Ni pacto, ni conciliación - Completar la revolución - Declaración de Lucha de Clases, Corriente Marxista del PSUV
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"...a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar" (Simón Bolivar, Manifiesto de Cartagena)
La conocida cita de
Bolívar parecería resumir la historia de la actitud de la revolución
bolivariana ante su enemigo de clase, la burguesía venezolana y sus
mentores en Washington.
En estos
últimos 15 años la revolución bolivariana se ha mantenido apegada a las
formalidades democráticas mientras que la oligarquía recurría y sigue
recurriendo, una y otra vez a cualquier medio posible para tratar de
derrocarla. Guarimbas, paros patronales, sabotajes petroleros, guerra
económica, sicariato, intentos de magnicidio, paramilitares colombianos,
provocaciones en la frontera con Colombia, presión diplomática, cerco
mediático, guerra económica, etc. Como vemos la burguesía no ha
escatimado sus esfuerzos legales e ilegales, para aplastar a la
revolución. Siempre han defendido de manera consecuente sus intereses de
clase.
Sobre la supuesta dictadura
Los
medios de comunicación nacionales e internacionales, han establecido la
matriz de que en Venezuela hay un gobierno dictatorial, que atenta en
contra de los derechos humanos de un pueblo desarmado e indefenso. Pero
si de algo se puede acusar a la revolución bolivariana no es de
dictatorial, sino de demasiado blanda.
Así
lo vimos en la noche de la apertura del Diálogo: todos los
representantes opositores que allí se presentaron (y también los que no
se presentaron y siguieron agitando sus guarimbas terroristas) fueron
protagonistas en diferente grado del golpe de estado del 11 de abril de
2002 (quizás con una o dos excepciones). Ninguno de ellos fue juzgado
por aquellos hechos, por el contrario fueron puestos en libertad en un
intento de parte del gobierno de llamar a la paz y calmar los ataques de
la burguesía (a diferencia de Hugo Chávez que pagó con cárcel la
fallida intentona de levantamiento cívico-militar de 1992).
Es
más, cuando el Fiscal Danilo Anderson empezó a investigar penalmente
los hechos ocurridos durante el golpe, fue asesinado con una bomba
debajo de su vehículo.
Lecciones de la reciente V República
Es
hora de aprender de la historia reciente. Cuando el pueblo
revolucionario salió a la calle el 12 y 13 de abril, dividiéndose la
fuerza armada y retornando al presidente legítimo Hugo Chávez a
Miraflores ¿que sucedió con los golpistas? El presidente Chávez, en una
muestra de magnanimidad, quizás ingenua, llamó al diálogo y abrió mesas
de negociación con la oposición.
¿Cómo
respondió la burguesía? Como sabemos: con el paro empresarial y el
criminal sabotaje petrolero de ese mes de diciembre y la franca rebeldía
golpista de los militares de la plaza Francia de Altamira. De nuevo fue
el pueblo revolucionario, en este caso jugando un papel central la
clase obrera petrolera, que ocupó fábricas cerradas, tomó el control de
PDVSA y recuperó la producción, y finalmente, con una impresionante
manifestación de masas el 23 de enero de 2003 asestó el golpe final a la
conspiración.
En 15 años de
revolución se han celebrado 19 procesos electorales, ganando la
revolución 18 de ellos. Precisamente la negativa a reconocer la doble
derrota electoral (14-A y 8-D) de la oposición en el 2013 es el orígen
de la actual campaña dirigida por Leopoldo López y María Corina Machado
para derrocar al gobierno de Maduro con violentas protestas callejeras.
La burguesía – dos caras de la misma moneda
Ya
hemos explicado anteriormente que el sector de la burguesía que no
respalda abiertamente la estrategia insurreccional de “La Salida”, lo
hace, no por convicción democrática, sino por cálculo estratégico. No
piensan que sea posible en este momento derrotar a la revolución en la
calle. Por eso prefieren jugar al desgaste, producto de la guerra
económica. Atrincherarse en las posiciones ganadas en gobernaciones y
alcaldías y esperar a un momento más propicio en que puedan ganar unas
elecciones o crear las condiciones necesarias de inestabilidad para
tomar el poder por otros medios.
