Retos de la movilización y línea revolucionaria de intervención. Informe político de Red Roja. Mayo 2014
1. Situación socioeconómica en general.
Como ya advertíamos en nuestro informe anterior de noviembre de 2013 (1),
a pesar de que desde el gobierno se nos viene anunciando la salida de
la crisis –ofreciendo más que nada datos “fríos” de la macroeconomía-,
voces de dentro del mismo sistema aventuran que harán falta muchos años
(algunos hablan de una década) para que la gente
perciba esa “salida” en
términos de empleo, o para que simplemente se recuperasen los más que
limitados y desiguales niveles anteriores al estallido oficial de la
crisis, y que ellos llaman “bienestar”. Así se anuncia en los propios
medios del sistema que, evidentemente, van más allá de las
comparecencias mediáticas del gobierno. Pero no sólo eso. Desde
Bruselas, Francfort y Berlín se reclaman más reformas estructurales
para que pueda darse ese eventual beneficio social incluso si la crisis
amaina… con lo que ello significa: que la economía seguirá vigilada y
supervisada (incluyendo la visita regular de “los hombres de negro”) (2)
En
términos macroeconómicos, la deuda ya alcanza oficialmente
prácticamente todo el PIB, todo lo que se produce en el Estado español. Y
se prevé que siga aumentando. (3)
Se sabe que es impagable. De lo que no se habla mucho es de que el
capital más fuerte (en buena parte internacional) utiliza la
imposibilidad de pagar la deuda para imponer la conquista de mercados.
Una de las razones de que se rebajen los intereses de la nueva deuda
emitida (bajada de la prima de riesgo, del bono a diez años, etc.) es
que afluyen muchos inversores a la deuda pública precisamente por no
tener suficiente confianza en que la economía real les garantice los
mismos réditos. Lo que está claro es que desde el gobierno y oposición
se ha mandado a los inversores el “mensaje claro de confianza” –bien
sellado constitucionalmente- de que pueden estar tranquilos de que aquí
se puede hacer negocio rentable con la deuda, de que “el país, muerto,
antes de no pagarles sus intereses”.
En
cualquier caso, esa falta de rentabilidad de la economía real, e
incluso del propio negocio bancario, plantea la necesidad perentoria de
destrucción de valores de capital. Precisamente uno de los mecanismos
indirectos (el otro es la guerra) utilizados para ello es forzar la
inflación en relación con una devaluación del euro. Pero aquí nos
encontramos con una contradicción -ya mencionada en otras ocasiones-
entre Alemania y el núcleo duro de la UE, por un lado, y el resto de
países periféricos (que ya alcanza a la misma Francia) por otro. Unos
quieren devaluación para exportar más, basándose en que a los
importadores les costaría menos comprar “al cambio”. Pero a Alemania
(potencia exportadora inigualable) no le interesa porque rebajaría el
valor relativo de lo que retorna de los países que domina económicamente
si en estos subieran demasiado los precios. El resultado de todo este
juego contradictorio de intereses es que, de momento, lo que se está
imponiendo es una deflación que, en el caso del Estado español, es
síntoma de una economía moribunda. Nadie duda al respecto. De ahí las
presiones “periféricas” a Mario Dragui, presidente del Banco Cenral
Europeo, para que actúe.
En cuanto al
plano estrictamente financiero, si bien ya es brutal la concentración
bancaria que ha habido, aún queda muchísimo trecho que recorrer, siendo
claramente internacional el ámbito de la contienda. También hemos
mencionado en otras ocasiones que el arma de esa disputa será la supervisión bancaria supraestatal y la exigencia por parte de ésta de mayor liquidez
para dar crédito; exactamente en los términos en que la propia
presidenta de la FED acaba de hacer refiriéndose concretamente a los
grandes bancos de EEUU. Hay pues una “sorda carrera” en muchas entidades
bancarias por disponer de “dinero contante y sonante” (liquidez) para
pasar dichos exámenes de supervisión. Y es así como vemos iniciativas
para mejorar las cuentas deshaciéndose de edificios, entidades menores,
sectores de negocio, etc.; en definitiva, soltando lastre en un intento
de transformar esos pasivos en liquidez sea como sea.
En
el ámbito social y laboral –y dado de que ya se ha hablado mucho de
“los recortes” que trae consigo la crisis capitalista que sufrimos- esta
vez hemos querido hacer hincapié en un aspecto en particular: el de la
migración. Y dentro de ésta, a ese fenómeno, relativamente nuevo,
protagonizado por la salida en masa de mucha juventud trabajadora. No se
trata de una salida para mejorar empleo (“fuga de cerebros”), sino
simplemente para tenerlo. Y ya no se parte en las mismas condiciones de
la oleada anterior de los 60-70 con respecto al país de recepción.
