En
1967, Estados Unidos no vaciló en orquestar el derrocamiento
del gobierno legítimo y mayoritario de Grecia por una camarilla militar
extremadamente minoritaria para mantener así el orden liberal.
Pero el objetivo de Estados Unidos no era impedir que Grecia pasara a la
órbita soviética sino conservar el control de los Balcanes. Y con tal
de alcanzar ese fin organizó un golpe de Estado que dice mucho sobre
lo que Washington entiende por «democracia».
Red Voltaire
| Basilea (Suiza)
Este artículo es parte de la serie:
- «Cuando el juez Felice Casson reveló la existencia del Gladio…»
- «Cuando se descubrió el Gladio en los Estados europeos…»
- «Gladio: Por qué la OTAN, la CIA y el MI6 siguen negando»
- «Las cloacas de Su Majestad»
- «La guerra secreta, principal actividad de la política exterior de Washington»
- «La guerra secreta en Italia»
- «La guerra secreta en Francia»
- «La guerra secreta en España»
- «La guerra secreta en Portugal»
- «La guerra secreta en Bélgica»
- «La guerra secreta en los Países Bajos»
- «La guerra secreta en Luxemburgo»
- «La guerra secreta en Dinamarca»
- «La guerra secreta en Noruega»
- «La guerra secreta en Alemania»
Bajo las órdenes del dictador fascista Benito Mussolini, las tropas
italianas trataron de invadir Grecia en 1940. Pero fueron rechazadas por
un masivo movimiento de resistencia popular. Al año siguiente, Hitler,
descontento por la derrota del Duce, decidió enviar sus propios
soldados. Estos últimos conquistaron Grecia y la pusieron bajo el
control de las potencias del Eje. Pero los griegos no habían depuesto
las armas y, durante todo el tiempo que duró la guerra, el ejército
alemán, obligado a luchar contra una resistencia encarnizada, tuvo
muchas dificultades en conservar el control del país.
En Grecia, al igual que en Italia y Francia, los movimientos de
resistencia contra la ocupación fascista estaban dominados por la
presencia de los comunistas. El Ejército Popular de Liberación (ELAS,
siglas en griego) se había fundado por iniciativa del Partido Comunista
Griego (KKE) unos meses después de la invasión alemana. En sus filas
combatían partisanos provenientes de todas las sensibilidades de
izquierda, mujeres y también eclesiásticos, entre los que se hallaban
incluso algunos arzobispos. Los comunistas dominaban también el EAM, ala
política del ELAS. De los 7 millones de habitantes que contaba Grecia
en aquella época, 2 millones eran miembros del EAM y 50 000 eran
combatientes activos del ELAS.
El ELAS era el enemigo número 1 de los nazis y su objetivo era, ante
todo, recuperar el control del país. En la realización de sus
operaciones el ELAS contaba con el respaldo del SOE (Special Operations Executive)
británico cuyos oficiales aportaban sus consejos a los miembros de la
resistencia griega en el terreno y les proporcionaban armas y
municiones. Numerosas amistades surgieron en aquel entonces entre los
combatientes del ELAS y los agentes de enlace del SOE. Pero los hermanos
tuvieron que separarse bruscamente cuando el primer ministro británico
Winston Churchill decidió, en marzo de 1943, suspender el respaldo al
ELAS por temor a que, después de la derrota del Eje, Grecia quedara bajo
el control de los comunistas. En octubre de 1943, Churchill envió
secretamente su ministro de Relaciones Exteriores, Anthony Eden, a ver a
Stalin para concluir el reparto de los Balcanes. El acuerdo, sellado en
Yalta, dejaba el campo libre en Grecia a estadounidenses y británicos y
preveía que Rumania y Bulgaria quedaran bajo control de los soviéticos.
Para reducir la influencia de los comunistas y de los socialistas
griegos, Londres preveía reinstalar en el poder al ex rey de Grecia,
quien dirigiría el país con ayuda de un gobierno conservador. Una
directiva del Foreign Office, el ministerio británico de Relaciones Exteriores, emitida el 20 de marzo de 1943 mencionando aquel cambio, precisa que
«el SOE debería volverse sistemáticamente hacia los grupos dispuestos a respaldar al rey y al gobierno y hacer que los movimientos antimonárquicos entiendan bien que el rey goza del respaldo del gobierno de Su Majestad.» [1]
Pero el soberano no era precisamente popular en Grecia, esencialmente
porque había optado por la colaboración con el dictador fascista
Metaxas. Bajo la inspiración de Hitler y de Mussolini, Metaxas había
instaurado, a finales de los años 1930, el saludo fascista –brazo
derecho extendido hacia delante– y una policía secreta particularmente
brutal. A pesar de ello, Londres proseguía su política de respaldo a los
conservadores y, en octubre de 1943, el Foreign Office llegó a
considerar «una verdadera política tendiente a atacar y debilitar al EAM con todos los medios disponibles», estrategia que finalmente fue abandonada porque fue juzgada como «susceptible
de comprometer las posibilidades de logros en el plano militar y
de resultar contraproducente al fortalecer la legitimidad política del
EAM». [2]
El cambio de actitud de los británicos fue una verdadera sorpresa
para los miembros del ELAS, quienes se convirtieron a partir de entonces
en blanco de verdaderas cacerías humanas por parte de ex colaboradores
pronazis y de las unidades especiales de la extrema derecha respaldadas
por los británicos –como los Grupos X del soldado chipriota
George Grivas. Churchill, quien observaba el terreno a distancia, notó
sin embargo que los Grupos X, incapaces de lograr la incorporación
popular, no llegaban a más de 600 miembros mientras que el ELAS seguía
siendo la principal fuerza de guerrilla en el país.
Fue en ese contexto que el primer ministro británico decidió, a fines
de 1944, tomar medidas adicionales para impedir que los comunistas
griegos llegasen al poder. Ordenó entonces la creación en Grecia de un
nuevo ejército secreto de extrema derecha. Como escribió el periodista
Peter Murtagh: «dentro del ejército griego se creó una nueva unidad a
la que se llamó Brigada Montañesa Griega, Fuerza de Intervención
Helénica o LOK, según su acrónimo en griego (Lochos Oreinon Katadromon)». Concebida como un arma contra comunistas y socialistas, aquella unidad estaba vedada a «todos
aquellos cuya sensibilidad política oscilaba entre el conservadurismo
moderado y la verdadera izquierda. Bajo la supervisión de los oficiales
británicos que aplicaban las órdenes expresas de Churchill, la unidad se
creó con monárquicos y antirrepublicanos.» [3]
El mariscal Alexandre Papagos fue seleccionado para ser el primer
director de la LOK y, con el apoyo de los británicos, comenzó a reclutar
militantes de extrema derecha y a combatir contra el ELAS [4].
Mientras este Ejército de Liberación Popular se veía obligado a luchar
simultáneamente contra el ocupante nazi y también contra la Fuerza de
Intervención Helénica, Churchill temía el escándalo que podía estallar
si la población británica llegaba a saber que Londres estaba apoyando
en secreto a los fascistas que luchaban contra los comunistas griegos.