Entonces,
¿qué es lo que se puede dialogar con la burguesía? Ya voceros
destacados de la dirección bolivariana han dejado claro que no se trata
de negociación ni de pacto, ni de traicionar a la revolución a espaldas
del pueblo. Entonces, ¿de qué se trata? Se habla de crear las
condiciones para la coexistencia pacífica con la oposición. Quizás
algunos sectores reformistas piensan que es posible establecer un modus
vivendi con la burguesía en la que ellos respeten las reglas
democráticas y la Constitución bolivariana, en una suerte de renovado
Pacto de Punto Fijo. En nuestra opinión eso es una peligrosa ilusión.
Si
algo está claro es que tanto los sectores de la burguesía que apoyan
abiertamente el derrocamiento en la calle, como los que sectores que
apuestan a la derrota electoral, ambos concuerdan en el mismo objetivo
de derrotar y aplastar a la revolución. Sólo tienen una aparente
discrepancia en cuanto al método para conseguirlo.
Burguesía y pueblo trabajador – Intereses antagónicos
Lo
que tenemos en Venezuela no es sólo de un conjunto de políticas
progresistas aplicadas por un gobierno con apoyo popular. Lo que tenemos
es una revolución, es decir, la interferencia directa de las masas en
la vida política que amenaza con poner fin a la burguesía como clase
dominante.
En su discurso en la
instalación del primer congreso ideológico del PSUV, en Noviembre del
2009, el presidente Chávez lo dijo claramente: “Tenemos que tener mucho
cuidado con esas corrientes que no se definen muy bien, cuidado con el
reformismo, no es reforma lo que estamos haciendo aquí, es una
Revolución, no es economía de mercado, ni capitalismo humano, ni ponerle
caretas al capitalismo, es liquidar al capitalismo y construir el
Socialismo, de eso se trata.”
Eso es
algo que, por motivos obvios, la burguesía no puede aceptar. ¿Como
pueden coexistir pacíficamente con una revolución cuya meta declarada es
ponerle fin al capitalismo? Todo lo contrario, lo que pretende la
burguesía es acabar con la revolucion y reestablecer el “statu quo” de
la IV República, en donde los políticos de turno no hacian más que
ponerse a los pies de la oligarquía y la clase dominante tenía el
control firme del poder político y económico.
La
revolución bolivariana ha traspasado leyes cruciales del capitalismo,
cuando ha tratado de beneficiar a la mayoría de la población, el pueblo
trabajador y las masas pobres. El control de divisas, la regulación de
los precios, la expropiación de empresas y tierras, la regulación de
alquileres, las experiencias de control obrero y las ocupaciones de
fábricas, etc. Todas estas medidas que favorecen a la mayoría,
entorpecen el normal funcionamiento del mecanismo de la acumulación
privada de beneficio capitalista.
A
todo esto hay que añadir la utilización a gran escala de la renta
petrolera para satisfacer las necesidades más urgentes de la población
(salud, vivienda, educación, pensiones, alimentación). La burguesía
parasitaria quiere recuperar el control de la renta petrolera, para sí
misma y en beneficio de los intereses multinacionales.
Además,
la revolución bolivariana ha creado un sentimiento muy fuerte entre las
masas de que ahora son ellas las que gobiernan, que han derrotado a la
oligarquía en la lucha revolucionaria en numerosas ocasiones. Un
sentimiento de poder que es muy peligroso para la burguesía que ha
perdido parcialmente control del aparato del estado.
Por
todos estos motivos es imposible que la burguesía, los capitalistas,
banqueros y terratenientes que siguen controlando 2/3 partes de la
economía del país, se vayan a reconciliar con el actual estado de cosas.
La coexistencia pacífica no puede existir, porque la burguesía no la
quiere ni la puede aceptar. Esta es la lección central de los últimos 15
años de intentonas y conspiraciones reaccionarias.
¿Qué conciliación espera la burguesía?
Sólo
hay que ver las propuestas que han traído los representantes de la
burguesía a la mesa de negociación. Los empresarios de Fedecamaras en
boca de su presidente Roig exigieron: disciplina fiscal (es decir
recorte del gasto social); producción nacional con libre competencia (es
decir, levantar el control de precios y ganancias); incentivar la
producción (es decir, abolir la inamovilidad laboral y destruir los
derechos de los trabajadores contenidos en la Ley Orgánica del Trabajo);
seguridad jurídica de la propiedad (es decir, no más expropiaciones ni
nacionalizaciones) y liberación del control cambiario (es decir, acceso
libre a los dólares de la renta petrolera). Estas medidas, tomadas en su
conjunto significan en la práctica girar la balanza de manera brutal
hacia el lado de la clase capitalista y aplicar una política salvaje de
ajuste a la clase trabajadora.