Además
de la cuestión de desarraigo social en sí que este fenómeno conlleva
(como toda migración proletaria), hay que ver cómo esto actúa de
“desahogo macroeconómico” para el poder (de “válvula de escape”), así
por lo que supone de desestructuración militante en el activismo y en
las propias organizaciones políticas. Tenemos que ser conscientes de
que, en la medida en que no haya una salida política colectiva, la
situación se degrada en varios aspectos y florecen las lógicas “salidas
(literalmente hablando) individuales”. Desde Red Roja queremos dedicar
una especial atención a esta problemática. De momento, presentamos un
pequeño adelanto del estudio de conjunto de la migración en el Estado
español, que se está realizando, precisamente, desde la militancia más
joven de nuestra organización.
Algunas notas sobre la cuestión de la emigración
Desde
el comienzo de la crisis en 2008 la situación social se ha agravado
considerablemente. A la miseria, el paro y la precariedad crecientes hay
que sumar la emigración. El Estado español ha sido desde 1998 hasta el
2008 receptor de inmigración por motivos económicos fundamentalmente.
Pero desde entonces hasta hoy han ido saliendo fuera de las fronteras a
buscar otro empleo, o retornando a sus países de origen, multitud de
personas, expulsadas de nuestros pueblos. Desde el 2011 son más las
personas que abandonan el país que las que llegan, por lo que se está
perdiendo población. Es el país de Europa que más población ha perdido
desde que comenzó la crisis. Esto no ocurría desde la Guerra
Antifascista del 36-39, ni siquiera en las grandes emigraciones de los
años 60. Nos podemos hacer una idea de la magnitud de este proceso y de
algunas previsibles consecuencias que tiene y tendrá.
Lo
primero que hay que decir es, que como suele ser habitual, aunque
necesarias por ser las únicas que hay, las estadísticas oficiales son
deficientes. Hay una enorme dificultad a la hora de poder interpretar
los datos oficiales pues son confusos, contradictorios y llevan a
equívoco. Evidentemente, los datos publicados por el Estado español
entran en contradicción con los del alemán, pues ambos tienen intereses
diferentes con respecto a su discurso al respecto de la emigración. En
el caso de la emigración española hay una diferencia enorme (multiplican
por 6 la cantidad de emigrantes españoles) entre los datos
de Alemania y los del INE. Dicho esto, la cuestión está en poder
interpretar las tendencias y tratar de mirar bajo la alfombra de los
datos para hacerse una idea de la complejidad del asunto.
No
es posible saber con certeza cuánta gente ha sido expulsada desde el
inicio de la crisis. No hay estadísticas que reflejen ese flujo
directamente. Sólo el Padrón de habitantes. Pero si te vas
del país no sueles darte de baja y muchas veces no te vuelves a dar de
alta en el país de destino. Por ejemplo, En el primer semestre de 2013
emigraron 125.000 personas, de las cuales 25.000 son españolas. El 90%
de ellas inmigrantes o nacionalizadas de origen extranjero. Sobre todo
rumanas, marroquíes y ecuatorianas.
Estos
datos son imprecisos o falseados pues se recogen a través del padrón,
por lo que todos los inmigrantes no empadronados que se han ido no están
reflejados en ellos. Sin embargo podemos decir que, según esos datos,
en los seis primeros meses de 2013 se pierde más población que en todo
2012. Desde 2008 a 2013 se han marchado 2.186.000 personas, a pesar de
que los datos oficiales hablan de 250.000 que han nacido aquí, o sea,
son españolas, otras investigaciones datan en 700.000 las personas que
se han marchado y son españolas. No tenemos datos oficiales aun del
segundo trimestre ni del 2014.
De las
personas extranjeras o de origen extranjero nacionalizadas, la mayoría
vuelve a sus países. Los nacidos en España se van al Reino Unido,
Francia, EE.UU, Alemania y Ecuador, principalmente, por ese orden. La
franja de nacidos aquí que más se marcha son hijos de personas de origen
extranjero que se van con sus padres.
Las
consecuencias de la pérdida de población no son sólo económicas y
demográficas. También son, en cierto sentido, políticas. Quien se marcha
es clase trabajadora en paro, que han trabajado durante años aquí y han
construido también organización y prácticas de clase. Quien se marcha
es la juventud titulada. Perdemos potenciales miembros de las filas
combatientes de la lucha cotidiana y popular en nuestros barrios y
pueblos. El problema no es sólo que haya gente que se marcha. También es
que se está generando una situación en la que la juventud siente que
este no es país para vivir, ni para tener aspiraciones, que en nuestras
ciudades y pueblos no hay lugar donde ubicarse y desarrollarse. Esa
sensación de tener una orden de expulsión incierta, una presión
permanente por vaciado de los barrios en los que vivimos, dificulta más
aun que la gente que se queda pueda implicarse en las luchas locales.
Vincularse a un territorio, a una tierra, sentir que se pertenece a algo
colectivo, es imprescindible para garantizar las tareas que tenemos por
delante.
2. Situación política
Particularmente
cuestionada socialmente se encuentra la institución de la monarquía,
que durante muchos fue forzadamente “cuidada” como garante de
estabilidad. Ahora, ni en sus propias encuestas pueden evitar que este
Rey se les… caiga. La institución tiene problemas de verdadero recambio.
