoacán | 2012 | 120 |
TOTAL | 2195 |
Como vemos, difícilmente será sostenible la versión de que en los
últimos años, el Estado mexicano, por error ha encarcelado a casi 2200
estudiantes normalistas, en operativos donde no sólo se ha detenido a
los mismos, sino también se les ha golpeado, disparado y torturado en
distintas modalidades, incluso, el 12 de diciembre de 2011, dos
estudiantes de Ayotzinapa habían sido asesinados en un operativo.
A estas cifras podríamos agregar los casi 1000 estudiantes detenidos
tras la huelga de la UNAM en 2000, y los 204 detenidos en 2012 tras los
operativos en las Casas del Estudiante “2 de Octubre” “Estudiante
Nicolaita” y “Lucio Cabañas” en Morelia Michoacán el 28 y 29 de abril de
ese año [6] Pero además estas cifras sólo contemplan la represión a
estudiantes en movilizaciones propiamente estudiantiles, por lo que
también podríamos agregar cientos más si contemplamos a los estudiantes
reprimidos en movilizaciones con otro carácter, por ejemplo en los
hechos represivos de Cancún y Guadalajara, durante las protestas
antiglobalización, o bien los estudiantes, heridos, muertos, torturados y
detenidos durante el año 2006 en San Salvador Atenco.
Me parece que no es necesario seguir abundando en el punto, el asunto
es muy claro, la creciente represión contra los opositores,
particularmente estudiantes de origen proletario-campesino, y
particularmente contra los normalistas rurales, es contundente. A estas
alturas no es creíble que el Estado se equivoque tantas veces en su
favor.
La síntesis de la violencia de Estado
Estamos ante un hecho gravísimo, independientemente de la
confirmación de cifras entre desaparecidos y ejecutados, el Estado
mexicano promueve que se prolongue el período de confusión para así
evadir su responsabilidad en los hechos. Por ahora, la postura oficial,
secundada por Televisa y medios afines, es la “teoría de la confusión”, en donde se dice que tal vez los normalistas fueron confundidos con sicarios de un cártel rival [7].
Esta argumentación es una falsedad de la más baja calidad, cualquiera
que viva en Guerrero o en Michoacán, donde el activismo normalista es
muy frecuente, y donde la actividad de los contrabandistas y sicarios es
también cotidiana, puede distinguir perfectamente una cosa de la otra,
estos grupos no son siquiera parecidos. Los normalistas rurales son
inconfundibles, y aún cuando hubiera habido una confusión inicial, esta
se hubiera disipado con facilidad. Los sicarios no llegan con ropa
sencilla y desarmados en autobuses escolares a pedir colectas para ir a
una marcha el dos de octubre a la Ciudad de México.
Además, suponiendo que los sicarios actuaran contra ellos por tener
algo particular en contra de los normalistas ¿Qué podrían tener contra
ellos, que no sea lo mismo que tiene el resto de la burguesía y el
Estado contra el normalismo rural? Es claro que de una forma u otra lo
provocaron, ya sea que desde arriba dieron la orden de actuar así, o
bien que desde arriba generaron las condiciones para que estos grupos se
sintieran en su total libertad de usar su armamento en contra de
quienes el Estado considera sus enemigos, y contra quienes los medios de
comunicación pretenden presentar como enemigos públicos. ¿Será esto lo
que Oscar Naranjo ex director de la Policía Nacional de Colombia vino a
enseñar a México?
Podríamos preguntar ¿Quién hizo esto? Y existen muchos nombres,
algunos más teatrales y otros más reales, fue Enrique Peña Nieto, fue el
PRI, fue Felipe Calderón, fue el PAN, fue Angel Aguirre, fue el PRD,
fue Televisa, fue Emilio Azcárraga, fue Carlos Loret, fue Tv. Azteca,
fueron los Zetas, los Caballeros Templarios, el cártel de Sinaloa,
Tijuana, del Golfo o del Milenio, fue el Ejército, la Policía Federal,
la municipal, la estatal y la privada, fue la burguesía legal y la
ilegal, en pocas palabras, fue El Estado y la clase dominante, pero
también tenemos que reconocer que una parte es culpa de quienes por
desidia, cobardía o lentitud, han dejado a los luchadores sociales solos
a su suerte, permitiendo que esto ocurra.
No, en la historia no hay casualidades y esta tampoco lo es, son los
grandes intereses que gobiernan y dominan nuestro país quienes han
actuado en contra de la juventud rebelde, proletaria y campesina, es
claro que para el Estado mexicano ese es un enemigo a vencer.
A los demás, a la izquierda, a las organizaciones sociales del pueblo
trabajador, a los explotados de México y el mundo, nos queda
simplemente tomar cartas en el asunto, es muy peligroso que permitamos
esto, le estaríamos dando un cheque en blanco al Estado mexicano, le
estaríamos dando permiso de matarnos. Sin duda es tiempo de decir ¡Ni
uno más! Es tiempo de exigir justicia para los caídos y presentación de
los desaparecidos, pero también es tiempo de comprender que si no
hacemos lo que tenemos que hacer por nuestra condición histórica,
estaremos anulados en más de un sentido.
________________
Notas:
[2] Tesis defendida por Marx en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.
También hago referencia al texto de A. Gramsci Previsión y expectativa. Dentro de: Antonio Gramsci. Pequeña antología política. Libros de confrontación. Serie filosófica 5. Barcelona 1974. Pág. 70.
[3] La Jornada 23 julio 2014. http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/07/23/en-2013-hubo-casi-23-mil-homicidios-en-mexico-informo-el-inegi-1229.html
[4] Es obvio que en esta situación, el Estado también ha sufrido
algunas consecuencias como pérdida de la legitimidad, y la desconfianza
de algunos empresarios extranjeros, pero en la historia, las tendencias
son así, contradictorias, lo cual no la priva de su carácter tendencial.
[5] Datos de una investigación ordenada por la SEP a la UPN. http://anuario.upn.mx/2012/index.php/reforma/77571-impera-desorden-en-normales-rurales.html
Completada con información periodística reciente: http://www.jornada.unam.mx/2008/11/28/index.php?section=estados&article=035n1est, http://www.eluniversal.com.mx/notas/824969.html
[7] El pasado miércoles en el programa editorial de Televisa, llamado
“Tercer Grado”, los participantes apuntalaban a dicha hipótesis.
Encuentran fosa con 28 cuerpos en Iguala, Guerrero
x La Haine
Se cree que podrían ser los 43 estudiantes
desaparecidos en Ayotzinapa. Se cree que alguno de ellos podrían haber
sido torturados y calcinados vivos, según varias versiones
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