En agosto de 1944, Churchill ordenó por lo tanto a la BBC no hacer «ninguna mención de ningún tipo» del ELAS cuando se hablara de la liberación de Grecia [5].
Pero, semanas más tarde, la resistencia griega logró finalmente vencer
al ocupante alemán y Hitler se vio obligado a retirar sus tropas del
país. Winston Churchill exigió de inmediato que la resistencia entregara
las armas, cosa que el ELAS estaba dispuesto a aceptar a condición de
que su último enemigo –la LOK– hiciese lo mismo.
Al negarse Gran Bretaña a que el ejército secreto entregara
sus armas, el EAM organizó en Atenas una gran manifestación democrática
para denunciar la injerencia británica en los asuntos políticos de la
Grecia de postguerra. La manifestación tuvo lugar el 3 de diciembre de
1944, o sea apenas 6 semanas después de la retirada de las tropas
alemanas de ocupación. Los organizadores de la manifestación habían
dejado bien en claro su intención de oponerse a los británicos por
medios pacíficos ya que la marcha debía dar paso al inicio de una huelga
general. Poco después de las 11 de la mañana, un grupo de entre 200 y
600 manifestantes avanzó hacia la Plaza Syntagma, frente a la sede del
Parlamento. Al pequeño grupo, que se componía en parte de mujeres y
niños reunidos en un ambiente festivo, debía unirse una multitud de
60 000 personas que se había retrasado por causa de una serie de
barreras policiales. En momentos en que unos pocos cientos de personas
avanzaban hacia la plaza surgió a su paso una hilera de hombres armados
conformada por policías y milicianos, entre los que se hallaban al
parecer miembros de la LOK. Soldados británicos y policías armados con
metralletas habían tomado posiciones sobre los techos de los edificios
vecinos. La tensión era evidente.
Se dio orden de «dispararle a esos sarnosos» y
la manifestación pacífica se convirtió de pronto en un baño de sangre.
Una lluvia de balas cayó sobre los manifestantes, que se dispersaron en
todas direcciones. Según testigos, la balacera duró cerca de una hora.
Murieron 25 manifestantes, entre ellos un niño de 6 años, y 148
resultaron heridos. Minutos después llegó al lugar el cortejo principal.
En una sorprendente muestra de serenidad, los 60 000 manifestantes se
reunieron solemnemente alrededor de los cuerpos de sus compañeros
asesinados. Las pancartas, empapadas con la sangre de los muertos,
exigían el fin de la injerencia británica en los asuntos de Grecia.
Numerosos manifestantes agitaban banderas griegas y estadounidenses,
otros enarbolaban la bandera roja del socialismo. Raros eran los que aún
levantaban la bandera británica.
En Londres, Churchill tuvo que enfrentar la cólera de la Cámara de
los Comunes, que exigía explicaciones sobre las atrocidades cometidas en
Atenas. Aunque reconoció que los hechos eran «chocantes», el
primer ministro británico calificó de estúpida la decisión de llevar
tantos niños a un desfile en una ciudad llena de hombres armados. Nunca
se investigó el papel del ejército secreto de la extrema derecha en la
masacre de la Plaza Syntagma. [6]
Después de aquella demostración de fuerza, los británicos restauraron
la monarquía en Grecia y lograron que el ELAS entregara las armas a
cambio de una promesa de elecciones nacionales democráticas, que se
realizaron en marzo de 1946. Al tomar el Partido Comunista Griego y la
centroizquierda la desacertada decisión de boicotear las elecciones,
como protesta contra la ocupación británica de su país, la derecha
obtuvo una incuestionable victoria. El país vivió a partir de entonces
bajo una sucesión de gobiernos títeres de derecha a las órdenes de
Londres. Convencido de que Grecia caería fatalmente bajo la autoridad
brutal de Stalin si la izquierda griega llegaba al poder, el gobierno
siguió ordenando el arresto de los miembros del EAM, muchos de los
cuales fueron torturados en los campos de prisioneros de triste
recordación, que se construyeron en las islas griegas.
En 1945, la mayoría de los Estados celebraron el fin de la Segunda
Guerra Mundial y, para evitar la repetición de aquel trágico conflicto,
fundaron la Organización de Naciones Unidas. Pero en Grecia proseguía la
lucha y se inició la guerra fría. A fuerza de frustración, una fracción
de la izquierda griega decidió retomar las armas y, en el otoño de
1946, emprendió una guerra civil contra los británicos y la derecha
local. Extenuado por la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido ya no era
capaz de garantizar el control de Grecia y a principios de 1947 pidió
por lo tanto ayuda a Estados Unidos. El especialista de la CIA
William Blum cuenta que
«los responsables de Washington sabían perfectamente que su nuevo “gobierno-cliente” era tan venal y negligente en materia de derechos humanos que hasta los más fervientes anticomunistas estadounidenses estaban escandalizados». [7]
Sin embargo, como la Yugoslavia comunista proporcionaba armas a la
izquierda griega y dado que Grecia parecía a punto de caer en el
comunismo, el presidente Truman logró, exponiendo su famosa doctrina,
convencer al Congreso de que era necesario intervenir en Grecia de forma
oficial. Grecia se convirtió así en el primer país invadido por
Estados Unidos en el marco de su política de lucha mundial contra el
comunismo. Durante las siguientes décadas, Washington utilizó el ejemplo
griego para justificar sus invasiones declaradas o clandestinas
en Corea, Guatemala, Irán, Cuba, Cambodia, Panamá y en tantos otros
países.
En una singular pirueta ideológica, Truman calificó al corrupto gobierno conservador de Atenas de «democrático» y convirtió a sus opositores de izquierda en «terroristas»
mientras las tropas estadounidenses desembarcaban en Grecia con
armamento pesado. Junto a la Fuerza de Intervención Helénica (LOK) y
las demás unidades paramilitares locales, las tropas estadounidenses
disponían de efectivos 6 veces más numerosos que los alrededor de 20 000
hombres y mujeres que habían buscado refugio en las montañas griegas.
Cuando Stalin comprendió, en 1948, que la guerra civil en Grecia
podía provocar un enfrentamiento entre las dos superpotencias,
Yugoslavia fue excluida del bloque soviético y el envío de armas a los
partisanos griegos comenzó a disminuir. La situación de los partisanos
se agravó aún más a medida que la LOK, ya para entonces bajo control
estadounidense, se veía cada vez mejor equipada y ganaba poderío.
Secretamente, Estados Unidos emprendió entonces la Operación «Torch» [Nombre derivado del verbo inglés «to torch» que significa «incendiar»],
durante la cual miles de litros de napalm fueron lanzados sobre las
montañas griegas. A finales de 1948, la resistencia griega que había
vencido en su propio terreno a los nazis y, posteriormente, a las tropas
británicas, finalmente se inclinó.
«La guerra civil terminó en una victoria total de la derecha griega y de su protector estadounidense.» [8]
El ejército secreto anticomunista LOK no fue desmantelado al final
de la guerra civil sino que se mantuvo operativo para controlar a la
oposición griega. Cuando Grecia se incorporó a la OTAN, en 1952, «se
había convertido en un aliado perfecto, cliente de confianza de Estados
Unidos. Era ferozmente anticomunista y estaba muy bien integrada al
sistema de la OTAN» [9].