Pues temen abrir la veda que termine por cargársela entera y contagie
al conjunto del sistema de concertación post-franquista; algo que tiene
un valor político mucho más elevado. En realidad, sólo en este sentido
nos interesa la puesta en cuestión de la monarquía: como un punto de
partida más que de llegada para retomar el hilo de la “ruptura
democrática” escamoteada tras el largo período franquista.
Ciertamente,
el cuestionamiento de la Transición va tomando a su vez un carácter más
generalizado. De hecho, es objeto de inclusión en programas de
candidaturas que se reclaman de izquierdas. Pero no son consecuentes,
pues hablan de “agotamiento” de la Transición o de “ruptura de pacto”.
Debe desde luego aprovecharse esa debilidad de la legitimidad de la
Transición incluso entre gente que la apoyó, pero sólo para que se
avance en la dirección de la puesta en cuestión de todo el sistema desde su origen. Es el reto que tenemos en el plano político de cara a las movilizaciones. Que
la puesta en cuestión de la Transición sea la línea de demarcación
política y no simplemente la forma de sistema, que si república o
monarquía. Observemos que los reformistas y oportunistas pueden
abrazar el discurso republicano, pero no el de denunciar toda la
Transición desde su origen. Por eso, podemos hablar de línea de
demarcación política. No pueden pasar esta línea, pues ellos mismos
forman parte de ese sistema que hay que superar. Merece la pena que nos
detengamos en este asunto que conforma uno de nuestros pilares básicos y
sobre el que queremos hacer un verdadero trabajo de “reagrupamiento
práctico-político” con compañerxs de otras organizaciones y colectivos
con los que nos encontramos en las movilizaciones, concretamente en lo
que se refiere a las movilizaciones por la República, y haciendo si es
preciso un balance histórico de las mismas a partir del cual plantear
cómo revitalizarlas.
Recordemos que
fue el 6 de diciembre del 2003 cuando se celebró por primera vez en
Madrid una manifestación por la III República, contra la constitución
del 78 y por el derecho de autodeterminación de los pueblos que llevaba
por lema central: “ 1978-2003, la ruptura democrática aún está
pendiente”. Esta movilización supuso un gran paso en la extensión y
crecimiento del movimiento republicano y convirtió los actos
conmemorativos de la II República en movilizaciones de calle con una
reivindicación política de actualidad. No se limitó a un trabajo de
memoria histórica. A partir de ahí, en estos años, el movimiento
republicano se ha ampliado y tiene su expresión en múltiples actos y
movilizaciones y su organización en diferentes plataformas, ateneos y
colectivos...
Si bien hay que
reconocer un gran avance en ese sentido, últimamente también hay que
señalar cierto estancamiento en su capacidad de movilización, que no se
corresponde con las condiciones favorables que brinda el desprestigio
tanto de la monarquía como del entramado político institucional surgido
de la Transición. Esto es debido, por un lado, a la penetración en el
movimiento republicano del reformismo. Y, por otro, al rechazo de las
izquierdas independentistas y soberanistas a reivindicar un Estado
español por muy republicano que este sea; y, en definitiva, a no
confluir en una movilización política conjunta de esta naturaleza, a
nivel de este Estado, por más que se esté uniendo en todo momento la
reivindicación del derecho de autodeterminación de los pueblos a la del
cambio de modelo de estado y por extensión de régimen.
El
reformismo encabezado por IU-PCE se sumó a la reivindicación de la
república cuando el movimiento adquirió un carácter de masas (no
participaron en las primeras movilizaciones) y manteniendo las
posiciones demagógicas carrillistas (“soy republicano pero
juancarlista”). Reivindican formalmente la república pero no cuestionan
ni un ápice el régimen heredero del franquismo pactado y aceptado por
esas organizaciones en la Transición, hasta el punto de ver al
secretario general del PCE y al coordinador federal de IU loando la
figura de quien fuera secretario general del movimiento nacional
franquista -Adolfo Suárez- durante su funeral en sede parlamentaria.
La
situación exige dar pasos adelante en la unidad de acción de todas
aquellas fuerzas que están en contra del régimen, de quienes lo hacen
desde posiciones republicanas, independentistas, comunistas o
anarquistas. Si la unidad no puede darse en toda su dimensión en la
propuesta política de largo alcance, si puede avanzar en torno a lo que
se desprende consecuentemente de la lucha contra el régimen emanado de
la Transición: la oposición a la monarquía corrupta e impuesta por la
dictadura franquista, la oposición a la unidad nacional del estado en
contra de la voluntad de los pueblos sometidos a su aparato, la
oposición a la constitución de 1978 donde se consagran los privilegios
de la oligarquía y la economía capitalista que tanto sufrimiento está
vertiendo sobre la clase trabajadora y los sectores populares, la
oposición al proceso iniciado en los Pactos de la Moncloa de expolio
continuado de los derechos sociales y laborales, la oposición a toda
legislación de pérdida de libertades y derechos civiles, políticos y
sindicales ( Ley Antiterrorista, Ley de Partidos, Ley de
Extranjería....). Todo ello puede ir recogiéndose en una serie de puntos
a fin de ir llevándolos “a la calle” y que de alguna manera retoman (y
actualizan) el hilo del rupturismo político roto por el enjuague de la
Transición:
- Derogación de la
Constitución de 1978 y apertura de un proceso constituyente que parta de
la ruptura con la legislación e instituciones del régimen. Salida de la
OTAN y desmantelamiento de las Bases. Ruptura con la construcción de la
Europa del capital y el imperialismo, salida de la UE y el euro.
