La
cumbre de la OTAN, que acaba de comenzar en la ciudad galesa
de Newport, es para la alianza atlántica –o sea, para Estados Unidos,
Gran Bretaña y sus vasallos– el momento de distribuir compromisos
y también el costo de las actuales conquistas: por un lado, el de
la guerra en preparación contra Rusia y, por el otro, el de las
limpiezas étnicas que hoy tienen lugar en el mundo árabe para garantizar
la continuación del proceso colonizador. Por supuesto,
una extraordinaria máquina de propaganda se encargará de presentar a los
colonizadores como filántropos.
El secretario general de la OTAN, Andreas Fogh Rasmussen, se reunió el 3 de septiembre con el primer ministro británico David Cameron para conversar con él sobre los últimos preparativos de la cumbre de Newport.
Red Voltaire
| Roma (Italia)
El secretario general de la OTAN, Andreas Fogh Rasmussen, se reunió el 3 de septiembre con el primer ministro británico David Cameron para conversar con él sobre los últimos preparativos de la cumbre de Newport.
Este
4 de septiembre de 2014 se abrió en Newport, Gales, la cumbre de jefes
de Estado y de gobierno de los 28 países miembros de la OTAN, que tomará
«decisiones claves sobre la manera de enfrentar los desafíos actuales y futuros en materia de seguridad», desafíos que se atribuyen a la «agresión militar de Rusia contra Ucrania» y al «incremento del extremismo y del nivel de conflicto sectario en el Medio Oriente y en el norte de África». Cumbre «crucial»
con la cual Estados Unidos, que ostenta la jefatura indiscutible de la
OTAN, moviliza a sus aliados europeos en dos frentes de guerra al mismo
tiempo.
En Europa, y en apenas un poco más de 6 meses, la «distensión»
voló en pedazos y hemos regresado a una situación que resulta, en
ciertos aspectos, mucho más peligrosa que la de la guerra fría.
¿Cómo ha
podido suceder eso?
Para entenderlo es necesario remontarnos al momento, en 1991, en que
la desaparición de la URSS y de su bloque de alianzas creó en Europa una
situación geopolítica completamente nueva.
Al quedar como única superpotencia, Estados Unidos trata entonces de
sacar la mayor ventaja posible de esa situación emprendiendo una nueva
estrategia en la que proclama «la importancia fundamental de mantener la OTAN como vector de la influencia estadounidense en los temas de la seguridad europea». Y para ello hay que
«impedir la creación de dispositivos de seguridad únicamente europeos, que socavarían la OTAN» (Defense Planning Guidance).
Al mismo tiempo, mientras utiliza la OTAN para mantener su predominio
sobre Europa occidental, Estados Unidos también se sirve de ella para
lanzarse a la conquista de Europa oriental. Después de destruir
Yugoslavia a traves de la guerra, la OTAN se extiende hacia el este,
abarcando todos los países del desaparecido Pacto de Varsovia,
2 territorios ex yugoslavos y 3 repúblicas ex soviéticas. Al entrar en
la OTAN, los países del este se vuelven más dependientes de Washington
que de Bruselas.
Pero hay algo que obstaculiza entonces el plan de conquista.
Contrariamente a lo previsto, la Federación Rusa logra reponerse en gran
parte de la crisis posterior a la postguerra fría, establece con la
Unión Europea relaciones económicas que se hacen cada vez más
importantes, garantizándole la mayor parte del gas natural que consumen
los europeos, y abre nuevos intercambios comerciales con China y otros
países de Asia, todo lo cual viene a poner en peligro los intereses
estratégicos de Estados Unidos.
Es entonces cuando estalla la crisis en Ucrania. Después de
apoderarse, gracias a un trabajo que venía realizando desde hace años,
del control de puestos claves en las fuerzas armadas ucranianas y de
haber entrenado grupos neonazis, la OTAN promueve el golpe de Estado
en Kiev. Con ello obliga a Moscú a actuar en defensa de los rusos de
Ucrania, exponiéndose así a las sanciones, que son un arma de doble filo
ya que las contrasanciones rusas afectan a la Unión Europea y facilitan
el plan de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión
(ATCI o TTIP) con el cual Washington está tratando de incrementar su
influencia sobre la Unión Europea.
Simultáneamente, bajo la dirección… de Estados Unidos, la OTAN
extiende su estrategia al norte de África y el Medio Oriente, y también
más allá… hasta las montañas afganas y la región Asia-Pacífico. El
objetivo estratégico sigue siendo el que aparece enunciado en el Defense Planning Guidance:
«Nuestro primer objetivo es impedir que cualquier potencia domine una región cuyos recursos sean suficientes como para engendrar una potencia mundial».
Hoy en día, sobre todo en Asia, donde –al calor de los acuerdos
ruso-chinos, que hacen inútiles las sanciones de Occidente contra Rusia
ya que abren a esta última nuevas fuentes de ingresos al este– se
perfila la posibilidad de una unión euroasiática capaz de servir de
contrapeso a la influencia de Estados Unidos y la Unión Europea. La
destrucción de Libia durante la guerra desencadenada contra ese país,
operación similar a la emprendida contra Siria; la reanudación de la
guerra contra Irak; la utilización del arma de doble filo que son
las organizaciones islamistas, estimuladas para acabar con los gobiernos
designados como objetivos y posteriormente utilizadas para justificar
nuevas intervenciones armadas, son parte de la estrategia de
Estados Unidos y la OTAN.
¿A dónde nos lleva todo esto? A nuevas guerras, con escenarios cada
vez más peligrosos de enfrentamiento entre potencias nucleares.
Nos lleva a una aceleración de la carrera armamentista y, por
consiguiente, del gasto militar. Uno de los puntos de la agenda de la
cumbre es que los países miembros de la OTAN deben «gastar la
cantidad de dinero adecuada para dotarse de fuerzas de despliegue
rápido, de un mejor entrenamiento y de armamento moderno».
Así que se perfila un aumento del gasto militar. El de Italia, según
los datos oficiales de la OTAN, ya se eleva a 56 millones de euros
diarios, más los gastos de las misiones militares en el exterior y otros
financiamientos extrapresupuestarios que, según el SIPRI [1], elevan el gasto militar real de Italia a casi 70 millones de euros al día.
Fuente
Il Manifesto (Italia)
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1]
El SIPRI, siglas en inglés del Instituto Internacional de Estudios para
la Paz de Estocolmo, es una institución de estudios estratégicos que
publica anualmente importantes datos e informes de referencia sobre el
gasto militar y el comercio de armas.
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Fuente
:
«Cumbre de la OTAN: guerra en dos frentes», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire , 5 de septiembre de 2014, www.voltairenet.org/article185207.html
Manlio Dinucci
Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Geocommunity Ed. Zanichelli 2013 ; Geografia del ventunesimo secolo, Zanichelli 2010 ; Escalation. Anatomia della guerra infinita, Ed. DeriveApprodi 2005.
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