De forma clandestina, la CIA y el ejército griego dirigían, entrenaban
y equipaban conjuntamente la LOK, que seguía bajo las órdenes del
mariscal Alexandre Papagos. El ejército secreto anticomunista era para
la CIA una herramienta de primer orden para influir en la vida política
del país. La cooperación clandestina entre los servicios secretos
estadounidenses, el ejército y el gobierno griego fue confirmada en una
serie de documentos confidenciales de cuya existencia no supo
la población griega hasta que se produjeron las revelaciones de 1990.
Entre aquellos documentos había uno sobre el ejército secreto griego,
con fecha del 25 de marzo de 1955 y firmado por el general Truscott, a
nombre de la CIA; Konstantin Dovas, jefe del estado mayor del ejército
griego; y el primer ministro de Grecia, Alexandre Papagos [10]. El 3 de mayo de 1960, los firmantes confirmaron nuevamente sus compromisos sobre el ejército secreto [11].
Según el periodista Peter Murtagh, la CIA había hecho de la LOK un programa prioritario en Grecia.
«A mediados de los años 1950, la CIA ayudaba al financiamiento y aprovisionamiento de la Fuerza de Intervención [Helénica] e incluso la reestructuró minuciosamente siguiendo el modelo de las unidades de élite estadounidenses y británicas, Delta Force y Special Air Service o SAS. Bajo el mando de la CIA, los miembros de la Fuerza de Intervención recibieron boinas verdes mucho antes de que se creara la unidad [estadounidense] que llevaría ese nombre.»
Al igual que en todos los demás países de Europa Occidental,
las relaciones entre los combatientes locales y las fuerzas especiales
británicas y estadounidenses eran muy cordiales. Después de seguir un
entrenamiento especial en el extranjero, los oficiales griegos se
sentían especialmente orgullosos de ser seleccionados para ser miembros
de la unidad especial. Murtagh precisa con toda razón que, a través de
la CIA, el ejército secreto griego estaba vinculado también a la OTAN y a
su comité director stay-behind, el ACC de Bruselas.
«La Fuerza de Intervención se convirtió en la rama griega de la red paneuropea de guerrillas creada por la OTAN y la CIA en los años 1950 y controlada desde el cuartel general de la OTAN, en Bruselas, por el ACC, el Comité de Coordinación Aliado [siglas en inglés].»
Paralelamente a su misión de control interno, la LOK fue entrenada también para la función stay-behind clásica.
«La red estaba especialmente concebida para actuar como una fuerza “stay-behind” después de la invasión de Europa por parte de los soviéticos. Coordinaría las acciones de guerrilla realizadas en los diferentes países ocupados y garantizaría el enlace con los gobiernos en el exilio. Debía incluir a los agentes de las policías secretas y de los servicios de inteligencia de los países conquistados así como voluntarios civiles. La rama griega de ese programa era llamada también “Operación Sheepskin” [piel del cordero].» [12]
Creada por los británicos desde 1944, la LOK es el más antiguo de todos los ejércitos secretos stay-behind activos en Europa durante la guerra fría.
La existencia del ejército secreto ya había sido revelada en 1987 por el ex agente de la CIA Philip Agee en su libro Dirty Work: The CIA in Western Europe,
que le valió a su autor muy duras críticas de parte de la propia CIA y
del Pentágono. Sus preocupaciones éticas llevaron a Agee, quien había
trabajado para la CIA en Latinoamérica durante los años 1950,
a abandonar la agencia estadounidense en 1969 y a dedicarse a partir de
entonces a denunciar las operaciones terroristas y las violaciones de
los derechos humanos perpetradas por la CIA en numerosos países,
revelando el contenido de aquellas operaciones e incluso los nombres de
los agentes implicados. Varios años antes de que estallara en Italia el
escándalo del Gladio, Agee reveló que «grupos paramilitares dirigidos por agentes de la CIA habían actuado en Europa durante los años 1960». Y ya entonces subrayaba que
«de todas las actividades de la CIA, ninguna otra estaba tan directamente vinculada al desarrollo de un potencial de subversión interna». [13]
Según Agee, el papel de la CIA en Grecia fue verdaderamente decisivo.
«El agente greco-estadounidense que trabajaba para la CIA reclutó varios grupos de ciudadanos para conformar lo que la CIA llamaba “un núcleo destinado a constituir un verdadero ejército de ciudadanos para contrarrestar la amenaza de un golpe de Estado de la izquierda”. Cada uno de los grupos así creados era entrenado y equipado para operar como una unidad de guerrilleros autónomos, capaces de movilizar hombres y de realizar acciones de guerrilla sin necesidad de más que de una muy ligera, incluso ninguna, supervisión externa.»
El control del ejército secreto quedaba en manos de la CIA y de unos
pocos oficiales griegos que gozaban de la confianza de los servicios
secretos estadounidenses.
«A los miembros de cada uno de esos grupos la CIA les enseñaba procedimientos militares. Según la información disponible, la mayor parte de esas unidades paramilitares se entrenaban en dos campamentos: uno situado en los alrededores de Volos y el segundo cerca del Monte Olimpo. Después de recibir una formación básica, las unidades salían a entrenarse en zonas de difícil acceso del [Monte] Pindo y en las montañas cerca de Florina.»
Al igual que todos los ejércitos secretos que la CIA dirigía en
Europa Occidental, aquellas unidades disponían de armamento ligero
almacenado en escondites de armas.
«Esos grupos de partisanos estaban equipados con armas automáticas y morteros ligeros. Las armas estaban almacenadas en diferentes lugares. La mayor parte del material militar estaba escondido bajo tierra y en cuevas. Cada miembro de los grupos paramilitares conocía el emplazamiento de esos arsenales clandestinos para poder ir allí sin necesidad de recibir instrucciones de sus superiores.» [14]
Debido al gran número de personas implicadas, varios círculos tenían
que conocer el secreto, lo cual hacia más difícil mantener la
confidencialidad alrededor del ejército stay-behind y de sus vínculos con la CIA. «Se hizo cada vez más difícil mantener el proyecto en secreto. Un agente de la CIA calificó la situación de “pesadilla”», contó Agee antes de agregar:
«Que yo sepa, nunca se desmanteló el grupo paramilitar. A los ojos de los altos responsables de la CIA, los grupos que se hallan bajo el mando de la rama paramilitar son como un “seguro” a largo plazo para los intereses de Estados Unidos en Grecia, pueden ser utilizados para apoyar o para dirigir el posible derrocamiento de un gobierno “antipático”. Por supuesto, “antipático” desde el punto de vista de la estrategia estadounidense de manipulación.» [15]
La CIA invirtió millones de dólares en el ejército secreto griego y
construyó un verdadero complejo de refugios y de centros
de entrenamiento en las cercanías del Monte Olimpo en el noreste del
país, donde instructores de la CIA entrenaban a los miembros de la LOK
en esquí, salto en paracaídas y buceo [16].
Se crearon unos 800 escondites de armas en todo el territorio griego y
se estima que los efectivos del ejército secreto llegaron a ser cerca de
1 500 hombres que, en caso de necesidad, podían reclutar 2 000 más,
llevando así el total de esos soldados de élite a cerca de 3 500 [17].