Separación absoluta de la Iglesia y el Estado: por un Estado laico.
·
Socialización de la banca y de todas las empresas estratégicas como
energía, comunicaciones, transporte, industria farmacéutica básica, etc.
Todos los recursos naturales deben ser de propiedad pública. Reforma
agraria. Reforma fiscal progresiva. Educación, sanidad y servicios
sociales exclusivamente públicos. Fomento de la vivienda social pública y
paralización de los desahucios. Protección social completa para todas
las personas desempleadas. Igualdad de la mujer trabajadora.
·
Derecho de autodeterminación para todos los pueblos y naciones
oprimidas. Libertad de expresión, de reunión, asociación, manifestación y
acción política. Derogación de la Ley de Extranjería y plenos derechos
para todos los trabajadores extranjeros.
·
Contra la impunidad de los crímenes de la Dictadura. Anulación de las
sentencias de los tribunales fascistas. Verdad, justicia y reparación
para las víctimas del franquismo. Eliminación de toda la simbología
fascista en lugares públicos.
·
Libertad para todos los presos políticos antifascistas, comunistas,
anarquistas e independentistas y amplio indulto para los presos por
causas que tienen su origen en las desigualdades sociales. Derogación de
la Ley de Partidos. Disolución de la Audiencia Nacional, de los
tribunales militares y de los cuerpos represivos, así como depuración de
responsabilidades de los torturadores y de los implicados en la guerra
sucia.
La propuesta de Red Roja es
abrir un debate entre las organizaciones y militantes sobre estos puntos
de elevada proyección política. Y que desde esta perspectiva de unidad
de acción contra el régimen, pudiera concluirse en una jornada de lucha y
movilizaciones simultáneas en todo el estado el 6 de diciembre.
Retomando
el hilo de este informe, y en lo que al diagnóstico de la situación
política general se refiere, observamos que uno de los elementos que
está precisamente fracturando el sistema de concertación postfranquista
es la persistencia (en tendencia creciente) de las reivindicaciones
nacionales. En estos tiempos de crisis, estas reivindicaciones son
alimentadas también por las propias burguesías nacionalistas, a las que
les interesa sumarse al cuestionamiento del “status quo
estatal” impuesto desde Madrid. Ya hablamos de ello en el anterior
informe. Una atención particular debemos poner ahora en el seguimiento
de la iniciativa abanderada por Artur Mas. Estaremos pendiente de hasta
dónde llegan los intentos de “unilateralidad” de la Generalitat en lo
que se refiere al proceso de consulta al pueblo catalán. Y en todo
momento estaremos en contacto con nuestros aliados más próximos del
independentismo catalán para ver cómo ellos se insertan en todo esto y
qué se marcan como prioridades y objetivos en los meses a venir.
En
cualquier caso, y ocurra lo que ocurra, tenemos un trabajo pendiente de
defensa del derecho de auotodeterminación como elemento indispensable
de la unidad de los diferentes pueblos. Pasará a ser de la misma
importancia que el trabajo de neutralización de los ataques a la
inmigración. Hay que obstaculizar todo lo que se pueda una movilización
reaccionaria por parte del patrioterismo españolista que buscar desviar
la atención en un contexto de aguda crisis social como el que vivimos.
Ciertamente, y tal como decíamos en el anterior informe, también las
burguesías “periféricas” están utilizando las legítimas reivindicaciones
nacionales para darse margen de maniobra en la aplicación igual de brutal
de unos recortes socio-laborales dictados, en últimas instancia, por la
UE: el amo común de de todas las burguesías que gobiernan o aspiran a
gobernar en las distintas administraciones de ese Estado español de las
Autonomías que ahora se resquebraja. Pero indudablemente pasa a
principal desmarcarse de demagogias con “tintes antiburgueses” tipo la
de Cayo Lara, al servicio del régimen de Madrid, y que pretenden
justificar su impresentable negativa a defender sin ambages del derecho
de autodeterminación en el Estado español.
Dados
los evidentes síntomas de “agotamiento” del sistema de concertación del
78, comienzan a surgir voces a favor de “Pacto de Estado”, como ha sido
el caso recientemente de Zapatero. Surgen en primer lugar, y
precisamente, en nombre de “parar el desafío catalanista”. Pero, en este
terreno, lo hacen también con la intención de ir satisfaciendo las
exigencias de Bruselas en cuanto al recorte de las autonomías. No lo
tienen fácil. No sólo porque los gobiernos de las autonomías en su
relación con el central de Madrid son utilizados político-electoralmente
en el enfrentamiento mutuo de los partidos del régimen de la
transición, sino por lo que significa de “rincones de poder y
corrupción” de los diferentes barones incluso dentro de un mismo
partido. Sólo hay que ver los “desencuentros” de la “periferia” del PP
con el ministro de hacienda Montoro.
