La crisis en Ucrania ha puesto en marcha una serie de procesos cuyas consecuencias van a notarse a medio y largo plazo.
Las más evidentes, cómo la reaparición de Rusia como gran potencia o
su alianza con China, han logrado eclipsar otras no menos importantes
por menos evidentes; de estas, la puesta en marcha de procesos
disolventes en el seno de la UE es sin duda la más importante.
Lo orígenes de la UE se remontan a la Europa de la postguerra y la
creación, bajo el ala protectora de EEUU, de la Comunidad Europea del
Carbón y el Acero (CECA); dicha organización fué creada en 1951 a
iniciativa francesa del General de Gaulle y aceptada por el canciller
alemán Adenauer permitió al capital europeo dar sus primeros pasos hacia
una convergencia de intereses que acabó con los enfrentamientos por la
hegemonía en Europa que habían provocado dos guerras mundiales. Tras el
fín de la Guerra Fría la CECA dió paso a la UE actual, que se dotó de
una moneda propia (el ECU, primero, materializado luego como Euro), que
se convirtió en la moneda de referencia en las zonas de influencia del
capitalismo francés, formada por buena parte de sus antiguas colonias, y
del germano en Europa central y los Balcanes (en donde se impuso por la
fuerza de los bombardeos de la OTAN).
El principal problema del proyecto de la Europa unida bajo el dominio
de las élites francogermanas ha sido siempre su incapacidad de hacer
frente a las estructuras de poder anglosajonas, y muy específicamente a
EEUU. El único intento serio hasta la fecha de hacer frente a Washington
fué la negativa a apoyar la guerra de Irak (2003), dando lugar al
empleo de tácticas disolventes por EEUU contra la UE, dividiéndola entre
la "nueva Europa" simbolizada por Aznar, y la "vieja Europa" encabezada
por Francia y Alemania, y se saldó con un fracaso rotundo al no poder
impedir que EEUU destrozase el país. Más tarde, y para poner en marcha
sus planes de reorganización de Oriente Medio, EEUU profundizó con esa
táctica divisoria aliándose con la Francia de Sarkozy, que además de
reintegrar su país en la OTAN ayudó a aplastar la Libia de Gadaffi y
apoyó la desestabilización de Siria, ignorando los intereses de Italia y
las objeciones alemanas.
Alemania, calificada de "locomotora de Europa" ha evitado hasta ahora
un enfrentamiento directo con los EEUU, consciente de que no puede
ganar, y ha preferido llevar a cabo una discreta política de resistencia
a largo plazo, a sabiendas de que la debilidad de EEUU no para de
aumentar debido a la decadencia de su economía. Valga como ejemplo la
defensa encubierta de un bajo valor del Euro desde el inicio de la
crisis financiera iniciada en 2008: cada vez que el Dólar perdía valor
frente al Euro, dificultando las exportaciones europeas (en buena parte
francoalemanas), algún desastre que aparentemente amenazaba el futuro
del Euro (las crisis portuguesa, griega, española...), hundía su valor,
aumentando el del Dólar.
Pero el tiempo de estos juegos en la sombra ha pasado. La crisis
ucraniana, iniciada por el golpe apoyado por Bruselas para impedir el
acercamiento de Ucrania a Rusia, ha dejado paso a un nuevo tipo de
enfrentamiento, desgraciadamente muy similar a los conflictos de los
siglos XIX y XX. Rusia siempre se ha manejado bien en este tipo de
conflictos, como ha demostrado su tan inesperada como "modélica" anexión
de Ucrania, donde la ausencia de muertos ha hecho olvidar las
consecuencias que ese tipo de comportamientos ha tenido a lo largo de la
historia. En Alemania en cambio, tras iniciar -y perder- dos guerras
mundiales, las élites carecen del menor interés en arriesgarse a una
nueva derrota, motivo por el cual todos los ex-cancilleres alemanes han
denunciado como suicida la política ucraniana del gobierno de Angela
Merkel, con la excepción del ex-sacerdote anticomunista y presidente de
Alemania Joachim Gauck, que no para de exigir el uso de violencia para
"defender la libertad", olvidando que Alemania ha participado en 46
intervenciones militares en las últimas dos décadas.