El agente greco-estadounidense de la CIA que Agee menciona y que
tuvo un papel central en la creación y dirección del ejército secreto
griego era Thomas Karamessines. Al igual que buena parte de sus colegas
de la agencia, Karamessines había trabajado para los servicios secretos
estadounidenses conocidos como OSS (Office of Strategic Services)
durante la Segunda Guerra Mundial. Su anticomunismo radical y sus
raíces griegas le valieron ser enviado a la embajada de Estados Unidos
en Atenas en enero de 1946, oficialmente como agregado militar. Durante
la guerra civil estableció contactos con responsables de la seguridad
británicos y griegos y con miembros de la Fuerza de Intervención
Helénica. Al ser creada la CIA, en 1947, para reemplazar la OSS,
Karamessines instaló el cuartel general de la agencia en el quinto piso
del Tamion Building, que da a la Plaza Syntagma. En unos años, la
estación de la CIA llegó a contar un centenar de agentes, en su mayoría
greco-estadounidenses como Karamessines. Atenas se convirtió entonces
en base de retaguardia de las actividades de la CIA en la península
balcánica y en el Medio Oriente, incluyendo Irán.
Como participante activo en las operaciones especiales y en la
creación de los ejércitos anticomunistas de la CIA, Karamessines fue
trasladado a Roma en 1958. Allí, como jefe de la estación CIA, dirigió
el Gladio italiano y la lucha contra los comunistas locales. En 1962,
tuvo que abandonar Italia como resultado de rumores que lo vinculaban a
la muerte del industrial y presidente del ENI [Ente Nazionale Idrocarburi, que era en aquella época una empresa estatal italiana.] Enrico Mattei, ocurrida en extrañas circunstancias.
De regreso a Estados Unidos, el soldado de la sombra Karamessines
pasó a encabezar el departamento de operaciones especiales de la CIA
como director adjunto de Planes. Y al parecer actuó incluso en
territorio estadounidense ya que a raíz del asesinato del presidente
Kennedy, en 1963, Karamessines fue acusado de haber hecho desaparecer
ciertos indicios y de haber destruido documentos comprometedores.
Karamessines se ocupó de que la CIA no sólo financiara sino de que
también controlara el servicio de inteligencia militar KYP, a pesar de
que este solía recurrir a la tortura. «Gracias a nuestros objetivos
comunes, y por supuesto al dinero que nosotros proporcionábamos,
colaborar con ellos era bastante fácil», recuerda un ex agente de la CIA que había estado estacionado en Grecia.
«Los hombres del KYP se las arreglaban bastante bien para hacer hablar a los comunistas y a todo el que flirteaba con los soviéticos.» [18]
Los agentes griegos grababan las comunicaciones radiales de los
búlgaros y los rumanos y enviaban las cintas grabadas a Estados Unidos,
donde las descifraban los expertos de la NSA. Espiando a la oposición
griega, el KYP y la CIA reunieron no menos de 15 toneladas de datos y
elaboraron 16,5 millones de expedientes sobre los ciudadanos griegos
clasificados como amenaza para el Estado. Cuando el almacenamiento de
aquellos archivos comenzó a convertirse en un serio problema, la CIA
proporcionó al KYP un sistema informático. Ironía de la historia, la
primera democracia moderna –Estados Unidos– regaló a la primera
democracia de la Antigüedad –Grecia– los primeros ordenadores destinados
al control de la población. El jefe del KYP se mostró particularmente
entusiasta ante aquella nueva máquina. Posando con orgullo junto al
imponente aparato, declaró: «Los griegos pueden dormir tranquilos porque esta maravilla de la tecnología americana nunca duerme.» Para demostrar la eficacia del sistema, presionó un botón marcado «enemigo del país»…
y la máquina le entregó el expediente personal de un periodista
presente en la ceremonia, poniendo en una embarazosa situación a los
agentes del KYP. [19]
Con la izquierda y los comunistas griegos bajo control de la CIA y de
la oligarquía local, a través de la LOK y del KYP, la única amenaza que
quedaba para el equilibrio del poder provenía de las elecciones
democráticas. Laughlin Campbell, el jefe de la estación CIA de 1959 a
1963, temía una victoria de la izquierda en las elecciones nacionales de
octubre de 1961. Así que numerosos electores fueron obligados, a través
de la amenaza o a cambio de dinero, a votar según las directivas del
KYP. En algunas localidades, los candidatos que gozaban del respaldo del
ejército y de la CIA obtuvieron una cantidad de votos superior a la
cantidad de personas en edad de votar. Todo funcionó conforme a lo
previsto y la Unión del Centro, tan temida por su inclinación a la
izquierda, obtuvo solamente un tercio de los sufragios y 100 escaños en
el Parlamento. Su líder, Georgios Papandreu, denunció el fraude
electoral y logró que se creara una comisión independiente y que se
abriera una investigación que confirmó sus acusaciones. Papandreu
prometió entonces al gobierno una lucha sin tregua.
Con un verdadero respaldo popular, Papandreu tuvo el coraje de
desafiar a la CIA y el KYP y, en 1963, obligó al primer ministro
proestadounidense Constantinos Karamanlis a presentar su renuncia. Las
tensiones se acentuaron con las elecciones de 1963, cuando la Unión del
Centro obtuvo un 42% de los sufragios y 138 escaños en el Parlamento.
A la cabeza del primer partido de la Unión, Papandreu fue nombrado
primer ministro en febrero de 1964. Por primera vez desde la ocupación
alemana, la derecha griega se veía a punto de perder gran parte de su
peso político. Papandreu tenía en sus manos las riendas del poder por
4 años, lo cual «estremeció el establishment conservador. Para
muchos, incluyendo a ciertos consejeros de primera importancia, aquello
permitía presagiar una toma inminente del poder por parte de los
comunistas, cosa que estaban muy decididos a contrarrestar» [20]. Había que derrocar al primer ministro Georgios Papandreu.
Jack Maury, quien había sustituido a Campbell a la cabeza de la
estación CIA en Atenas, recibió orden de deshacerse de Papandreu. A
Maury le gustaba hacer alarde de su poder: vestía trajes ostentosos,
portaba enormes alianzas y conducía un escandaloso automóvil
estadounidense «más grande que el del embajador», como él mismo
solía subrayar. Conspiró secretamente con el rey Constantino y con
oficiales monárquicos y conservadores del ejército griego y, en 1965,
obtuvo la renuncia de Georgios Papandreu por prerrogativa real [21].
El periodo que siguió a aquel golpe de Estado silencioso estuvo
caracterizado por una secuencia de gobiernos efímeros y por los
esfuerzos clandestinos del KYP, aconsejado por el agente, Constantinos
Plevris, tendientes a condicionar el clima político.
Varios atentados se produjeron por entonces en el país. En 1965, una
explosión destruyó el puente de Gorgopotamos en el preciso momento en
que la clase política en su conjunto conmemoraba la resistencia contra
el fascismo. Se trataba de un hecho altamente simbólico ya que los
griegos estaban particularmente orgullosos de haber impedido que los
alemanes destruyesen aquel puente durante la ocupación. El atentado dejó
5 muertos y un centenar de heridos, muchos de gravedad. «Después de todo, estábamos oficialmente entrenados para el terrorismo», comentó posteriormente un agente implicado en operaciones stay-behind, subrayando así el poderoso respaldo del que habían gozado aquellos hombres [22].