Pero
ese Pacto de Estado también se ve como manera de apuntalar la fuerza
del PP y del PSOE, porque en el interés de ambos está en no tener que
depender de alianzas, por ejemplo, con organizaciones como IU, que
obligaría a hacer concesiones (sólo sea por demagogia) que entrarían en
contradicción con las políticas de ajustes. Ver el último ejemplo en
Andalucía con la crisis de los “realojos” de las familias de la Corrala
Utopía. Evidentemente estos guiños PP-PSOE “rebelan” a IU, cuya
estrategia pasa no por sustituir al PSOE -sabe que eso le pondría en una
situación inmanejable de desgaste-, sino por acompañarlo de “segundona”
(eso sí con mucha mayor fuerza relativa que ahora). ¿Acaso no confiesa
Cayo Lara todo esto cuando ¡denuncia! los intentos pesoistas para pactar
con el PP explicitados por Zapatero? ¿Pero no tendría que alegrarse,
aprovecharse y liderar toda la izquierda ocupando holgadamente la plaza
el PSOE?
Esto ya nos lleva a la
disputa electoral por “liderar la izquierda”. Como ya habíamos
advertido, han terminado por saltar las contradicciones
burocrático-organizativas entre IU y las alternativas “a su izquierda”.
Como es el caso con Podemos. Parece que el proyecto de Podemos
finalmente no está a la altura de lo que se planteaba: ir más allá del
tope electoral de IU y poder agrupar no sólo a la gente votante de IU
sino a toda “la gente indignada” que quiere ver una verdadera
alternativa de gobierno “distinta” de esa política profesional en la que
incluyen a IU. Bien al contrario, en los últimos tiempos ha habido
movimientos demagógicos de IU que golpean la estrategia de
Podemos-Iglesias. Importante esto, por lo que afecta a los repetidos
intentos “electo-radicales” (pensemos en gente en torno a Izquierda
Anticapitalista) de canalizar la movilización social que vienen
sucediéndose tras el 15M.
En lo que
ya más directamente nos concierne con respecto a las elecciones
europeas, ha sido imposible presentar una candidatura dentro de la
estrategia revolucionaria por el socialismo que parta de la línea de
demarcación –la que establece el no pago de la ilegítima deuda impuesta
desde unas instituciones europeas que consideramos enemigas- que venimos
defendiendo en el actual periodo de movilizaciones socio-laborales
contra la crisis capitalista. Por tanto, la necesaria disputa con el
oportunismo y el reformismo (siempre que haya gente a la que interese
llegar) sólo podrá darse en la “campaña” en la modalidad de “no
presentación”. Abordaremos este asunto siendo imaginativos. No hay
muchos precedentes al respecto. Al respecto, ya hay programado actos
convocados conjuntamente con otras organizaciones que han decidido
igualmente no presentarse a estas elecciones europeas. En el siguiente
apartado volveremos sobre este asunto.
3. Sobre la movilización del 22M
Se impone un balance de las movilizaciones de las marchas a Madrid del 22M desde la participación activa que hemos tenido.
Consideramos
que supera al 15M en la medida en este nadaba en la ambigüedad
ideológica y se jactaba de su vocación anti-organizacional. Al tiempo,
la impresionante movilización del 22M se ha hecho al margen de las
organizaciones más oficialistas, incluyendo en éstas a los “sindicatos
mayoritarios”. En cuanto a los contenidos, ha habido un fortísimo
acercamiento de masas a la línea de demarcación que defendemos; lo que
hace creíble la posibilidad de que se dé en el tiempo un
cuestionamiento, también masivo, del poder político a partir de la
brutal crisis socio-económica que padecemos. Para darse cuenta de la
importancia de esto, repárese, por ejemplo, en cómo IU plantea recoger
todas las reivindicaciones del 22M menos una: precisamente la que la LRI
(Línea Revolucionaria de Intervención) plantea como frontera actual
entre lo admisible por el sistema y -de no cambiar la actual correlación
de fuerzas y en favor del campo popular- lo que no (No al pago de la
deuda por ilegítima)
El 22M también
ha supuesto un gran paso adelante en el planteamiento de la unificación
de las luchas. Y ha contribuido a hacer madurar entre la gente la
necesidad de la autoorganización de base así como, muy importante, ha
posibilitado conocer más ampliamente la naturaleza del régimen de
represión en que vivimos.
Pero
también hay que ser conscientes de los propios límites de 22M y las
dificultades en ciernes para superar el listón de movilización
establecido. Con la legitimidad de que nos hemos volcado en el 22M y lo
hemos empujado a posiciones de la “línea de demarcación”, ahora toca
poner el acento en la crítica a una excesiva apología del mismo, que
refleja desconocimiento del desarrollo de la lucha de clases, de los
aparatos del estado, etc. Ahí tenemos que distinguirnos sin concesión
alguna.