Como el Fausto de Goethe, Berlín está viviendo en sus carnes su
incapacidad de controlar un proceso que puso en marcha sin reflexionar
al carecer del menor control sobre los golpistas de Kiev. Las
consecuencias de semejante error están generando enormes tensiones en el
este de la UE: en Europa central los checos, húngaros y eslovacos, que
tienen importantes lazos económicos con Rusia, se han negado a aceptar
el despliegue de tropas de la OTAN en sus territorios y no quieren
apoyar sanciones a Rusia (que sólo pueden aplicarse por unan
inanimidad), mientras que Polonia actua como punto de lanza de EEUU en
el conflicto con Rusia; como consecuencia, el Grupo de Visegrad, formado
por Chequia, Eslovaquia, Hungría y Polonia con el objetivo de unificar
su política exterior ha perdido su sentido y amenaza con disolverse, y
hasta el gobierno polaco empieza a cuestionarse su fidelidad
incondicional a los EEUU, como se ha sabido gracias a un escándalo de
escuchas. Por cierto, el triunfo de Moscú en lograr que checos y
húngaros den un giro de 180 grados y abandonen su política exterior
antirusa dice mucho de la diplomacia rusa... y de la alemana.
En los Balcanes ocurre algo similar: la lucha de EEUU por reducir la
dependencia energética de la UE respecto a Rusia, apoyada por la
Comisión Europea, ha sido un fracaso total y amenaza con resquebrajar la
UE en los Balcanes. Según el jefe de la petrolera austríaca OMV,
intentar independizarse energéticamente de Rusia ha costado los últimos
años medio trillón (con T) de euros a la UE en inversiones inútiles: el
gas lícuado es carísimo, y el proyecto del gaseoducto Nabucco ha sido
abandonado, mientras Rusia no ha parado de establecer alianzas en toda
la península balcánica para construir su propio gaseoducto, South
Stream, siendo actualmente Austria, antiguo valedor de Nabucco, el país
que más defiende South Stream.
La UE, que es incapaz de ofrecer algo que ofrezca beneficios
económicos a esos países remotamente similares a un suministro barato de
gas ruso, ha preferido aplicar el modelo ucraniano, y amenazar con
derrocar al gobierno búlgaro para poder parar temporalmente South Stream
(Bulgaria es clave para el gaseoducto). Este chantaje no ha podido
impedir que Macedonia, Grecia y Turquía hayan pedido formar parte del
consorcio South Stream, así como aumentar el desprecio en la región a
una UE que precisamente hace poco ha cancelado el acuerdo de Schengen
para bulgaros y rumanos, forzándoles a volver emplear visado, y que
debido al conflicto ucraniano está amenazada con carecer de suministro
de gas este invierno.
Pero lo peor de este conflicto no es la hipotética debilitación de la
UE o incluso su desaparición, sino el crecimiento de las ideas
conservadoras y reaccionarias en el este de Europa, proceso apoyado
activamente por Moscú, Washington y Bruselas. Al gobierno ucraniano con
participación fascista y al gobierno polaco, ambos pro-EEUU, se unen los
gobiernos de los países bálticos, totalmente pro-UE y que además de
homenajear a genocidas miembros de las SS aplican un régimen de
apartheid contra las minorías de habla rusa en sus territorios, algo
consentido por la UE. Y no olvidemos la estrecha alianza de Moscú con el
gobierno húngaro de Victor Orban, que ha estado coaligado con el
partido antisemita y profascista Jobbic, el cual a su vez está aliado al
grupo fascista griego Amanecer Dorado, también proruso. Putin, por su
parte, pretende convertir a Rusia en la vanguardia del conservadurismo
mundial, algo que está logrando, debilitando así a la base social que
apoya a la OTAN.
La existencia de intereses económicos y políticos enfrentados en el
este de Europa, y la aparentemente imparable difusión de ideas
nacionalistas y reaccionarias por toda la zona, mientras la izquierda
brilla por su ausencia, son un claro aviso para navegantes. Y mientras
todos estos malos augurios se generalizan, el New York Times hace
apologías de la guerra y asegura que el bienestar solo es posible
mediante la guerra, asegurando que es necesaria una guerra importante,
olvidando oportunamente que hoy día hay en el mundo más refugiados que
durante la segunda guerra mundial. Por todo esto, hoy día es más
importante que nunca el organizarse y luchar por un mundo mejor y hacer
frente a este sistema social enloquecido que pretende empujar a la
humanidad al desastre.
inSurgente
Anarquistas israelís detenidos en Tel Avivx A las Barricadas21 anarquistas fueron detenidos al intentar frenar los bombardeos contra Gaza
Comentarios
Publicar un comentario