Las
propuestas políticas de la oposición van en la misma línea. No se puede
hablar de socialismo, revolución, ("porque no está en la constitución"),
libertad a los "presos políticos" (es decir, impunidad para los
guarimberos terroristas, incluyendo a los asesinos de Danilo Anderson y
los pocos que están en la cárcel por el golpe del 2002), imparcialidad
de poderes públicos (es decir que ellos vuelvan a controlar directamente
palancas importantes del aparato del estado), desarme de los colectivos
(es decir la criminalización y destrucción de las organizaciones de
sociales base de la revolución bolivariana, contempladas en las leyes
para el poder popular).
En realidad,
mientras un sector de la burguesía y el imperialismo juega abiertamente
la carta del derrocamiento abierto e inmediato contra la revolución,
existe también otro sector que juega al desgaste a medio plazo.
Así
Mendoza no tuvo problema en presentarse al “Diálogo por la Paz
Económica”. Cisneros publicó una columna de opinión en inglés y español
en los principales voceros del capitalismo internacional exigiendo el
"diálogo" y la mediación del Vaticano (propuesta escandalosa teniendo en
cuenta que la jerarquía de la iglesia, representada por la Conferencia
Episcopal también particó activamente en el Carmonazo). Y finalmente
Lula no tiene empacho en hablar de la necesidad de "bajar la
confrontación" y aplicar una "política de coalición". En otras palabras
quieren enredar a la revolución en la maraña de la diplomacia burguesa
para mejor estrangularla.
El
gobierno de Allende en Chile fue ahogado en sangre, pero la revolución
sandinista fue estrangulada lentamente mediante una guerra de desgaste
(sabotaje económico y paramilitarismo) y finalmente ahogada en los
negociaciones de Esquipulas con mediación internacional.
¿Cuál debería ser la respuesta de la revolución bolivariana?
Todos
estamos a favor de la paz, pero la paz sólo se puede conseguir con
justícia. Por lo tanto a la palabrería de la oposición reaccionaria
sobre el diálogo y la negociación ha que responder claramente:
-
Exigir el juicio y castigo a todos los culpables de violar la legalidad
democrática (incluyendo los participantes en el golpe de estado de
2002).
- La
expropiación sin indemnización de las empresas, bancos y tierras de
todos aquellos implicados en actos de guerra económica (sabotaje,
acaparamiento, fraude cambiario, doble facturación de CADIVI, etc).
Pero
sobretodo la mejor manera de blindar la revolución ante las arremetidas
de la burguesía y el imperialismo, es dar un fuerte golpe de timón
avanzando de manera decidida hacia el socialismo.
-
Expropiar las propiedades de todos los implicados en planes golpistas y
guarimberos desde el 2002 hasta la fecha, sentando las bases para la
planificación democrática de la economía en beneficio de la mayoría,
eliminando la escasez y el desabastecimiento.
- Establecer el control obrero de la producción a todos los niveles para combatir el burocratismo y la corrupción.
-
Desarrollar las anunciadas Milicias Obreras y extender la más amplia
agitación y organización revolucionaria dentro de las Fuerzas Armadas,
dando a los soldados la potestad de elegir a sus mandos, para combatir
el golpismo militar.
Cualquiera
podría entender la justícia y el carácter democrático de estas medidas.
No se trata de retaliaciones personales o “espíritu de venganza” cómo
haría ver la burguesía y sus esbirros políticos, sino de una respuesta
legal y en defensa de los intereses del pueblo en general. Todo el que
sabotea la economía de forma voluntaria y conciente, está atentando de
forma criminal en contra de la estabilidad de la clase trabajadora.
Multas económicas no son suficiente sanción, ya que las pagan con una
pequeña porcion de lo que le han robado al pueblo a través de la
especulación.
Este tipo de medidas
solidificarían la base de apoyo de la revolución, levantarían el
entusiasmo de los trabajadores y el pueblo pobre, y además permitirían
ganar para la revolución a sectores importantes de las clases medias
(como se demostró en la ofensiva contra la guerra económica antes del
8D).
Ni pacto, ni conciliación - completar la revolución
No hay paz sin justicia - juicio y castigo a los golpistas y conspiradores contra la voluntad democrática de la mayoría
Golpe de timón - adelante hacia el socialismo
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