Particularmente con respecto a
los enfrentamientos que se sucedieron cuando aún no había acabado la
manifestación, ciertamente hubo provocación. Y ya lo advertíamos en
nuestra declaración sobre las marchas: “Las
mismas Marchas en sí ya requieren que haya un avance en la
autoorganización popular, incluyendo aquí todo lo relativo al
establecimiento de unos mecanismos de seguridad propios que impidan las
provocaciones que querrán tendernos nuestros enemigos de clase, de
dentro y de fuera de los aparatos del Estado. Máxime cuando hay mucho de
imponderable, de imprevisible, en cuanto a qué va a ocurrir una vez en
Madrid, cuando las diferentes columnas se fundan con “el Madrid que
resiste”. (5) Pero lo que sucedió no sólo se explica
porque hubiera provocación. Hay un creciente movimiento, sobre todo,
entre la juventud proletarizada que desborda los cauces de
movilizaciones tipo la del 22M.
En
este sentido, el 22M está a las puertas de agotar uno de los dos
vectores de movilización de masas que tenemos que afrontar y aspirar a
orientar (o como mínimo intervenir en su orientación y organización).
Nos referimos al protagonizado por un conjunto interclasista de sectores
afectados, como no podían imaginar, por esta crisis sistémica y que se
ha incrementado muchísimo en el último lustro. Este vector de
movilización tiene mucho (no todo evidentemente) de aspiraciones
legalistas, pacifistas y electoralistas en proyección. Por eso, el 22M
no recubre todas las expresiones de la lucha de clases desencadenada por
la brutal, profunda, extensa y duradera crisis social que padecemos.
Aún menos, si nos referimos a las formas organizativas y los métodos de
lucha. Y el 22M -tal como se da ahora, y con la relación de fuerzas
organizativas que conforman las coordinadoras- está lejos de cubrir las
necesidades urgentes de la lucha de clases.
El
otro vector de movilización que tenemos que afrontar es uno mucho más
antisistema (antifascista y radical). Y si bien es protagonizado
principalmente por un sector de la juventud proletarizada, cuenta con un
apoyo creciente (que naturalmente no puede cuantificarse por sus
expresiones públicas) en sectores de los trabajadores y entre muchas
víctimas de la “guerra social” que estamos padeciendo.
Queda
pendiente, pues, una interpretación justa de este doble fenómeno
portador inevitable de contradicciones. No sólo así podremos trabajar
para hacer complementar ambos movimientos. También dificultaremos con
mucha mayor eficacia las provocaciones (ciertas) de los aparatos del
estado y del conjunto de las clases dominantes. La interpretación que
tenemos pendiente de desarrollar debe desmarcarse de decir que todo lo
que no sea 22M o parecido es una simple provocación del enemigo; por
cierto, interpretaciones que nos retrotraen a desgraciados pasajes de
los años de la Transición.
Con
respecto a la línea abierta por el 22M, queda avanzar en la
sistematización organizativa del poder popular de base de forma más
permanente. No sólo hay que contribuir a sacar a la gente desde donde
está para movilizarse principalmente en manifestaciones. También hay que
llevar la movilización allí donde está la gente. Hablamos de la
aplicación de la “línea de barrio” y de la unificación de luchas,
también a nivel más local, bajo el estandarte universal del no
pago de la ilegítima deuda. Y, por supuesto, hay que dar pasos de fusión
con el movimiento obrero. Su no relación es lo que hace, por ejemplo,
imposible hoy por hoy una huelga general que no sea convocada por
oficialistas. En los meses venideros hay que ver cómo se desarrollan las
experiencias concretas surgidas en el contexto del 22M.
4. Balance y perspectivas de la línea revolucionaria de intervención en la movilización social
Concretamente
en el marco de masas abierto por el 22M, hemos logrado intervenir con
bastante éxito -aún más, si se tiene en cuenta nuestra fuerza limitada-,
distinguiéndonos tanto del oportunismo reformista-electoralista
meramente antiPP como de ese sectarismo infantil de fraseología radical
de no “se me ha perdido nada en Madrid” (de ciertos “soberanistas”) o
“el 22M no es suficientemente de clase”. Aunque, quizá, nos ha faltado
emplear más energía en defender lo expresado por nuestra declaración de
las Marchas. En cualquier caso, esto último no dejaría de estar
relacionado con los límites de “mimbres organizativos” propios. Por
esto, en el periodo que ahora se abre, tenemos que avanzar más en la
comprensión y aplicación de lo que, entre nosotros, hemos dado en llamar
la “dualidad organizativa”; es decir, en cómo reforzamos de forma
diferenciada y dialéctica tanto la línea revolucionaria como los marcos
populares en los que intervenimos. Y ahí RR está bastante más sola de lo
que parece. Lo que aún nos obliga a ser más estricto en este asunto,
dada la responsabilidad política que, de alguna manera, hemos adquirido.