Aquel respaldo provenía de la administración del presidente
estadounidense Lyndon B. Johnson, quien ya se había ocupado de hacerle
saber al gobierno griego que las decisiones sobre la cuestión de Chipre
se tomaban en Washington. En el verano de 1964, el presidente Johnson
había convocado al embajador griego Alexandre Matsas a la Casa Blanca y
le dijo que los problemas de Chipre tenían que resolverse dividiendo la
isla en dos zonas, una griega y otra turca. Matsas se negó, provocando
así la cólera de Johnson:
«Óigame bien, señor embajador. No me importan ni el Parlamento ni la Constitución de ustedes. Estados Unidos es un elefante. Chipre es una pulga. Grecia es otra pulga. Si dos pulgas siguen molestando al elefante, el elefante puede aplastarlas con un golpe de trompa ¡de una vez y por todas!»
Como subrayaba Johnson, el gobierno griego tenía que someterse a las órdenes de la Casa Blanca.
«Los griegos se benefician ampliamente con los dólares de Estados Unidos, señor embajador. Si su primer ministro sigue hablándome de Democracia, de Parlamento y de Constitución, puede ser que no le queden mucho tiempo por delante a él, ni a su Parlamento, ni a su Constitución.» [23]
Ofendido, Matsas trató de protestar: «Yo no puedo tolerar este tratamiento». Pero Johnson prosiguió: «No olvide usted repetirle a su viejo Papa-no-sé-qué lo que acabo de decirle. No olvide decírselo. ¿Me oye usted?».
Matsas envió un cable al primer ministro Georgio Papandreu. Cuando
la NSA interceptó el mensaje, sonó el teléfono de Matsas.
Era el presidente Johnson: «¿Usted quiere tener problemas, señor
embajador? ¿De verdad quiere que yo me ponga molesto? Esa fue
una conversación privada. No se suponía que usted repitiera los términos
que yo utilicé ante usted. Tenga cuidado.» [24] Clic. Fin de la llamada.
Andreas Papandreou, el hijo del primer ministro, observaba con cierto
asco el juego de manipulaciones y la guerra secreta que tenían lugar en
su país. Luego de haberse relacionado con un movimiento trotskista en
sus tiempos de estudiante, Andreas había salido de Grecia para irse a
Estados Unidos en los años 1930, huyendo de la represión del régimen
dictatorial de Metaxas. Había adquirido la nacionalidad estadounidense y
emprendido una brillante carrera como economista y profesor
universitario, dirigiendo el departamento de Economía de la Universidad
de California, en Berkeley. Durante la Segunda Guerra Mundial había
servido en la marina estadounidense y, después de 1945, la CIA se acercó
a él para que se uniera al buró político de la zona mediterránea.
Cuando entendió, a fines de 1950, el papel que Estados Unidos estaba
desempeñando en Grecia, rompió relaciones con la CIA y volvió a su país
natal, donde se convirtió en uno de los más enérgicos detractores de la
política estadounidense. Con un estilo demagógico que recuerda el de
Castro, el joven Papandreu arremetía en sus inflamados discursos contra
la injerencia de Estados Unidos en los asuntos de Grecia, contra la
OTAN, contra la corrupción del rey, contra los partidos conservadores y
las élites griegas en general.
El Pentágono y la CIA montaron en cólera al ver que un segundo
Papandreu se atrevía a desafiar la presencia estadounidense en Grecia.
Para el periodista Peter Murtagh, «es difícil de imaginar el odio que sentían la derecha conservadora y la CIA por el hijo del primer ministro» [25].
En 1964, Andreas Papandreu, quien asumía funciones ministeriales,
descubrió que el KYP espiaba regularmente las conversaciones de los
miembros del gobierno y transmitía a la CIA la información que obtenía
por aquella vía. Lleno de cólera, revocó a dos altos responsables del
servicio sustituyéndolos por otros dos agentes considerados confiables a
los que ordenó poner fin a toda forma de cooperación con la CIA.
Sin embargo, como contó el propio Papandreu, el nuevo director del KYP
«volvió disculpándose y explicando que no podía hacerlo. Todo el equipamiento era estadounidense y controlado por la CIA o por griegos que a su vez estaban a las órdenes de la CIA. Ya no era posible establecer la diferencia entre los dos servicios. Estaban construidos siguiendo la misma estructura y cada responsable tenía su homólogo. En concreto, formaban una única agencia.» [26]
Como Andreas Papandreu seguía desafiando al KYP, Norbert Anshutz, el
adjunto del jefe de misión de la embajada de Estados Unidos, se reunió
con él y le aconsejó anular las órdenes que había dado al KYP. Papandreu
se negó y ordenó al representante estadounidense que saliera
inmediatamente de su despacho, a lo cual Anshutz –muy molesto– respondió
advirtiéndole que aquello «tendría consecuencias» [27].
El golpe de Estado militar se produjo en la noche del 20 al 21 de
abril de 1967, un mes antes de las elecciones en las que todos
los sondeos –incluyendo los de la CIA– preveían una victoria de la Unión
del Centro, la alianza de izquierda de Georgios y Andreas Papandreu. La
LOK desencadenó el golpe, basado en el «Plan Prometeo», un
programa concebido por la OTAN y destinado a concretarse en caso de
insurrección comunista. Si había oposición, las instrucciones del plan
eran muy claras:
«Aplastar sin la menor vacilación toda resistencia del enemigo.» [28]
Hacia la medianoche, la LOK tomó el control del ministerio
de Defensa, que –en una muestra de admiración por los estadounidenses–
había sido designado como «el Pentágono». Los hombres de la LOK
sólo encontraron una débil resistencia y, bajo las órdenes del coronel
Costas Aslanides –un experimentado paracaidista– se apoderaron del
edificio. Con el Pentágono ya ocupado por los golpistas se dio paso a la
segunda etapa del plan: aprovechando la oscuridad de la noche, fuerzas
blindadas penetraron en la capital y, bajo las órdenes del general
Stylianos Pattakos, rodearon la sede del Parlamento, el Palacio Real,
los edificios de la radio y los centros de comunicaciones. A la cabeza
de su columna de tanques, el general Pattakos siguió el mismo itinerario
que habían recorrido los alemanes cuando conquistaron Atenas, en abril
de 1941. De vez en cuando, los blindados se detenían y oteaban los
alrededores en busca de indicios de una posible resistencia. Resistencia
que no encontraron. Atenas dormía.
Aquella noche Georgios Papandreu, quien ya por entonces contaba 78
años, también dormía en su modesta casa de paredes blancas en Kastri, a
pocos kilómetros de la capital. Como en todos los golpes de Estado, el
plan era espantosamente simple. Varios hombres armados tocaron a
su puerta, arrestaron a Papandreu y se lo llevaron en uno de los dos
vehículos militares enviados para rodear su casa. En el mismo momento,
8 hombres irrumpieron en el domicilio de Andreas Papandreu. Siete de
ellos portaban fusiles con bayoneta calada y el octavo una metralleta.