Se
nos impone también realizar un balance particular de cómo ha
intervenido el nacionalismo de izquierdas en el 22M y las batallas
ideológico-políticas que, sobre todo, en algunos lugares hemos tenido
que librar. De momento, digamos sólo que debemos insistir en la
importancia de la cuestión de la crisis social en su dimensión de clase e
internacional: “nos hemos ido a Madrid, pero porque no hemos podido ir a
Bruselas-Berlín…”.
Más allá del 22M,
con respecto a la movilización y al desarrollo que está tomando la
lucha de clases en general, la línea revolucionaria de intervención
tiene que afrontar varios planos diferenciados a fin de tocar
todas las teclas en lo que se refiere al objetivo de avanzar en la
relación de fuerzas (término más justo que el de la “acumulación”). Y
esto, en línea con lo expresado en nuestras últimas jornadas de
formación cuando se abordó en qué consistía históricamente promover el
movimiento revolucionario (sumar fuerzas propias; rodearse de aliados coyunturales que “van y vienen”; mantener neutrales una parte de la población que, aunque no ganaremos, al menos no debe ganarla tampoco la oligarquía financiera; tratar de dividir y fragilizar a nuestro enemigo de clase y sus aparatos de estado y represión):
-
Baza político-electoral. Aquí aún hay cartucho por quemar. No queda
cubierto este ámbito por la situación actual de “no presentación” que se
ha creado para las elecciones europeas. Si hubiese habido una
candidatura electoral-frente popular con clara línea de demarcación,
habría que haberla apoyado de alguna manera. Si no, habríamos aparecido
ante determinada gente -con la que tenemos que relacionarnos de una u
otra manera- como la enésima variedad de discusión organizativa
sectaria. Es más, allí donde haya gente que valga la pena
(principalmente con la que hemos trabajado en el 22M) y en la medida en
que existan candidaturas que asuman, por ejemplo, la cuestión de la
línea de demarcación de la deuda (sólo sea “descafeinadamente”), tenemos
que ver cómo intervenir para generar la contradicción y acompañar a
determinados sectores en su propio proceso de maduración política.
-
Movilizaciones. Ampliando lo ya dicho, hemos de “sacar el máximo jugo
al 22M”. Pondremos el acento en la unificación de las luchas mismas
trabajándose desde la solidaridad intersectorial. En todo momento,
tendremos que oponernos a la línea representada por el “cumbrismo
social” en todas su variantes. Pero, en cualquier caso, no hemos de
dejar de intervenir en los marcos abiertos por el 22M porque se
impusiera demasiado lo de “hacer dimitir al PP”; por más que sepamos que
eso favorece al maniobrerismo electoralista de los reformistas y
oportunistas.
- Debemos emplear con
especial prioridad “energía militante” en la creación de poder popular
de base en concreto: comités de barrio, comités populares de
movilización,… Este planteamiento está siendo acogido favorablemente en
determinados marcos sindicales alternativos en que intervenimos. En
relación con esto, no hay que hacer depender, ni mucho menos, la
preparación de las movilizaciones de reuniones circunscritas
exclusivamente al “activismo realmente existente”, por más “alternativo”
que nos resulte. La experiencia es clarificadora al respecto. Hay que
fomentar autoorganización popular para que envíen representantes a las
coordinadoras. Por ejemplo, fue muy buena experiencia la que
protagonizaron lxs compañeros de UPK en la reunión estatal de Sevilla.
Pues bien, hay que seguir fomentando esa línea
-
Y en línea con lo dicho en el apartado anterior, debemos afrontar ese
segundo frente que se abre en las movilizaciones (que no pasa por el
22M) y que corresponde a un movimiento mucho más radicalizado que
presenta “perfiles” bien distintos en cuanto a metodología de lucha y de
organización. Esto nos lleva directamente a tener que abordar (y asumir
consecuentemente) la escalada represiva que se está dando en diversos
planos. Y que no hacen sino confirmar que vivimos en regímenes de
verdadera contrarrevolución preventiva.
Enfrentar
todo esto sólo es posible reuniendo estos planos en una actualización
de la estrategia por la revolución en pro del socialismo que incluya la
asunción histórica de éste (más allá de los legítimos debates históricos
internos de nuestro movimiento internacional) y en una sistematización
inteligente y eficaz del trabajo de propaganda entre el pueblo.
5. Una (auto)exigencia sobre el movimiento obrero
Red
Roja considera que es una exigencia llevar al movimiento obrero en su
conjunto, y particularmente al ámbito sindical, un llamamiento para
actualizar la línea sindical alternativa de proyección revolucionaria en
el sentido que venimos expresando en los últimos tiempos. Y que debe
tener en cuenta los profundos cambios operado en el “mundo laboral”. Un
mundo laboral afectado por la pérdida de los más mínimos derechos, donde
los convenios devienen cada vez más papel mojado. Donde se están
reproduciendo verdaderas situaciones decimonónicas. Y que es también la
consecuencia del sindicalismo pactista y de prebendas que se viene dando
en el marco del Estado español desde los Pactos de la Moncloa. Ante
esta situación de verdadera arbitrariedad patronal y de represión
sindical -aumentada por el miedo al paro, y que fomenta la desunión, la
atomización y la dispersión de la clase obrera- ya no basta con la
sustitución de determinada organización sindical por otra, sino que se
requiere todo un replanteamiento de los propios métodos de lucha y las
formas de organización obrera.