En medio de la confusión, Andreas logró escaparse por el techo pero uno
de los soldados finalmente lo obligó a rendirse apuntando su arma a la
cabeza de su hijo de 14 años. Siguiendo los planes extremadamente
precisos trazados de antemano, en las siguientes 5 horas escuadrones
militares arrestaron a más de 10 000 ciudadanos y los condujeron a «centros de recepción».
Un año después, el coronel Yannis Ladas, entonces director de la
policía militar griega y con 47 años de edad, subrayó con orgullo en una
entrevista la precisión y rapidez con las que se había aplicado el plan
de la OTAN.
«En sólo 20 minutos, todos los políticos, todos los individuos, todos los anarquistas que figuraban en los listados fueron capturados (…) era un plan muy simple, un plan diabólico.» [29]
Al despertarse en la mañana, la población griega notó primero que los
teléfonos estaban interrumpidos, antes de darse cuenta de que los
militares habían tomado el poder. A las 6 de la mañana, el coronel
Georgios Papadopulos anunció a través de los medios de prensa que había
tomado el poder en defensa de la democracia, de la libertad y la
felicidad. Once artículos de la Constitución fueron suspendidos. En lo
adelante, los ciudadanos podían ser arrestados de inmediato, sin orden
de arresto, y enviados ante un tribunal militar. Se prohibieron las
manifestaciones y huelgas y se congelaron las cuentas bancarias. El
hombre fuerte de Atenas, el coronel Georgios Papadopulos, era oficial de
enlace del KYP con la CIA desde 1952 y en su servicio lo consideraban
como el hombre de confianza de Maury, el jefe de la estación CIA.
Pero en Washington no todos aprobaban los brutales métodos de la CIA.
Unos días después del golpe, el senador Lee Metcalf criticó duramente a
la administración Johnson y denunció la Junta griega ante el Congreso
calificándola de «régimen militar de colaboradores y simpatizantes del nazismo (…) que gozan del respaldo estadounidense» [30].
Una semana después del golpe de Estado, el embajador de Estados Unidos
en Atenas, Philip Talbot, se quejó a Maury calificando la operación
realizada por Estados Unidos de «violación de la democracia». La respuesta de Maury fue corta: «¿Cómo se puede violar a una puta?» [31]
Debido a la implicación de la Fuerza de Intervención Helénica (LOK),
el golpe de Estado militar en Grecia ha sido calificado de «golpe Gladio».
Pero, además de Grecia, existe sólo un país donde los ejércitos
secretos anticomunistas perpetraron un golpe de Estado: Turquía.
En Italia, la red Gladio realizó un «golpe silencioso» en junio de 1964, la operación «Piano Solo»
durante la cual el general De Lorenzo, el hombre de confianza de la
CIA, entró en Roma con tanques, transportes de tropas blindados, jeeps y
lanzagranadas mientras las fuerzas de la OTAN efectuaban grandes
maniobras militares en la región. El resultado de la operación fue la
renuncia de los ministros socialistas. El historiador estadounidense
Bernard Cook ha subrayado con toda razón que
«Piano Solo se parece al Plan Prometeo aplicado por el coronel Georgios Papadopulos en 1967 para instaurar un gobierno militar en Grecia. Destinado a desestabilizar Italia y contrarrestar el avance de la izquierda, ese plan no era otra cosa que una “copia conforme de Gladio”». [32]
Collin, un experto en cuestiones militares, coincide en que
«el proyecto de De Lorenzo era similar, por sus aspectos técnicos, al que permitió al coronel Papadopulos tomar el poder en Grecia unos años después». [33]
La junta militar griega consolidó su poder generalizando los
encarcelamientos y la tortura, prácticas que no se habían visto en
Europa Occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La mayoría
de las personas arrestadas en las horas posteriores al golpe de Estado
fueron trasladadas a prisiones civiles o militares. Comunistas,
socialistas, artistas, profesores universitarios, periodistas,
estudiantes, mujeres implicadas en la política, eclesiásticos así como
sus familias y amigos fueron torturados. Se les arrancaban las uñas, se
les golpeaban los pies a bastonazos hasta que se les desgarraba la piel y
se les rompían los huesos. A las mujeres les introducían objetos
cortantes en la vagina. A muchos detenidos les metían trapos sucios –a
menudo con orina o excrementos– en la garganta para asfixiarlos, les
insertaban en el ano tubos con los que se les inyectaba agua a muy alta
presión, se les aplicaban choques eléctricos [34]. «Aquí todos somos demócratas», afirmaba el inspector Basil Lambro, jefe de la policía secreta de Atenas. «Todos los que son traídos aquí hablan. Usted no va a echarnos a perder nuestras estadísticas», agregaba. Aquel torturador exponía claramente la situación a sus víctimas:
«Nosotros somos el gobierno. Ustedes no son nada. El gobierno no está solo. Está respaldado por los estadounidenses.»
Si estaba de humor para ello, Lambro hacía incluso su análisis geopolítico: «El
mundo se divide en dos bandos: los rusos y los estadounidenses.
Nosotros somos los estadounidenses. Alégrese de que lo hayamos torturado
un poco. En Rusia lo habrían matado.» [35]
La derecha italiana y sus combatientes secretos estaban admirados
ante la eficacia con la que los griegos, con la ayuda de la CIA, habían
vencido a la izquierda. En abril de 1968, los coroneles griegos
invitaron a unos 50 fascistas italianos, entre los que se hallaba el
célebre Stefano Delle Chiaie, a viajar a Grecia para que vieran aquello
con sus propios ojos. Cuando regresaron a Italia, los miembros italianos
del Gladio pasaron a un nivel superior en materia de violencia y
comenzaron a poner bombas en lugares públicos. Aquellos atentados, que
mataron y mutilaron a cientos de personas, fueron imputados a los
comunistas italianos. Fueron entonces los militares de la junta griega
los que quedaron impresionados al ver con qué eficacia sus camaradas
italianos habían sido capaces de poner a su país al borde del golpe de
Estado y, el 15 de mayo, Papadopulos les envió un mensaje de
felicitación:
«Su Excelencia, el primer ministro, constata que los esfuerzos emprendidos desde hace algún tiempo en Italia por el gobierno griego comienzan a dar frutos.» [36]
La dictadura militar acabó en una implosión debido a la ausencia casi
total de apoyo popular cuando los coroneles se embarcaron en una
aventura imperialista al financiar –en 1974– un golpe de Estado en
Chipre con vistas a sustituir el legítimo gobierno del arzobispo
Makarios por un régimen títere que debía permitir la anexión de la isla.
En vez de aquello, lo que sucedió fue que las tropas turcas invadieron
la isla como respuesta al golpe. Todo ello provocó violentos
enfrentamientos que dejaron miles de muertos y que finalmente dieron
lugar a la división de la isla entre el norte turco y el sur griego.
Los coroneles fueron arrestados y juzgados. Papadopulos fue condenado a
muerte por alta traición en 1975, pena posteriormente conmutada a cadena
perpetua. Se votó la abolición de la monarquía mediante un referéndum y
se adoptó una nueva Constitución.
Después de su liberación, Andreas Papandreu pasó varios años en el
exilio, en Canadá y Suecia. Volvió a Grecia con la caída de la dictadura
de los coroneles y retomó su carrera política. Fundó el Movimiento
Socialista Panhelénico (PASOK, siglas en griego) que ganó las elecciones
en 1981. Fue nombrado primer ministro y formó el primer gobierno
socialista de la Grecia de postguerra. Aquel mismo año el país
se convirtió en miembro pleno de la Comunidad Europea. Pero Papandreu
mantuvo el mismo estilo radical y amenazó varias veces con retirarse de
la OTAN. Nunca llegó a concretar aquella amenaza pero, 6 meses antes de
su muerte, durante las revelaciones sobre el Gladio italiano, Andreas
Papandreu fue el primer ex jefe de gobierno que confirmó la existencia
de un ejército secreto del mismo tipo en su propio país.
Fue precisamente esa revelación lo que determinó la envergadura
internacional del escándalo y puso en una posición extremadamente
embarazosa a los responsables políticos del continente.
En efecto, el 30 de octubre de 1990, Andreas Papandreu declaró en una entrevista concedida al diario griego Ta Nea
que en 1984, siendo él primer ministro, había descubierto la existencia
en Grecia de un ejército secreto que seguía órdenes de la OTAN y había
ordenado desmantelarlo. El ex ministro de Defensa Nikos Kuris confirmó
que el ejército secreto creado en Grecia se había mantenido activo
durante la guerra fría. «Nuestro proyecto de estructura clandestina comenzó en 1955», afirmó «con la conclusión de un acuerdo entre el jefe de los servicios secretos griegos y la CIA».
«Cuando supe de la existencia de ese pacto inaceptable (…) se lo informé a Andreas Papandreu (…) y se dio la orden de disolver Sheepskin.» [37]
A finales de 1990, varias voces se hicieron oír desde las filas de la
oposición socialista para exigir la apertura de una investigación
parlamentaria. Pero el gobierno conservador que se hallaba en el poder y
el nuevo Partido Demócrata rechazaron aquel reclamo. El ministro de
Defensa Yioannis Varvitsiotis tuvo que reconocer ante el Parlamento que
la información que Papandreu había proporcionado era exacta y que la CIA
y comandos locales habían, efectivamente, montado una red secreta en el
marco de una operación llamada Sheepskin, que al parecer había sido «desmantelada en 1988» [38].
El ministro griego de Orden Público, Yannis Vassiliadis, indicó sin embargo que la policía no iba a dedicarse a investigar «fantasías» sobre supuestos vínculos entre la operación Sheepskin
y los actos de terrorismo perpetrados en el territorio nacional. Como
muchos de sus homólogos europeos, el ministro insistió en la función stay-behind del ejército secreto griego, desmintiendo categóricamente todo intento de control de la política interna:
«Sheepskin era uno de los planes concebidos por la OTAN en los años 1950 y nacido de la idea de que cuando un país es víctima de una ocupación enemiga es preferible que disponga de una red de resistencia organizada. Preveía que se repartieran por todo el territorio escondites de armas y agentes que formarían el núcleo combatiente de la guerrilla. En otros términos, era un acto defendible en nombre del interés nacional.» [39]
Como a pesar de todo la oposición seguía reclamando una investigación
oficial, el ministro de Defensa Varvitsiotis subrayó que no había
ninguna necesidad de abrir una investigación parlamentaria sobre el
ejército secreto porque él mismo iba a arreglar aquel delicado asunto
dentro de su ministerio. Y confió aquella investigación potencialmente
explosiva a un general que había servido en la OTAN y como agregado
militar en Washington. Incluso antes de que terminara la redacción
del informe sobre el stay-behind en Grecia, Varvitsiotis pudo así garantizar a sus colegas que «el gobierno no [tenía] absolutamente nada que temer». [40]
Este artículo es el capítulo 16 del libro Les Armées secrètes de l’OTAN
© Publicado en francés por Editions Demi-lune (2007).
© Publicado en francés por Editions Demi-lune (2007).
[1] Mackenzie, W. J. M., History of the Special Operations Executive: Britain and the resistance in Europe
(British Cabinet Office, Londres, 1948), p.703. El documento original
del Buró de Archivos Públicos de Londres no ha sido publicado aún.
Debe publicarse próximamente por la editora Frank Cass.
[2] Mackenzie, Special Operations Executive, p.722–723.
[3] Peter Murtagh, periodista del Guardian, escribió un apasionante relato sobre la traición contra la resistencia griega y la manera como los anglosajones confiscaron la democracia en Grecia durante la guerra fría. El título de su libro, basado en documentos recientemente desclasificados y en entrevistas con varios diplomáticos estadounidenses y británicos y empleados de la CIA, es harto elocuente: The Rape of Greece. The King, the Colonels, and the Resistance (Simon & Schuster, Londres, 1994), p.29. [La Violación de Grecia. El Rey, los Coroneles y la Resistencia]
[4] Sin autor especificado, «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?» Publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, del 26 de noviembre de 1990. Y Leo Muller, Gladio. Das Erbe des Kalten Krieges. Der NATO Geheimbund und sein deutscher Vorläufer (Rowohlt, Hamburgo, 1991), p.55.
[5] Murtagh, Rape, p.30.
[6] Ibid., p.24. Ver también The Concise History of Greece (Cambridge University Press, 1992) del profesor Richard Clogg, quien escribe que: «Policías indisciplinados abrieron fuego contra una manifestación en la Plaza de la Constitución, en el centro de la ciudad, con saldo de unos 15 muertos», p.137.
[7] William Blum, Killing Hope: US Military and CIA interventions since World War II (Common Courage Press, Maine, 1995), p.36.
[8] Murtagh, Rape, p.39.
[9] Blum, Killing Hope, p.38.
[10] Muller, Gladio, p.55. Y Jens Mecklenburg (ed.), Gladio: Die geheime Terrororganisation der Nato (Elefanten Press, Berlín, 1997), p.19.
[11] Jacques Baud, Encyclopédie du renseignement et des services secrets (Lavauzelle, París, 1997), p.546.
[12] Murtagh, Rape, p.41.
[13] Philip Agee y Louis Wolf, Dirty Work: The CIA in Western Europe (Lyle Stuart Inc., Secaucus, 1978), p.154.
[14] Agee, Dirty Work, p.155 y 156.
[15] Ibid.
[16] Murtagh, Rape, p.42.
[17] Publicación política austriaca Zoom, N°4/5, 1996, «Es muss nicht immer Gladio sein. Attentate, Waffenlager, Erinnerungslücken», p.73.
[18] Murtagh, Rape, p.43.
[19] Ibid., p.44.
[20] Ibid., p.71.
[21] Blum, Killing Hope, p.216.
[22] Sin autor especificado, «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?», publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, 26 de noviembre de 1990.
[23] Murtagh, Rape, p.90.
[24] Ibid.
[25] Ibid., p.102.
[26] Citado en Blum, Killing Hope, p.217.
[27] Ibid., p.218.
[28] Murtagh, Rape, p.114.