Este
trabajo de reflexión y de debate debe hacerse directamente con los
trabajadores, fomentado el intercambio de experiencias entre ellos
mismos a partir de las relaciones que ya tenemos establecidas. Para
hacer un seguimiento especial de este asunto, siempre que sea posible,
se hará preceder cada reunión de la Coordinadora estatal con una
específica de movimiento obrero como ya ha sido el caso de esta última.
En
paralelo, se procederá a una revisión-actualización a fondo de nuestros
documentos sindicales correspondientes a nuestro I Encuentro. Se hará
en el sentido apuntado al principio de este apartado, y tal como se está
precisando coordinadora tras coordinadora. Y siempre, por supuesto,
haciendo partícipe al conjunto de la organización con especial
relevancia a aquellxs compañerxs que están realizando un trabajo
sindical.
6. Sobre la situación internacional
Remitimos
a los artículos aparecidos sobre Venezuela y Ucrania en nuestra revista
(6), cuyo primer número acaba de aparecer, así como a la declaración
específica sobre Ucrania que acabamos de publicar.(7)
Tratamos
la necesidad de impulsar de forma mucho más práctica nuestra
responsabilidad internacionalista y antiimperialista. Así, debemos
promover concentraciones (sin importar el número) contra el fascismo
internacional. (Embajada de Ucrania, contra los neofascistas allí
instalados, contra la agresión a los comunistas, etc.). Y hay que
abordar también campañas señalando a los medios de comunicación tipo El
País y otros como verdaderos arma de guerra.
7. Un apunte final sobre la situación del movimiento revolucionario organizado.
Para
compensar la dispersión y debilidad actuales de nuestro movimiento, hay
que hacer un trabajo de proyección internacional. Una vez que ha
quedado claro cuál es el criterio de agrupación que proponemos para los
comunistas en nuestro marco estatal, tenemos que avanzar más en la
asunción histórica (por crítica que esta sea) de la construcción
socialista que comienza en la Revolución de Octubre con su prolegómeno
de la Comuna de París. Dando a conocer esa historia que asumimos como
propia. Suscitando debates, pero entre la misma gente. Al tiempo,
tenemos que presentar a Red Roja como un marco para formarnos (teórica e
ideológicamente) y avanzar en afrontar otras contradicciones aparte de
la de capital/trabajo. En todo esto tenemos que aprender a relacionarnos
con otras organizaciones o grupos para abordar el conjunto de planos y
líneas de trabajo y tareas específicas que tenemos pendiente, aunque no
estemos en el mismo marco organizativo.
Se
impone una mayor reivindicación del internacionalismo. Y cómo llevarlo
más allá del esquema y de la frase. En este sentido, tenemos que avanzar
en cómo se relaciona correctamente con la cuestión nacional. Abordar
este asunto es una exigencia para optimizar nuestro trabajo de
movilización en el contexto de una crisis que es internacional.
NOTAS:
(1) Cambios en la lucha de clases y necesidad de transformar el movimiento obrero y popular . (Informe político de Red Roja. Noviembre de 2013). http://redroja.net/index.php/documentos/analisis-de-coyuntura/2088-cambios-en-la-lucha-de-clases-y-necesidad-de-transformar-el-movimiento-obrero-y-popular
(2) Comisión y BCE piden a España más ajustes y reformas para reducir el "alarmante" nivel de paro. http://www.expansion.com/2014/05/07/economia/1399464015.html
(3) Evolución de la deuda en el Estado español en los últimos años. http://www.datosmacro.com/deuda/espana
(4) "La
fortaleza del euro es especialmente mala para España, ya que la demanda
interna sigue siendo limitada y está tratando de centrar su economía en
las exportaciones en lugar de la construcción y la vivienda" (Santiago Carbó), extraído de “La fortaleza del euro puede provocar la peor pesadilla para España: deflación y freno a las exportaciones” http://www.eleconomista.es/economia/noticias/5708462/04/14/La-fortaleza-del-euro-puede-provocar-la-peor-pesadilla-para-Espana-deflacion-y-freno-a-las-exportaciones.html#Kku8vRmrNSr9ftOk
(5) Declaración de Red Roja ante las Marchas de la Dignidad del 22M a Madrid: http://redroja.net/index.php/comunicados/2312-cuando-la-dignidad-y-la-revolucion-han-de-marchar-de-par
(6) Revista de Red Roja. Número 0, marzo del 2014 http://www.redroja.net/docs/RR_n0_web.pdf
(7) Los llaman prorrusos, son antifascistas: http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-cercanas/2549-los-llaman-prorrusos-son-antifascistas
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