[29] Ibid., p.118
[30] Christopher Simpson, Blowback: America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War (Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1988), p.81.
[31] Agee, Dirty Work, p.154.
[32] Bernard Cook, The Mobilisation of the Internal Cold War in Italy en History of European Ideas. Vol. 19, 1994, p.116. Cook escribe “una copia exacta de Gladio” entre comillas porque cita a Paul Grinsborg, A History of Contemporary Italy: Society and Politics, 1943–1988 (Penguin, Nueva York, 1990), p.277.
[33] Richard Collin, The De Lorenzo Gambit: The Italian Coup Manque of 1964 (Sage, Beverly Hills, 1976), p.40.
[34] Ver Amnesty International, Torture in Greece: The First Torturer’s Trial in 1975. Londres, 1977. Passim. Y Blum, Killing Hope, p.218–220, Murtagh, Rape, p.1–9.
[35] Murtagh, Rape, p.6.
[36] Jean-Francois Brozzu-Gentile, L’affaire Gladio (Editions Albin Michel, París, 1994), p.41, 42 y 90. El diario británico The Observer parece haber publicado en una de sus ediciones el cable que los coroneles griegos enviaron a sus amigos italianos el 15 de mayo de 1969. Pero Brozzu-Gentile no precisa en qué edición lo hizo. La visita de los fascistas italianos a los coroneles griegos en el marco de la operación Gladio también aparece mencionada en el informe parlamentario italiano sobre Gladio y los atentados: Senato della Repubblica. Commissione parlamentare d’inchiesta sul terrorismo in Italia e sulle cause della mancata individuazione dei responsabiliy delle stragi: Il terrorismo, le stragi ed il contesto storico politico. Redatta dal presidente della Commissione, Senatore Giovanni Pellegrino. Roma, 1995, p.206.
[37] Gentile, Gladio, p.137.
[38] John Palmer, «Undercover NATO Group “may have had terror links”», publicado en el diario británico The Guardian, 10 de noviembre de 1990.
[39] Agencia de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990.
[40] Sin autor especificado «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?», publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, 26 de noviembre de 1990.
[2] Mackenzie, Special Operations Executive, p.722–723.
[3] Peter Murtagh, periodista del Guardian, escribió un apasionante relato sobre la traición contra la resistencia griega y la manera como los anglosajones confiscaron la democracia en Grecia durante la guerra fría. El título de su libro, basado en documentos recientemente desclasificados y en entrevistas con varios diplomáticos estadounidenses y británicos y empleados de la CIA, es harto elocuente: The Rape of Greece. The King, the Colonels, and the Resistance (Simon & Schuster, Londres, 1994), p.29. [La Violación de Grecia. El Rey, los Coroneles y la Resistencia]
[4] Sin autor especificado, «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?» Publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, del 26 de noviembre de 1990. Y Leo Muller, Gladio. Das Erbe des Kalten Krieges. Der NATO Geheimbund und sein deutscher Vorläufer (Rowohlt, Hamburgo, 1991), p.55.
[5] Murtagh, Rape, p.30.
[6] Ibid., p.24. Ver también The Concise History of Greece (Cambridge University Press, 1992) del profesor Richard Clogg, quien escribe que: «Policías indisciplinados abrieron fuego contra una manifestación en la Plaza de la Constitución, en el centro de la ciudad, con saldo de unos 15 muertos», p.137.
[7] William Blum, Killing Hope: US Military and CIA interventions since World War II (Common Courage Press, Maine, 1995), p.36.
[8] Murtagh, Rape, p.39.
[9] Blum, Killing Hope, p.38.
[10] Muller, Gladio, p.55. Y Jens Mecklenburg (ed.), Gladio: Die geheime Terrororganisation der Nato (Elefanten Press, Berlín, 1997), p.19.
[11] Jacques Baud, Encyclopédie du renseignement et des services secrets (Lavauzelle, París, 1997), p.546.
[12] Murtagh, Rape, p.41.
[13] Philip Agee y Louis Wolf, Dirty Work: The CIA in Western Europe (Lyle Stuart Inc., Secaucus, 1978), p.154.
[14] Agee, Dirty Work, p.155 y 156.
[15] Ibid.
[16] Murtagh, Rape, p.42.
[17] Publicación política austriaca Zoom, N°4/5, 1996, «Es muss nicht immer Gladio sein. Attentate, Waffenlager, Erinnerungslücken», p.73.
[18] Murtagh, Rape, p.43.
[19] Ibid., p.44.
[20] Ibid., p.71.
[21] Blum, Killing Hope, p.216.
[22] Sin autor especificado, «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?», publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, 26 de noviembre de 1990.
[23] Murtagh, Rape, p.90.
[24] Ibid.
[25] Ibid., p.102.
[26] Citado en Blum, Killing Hope, p.217.
[27] Ibid., p.218.
[28] Murtagh, Rape, p.114.
[29] Ibid., p.118
[30] Christopher Simpson, Blowback: America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War (Weidenfeld and Nicolson, Londres, 1988), p.81.
[31] Agee, Dirty Work, p.154.
[32] Bernard Cook, The Mobilisation of the Internal Cold War in Italy en History of European Ideas. Vol. 19, 1994, p.116. Cook escribe “una copia exacta de Gladio” entre comillas porque cita a Paul Grinsborg, A History of Contemporary Italy: Society and Politics, 1943–1988 (Penguin, Nueva York, 1990), p.277.
[33] Richard Collin, The De Lorenzo Gambit: The Italian Coup Manque of 1964 (Sage, Beverly Hills, 1976), p.40.
[34] Ver Amnesty International, Torture in Greece: The First Torturer’s Trial in 1975. Londres, 1977. Passim. Y Blum, Killing Hope, p.218–220, Murtagh, Rape, p.1–9.
[35] Murtagh, Rape, p.6.
[36] Jean-Francois Brozzu-Gentile, L’affaire Gladio (Editions Albin Michel, París, 1994), p.41, 42 y 90. El diario británico The Observer parece haber publicado en una de sus ediciones el cable que los coroneles griegos enviaron a sus amigos italianos el 15 de mayo de 1969. Pero Brozzu-Gentile no precisa en qué edición lo hizo. La visita de los fascistas italianos a los coroneles griegos en el marco de la operación Gladio también aparece mencionada en el informe parlamentario italiano sobre Gladio y los atentados: Senato della Repubblica. Commissione parlamentare d’inchiesta sul terrorismo in Italia e sulle cause della mancata individuazione dei responsabiliy delle stragi: Il terrorismo, le stragi ed il contesto storico politico. Redatta dal presidente della Commissione, Senatore Giovanni Pellegrino. Roma, 1995, p.206.
[37] Gentile, Gladio, p.137.
[38] John Palmer, «Undercover NATO Group “may have had terror links”», publicado en el diario británico The Guardian, 10 de noviembre de 1990.
[39] Agencia de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990.
[40] Sin autor especificado «Spinne unterm Schafsfell. In Südeuropa war die Guerillatruppe besonders aktiv – auch bei den Militärputschen in Griechenland und der Türkei?», publicado en el semanario informativo alemán Der Spiegel, N°48, 26 de noviembre de 1990.
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