La verdad sobre Venezuela: Una revuelta de ricos, magnificada por sus falsimedios imperiales. por Mark Weisbrot
Publicamos el artículo integro, escrito por el economista
estadounidense Mark Weisbrot, para el periódico inglés The Guardian,
este jueves, donde describe la situación vivida en Venezuela, que
contrasta abiertamente con su propia percepción previa, resultado de su
exposición a piezas informativas de medios de comunicación de habla
inglesa.
En el texto denuncia la falsedad de la información del secretario de
Estado de EEUU, John Kerry, quien ha dicho que el gobierno venezolano
lleva adelante una supuesta "campaña de terror" en contra de la
población, aún cuando la realidad demuestra que esta campaña es
realizada por sectores de la ultraderecha radical de la oposición con
apoyo de Estados Unidos.
A continuación el texto:
Las imágenes forjan la realidad, lo que da a la televisión, los
videos y hasta a las fotografías un poder con el que pueden cavar
profundo en la mente de las personas, incluso sin que ellas se den
cuenta. Pensé que también yo era inmune a los repetitivos retratos de
Venezuela como Estado fallido en medio de una rebelión popular. Pero no
estaba preparado para lo que vi en Caracas este mes: qué poco de la vida
cotidiana parecía estar afectado por las protestas, la normalidad que
reina en la gran mayoría de la ciudad. También yo había sido engañado
por la imaginería mediática.
Grandes medios han reportado que los pobres en Venezuela no se han
unido a las protestas de la oposición de derecha, pero esto es un
eufemismo: no es solamente que los pobres se abstienen – en Caracas, son
casi todos excepto pocas áreas como Altamira, donde pequeños grupos de
manifestantes se meten en batallas nocturnas con las fuerzas de
seguridad, lanzan piedras y bombas incendiarias y corren del gas
lacrimógeno.
Caminando desde el barrio de clase trabajadora Sabana Grande hasta el
centro de la ciudad, no hay señales de que Venezuela esté al borde de
una "crisis" que requiera la intervención de la Organización de Estados
Americanos (OEA), a pesar de lo que John Kerry diga. El Metro también
trabajaba muy bien, aunque no pude bajarme en la estación Altamira,
donde los rebeldes habían puesto su base de operaciones hasta que los
sacaron esta semana.
Logré ver las barricadas por primera vez en Los Palos Grandes, área
de clase alta donde los manifestantes sí tienen apoyo popular y los
vecinos gritarán a cualquiera que trate de remover las barricadas – algo
arriesgado de intentar (al menos cuatro personas aparentemente han sido
asesinadas a tiros por hacerlo). Pero incluso aquí en las barricadas,
la vida era bastante normal, excepto por algún tráfico fuerte. El fin de
semana, Parque del Este estaba lleno de familias y corredores sudando
en un calor de 32 grados – antes de Chávez, había que pagar para entrar y
los habitantes, según me dijeron, estaban decepcionados porque a los
menos acomodados se les permitía entrar de gratis. Los restaurantes
siguen llenos en la noche.
Viajar ayuda a verificar la realidad un poco más, por supuesto, y yo
visité Caracas principalmente para obtener información en el área
económica. Pero vine escéptico respecto al cuento, reportado a diario en
los medios, de que el desabastecimiento de productos básicos era la
razón para las protestas. La gente a la que la escasez le crea más
molestias es, por supuesto, los pobres y las clases trabajadoras. Pero
los habitantes de Los Palos Grandes y Altamira, donde vi verdaderas
protestas, tienen sirvientes que hacen cola para lo que necesitan y
tienen el ingreso y el espacio para acumular algo de existencias.
Esta gente no está sufriendo – les está yendo muy bien. Sus ingresos
han aumentado a buen paso desde que el gobierno de Chávez tomó control
de la industria petrolera hace una década. Incluso tienen un gran apoyo
del gobierno: cualquiera con una tarjeta de crédito (excepto pobres y
millones de la clase trabajadora) tiene derecho a $3.000 por año, a una
tasa de cambio subsidiada. Después, pueden vender los dólares seis veces
más caros de lo que pagaron, en lo que suma un subsidio anual
multimillonario en dólares para los privilegiados – y todavía estos son
los que abastecen la base y a las tropas de la sedición.
La naturaleza de clase de esta lucha siempre ha sido cruda e
irrefutable, ahora más que nunca. Caminando entre las masas que fueron a
las ceremonias por el aniversario de la muerte de Chávez, el 5 de
marzo, se veía un mar de venezolanos de la clase trabajadora, decenas de
miles de ellos. No había ropas caras o zapatos de $ 300. Qué contraste
con las masas descontentas de Los Palos Grandes, que tenían camionetas
todoterreno Grand Cherokee de $ 40.000 portando el eslogan del momento:
SOS VENEZUELA.
En lo que se refiere a Venezuela, John Kerry sabe de que lado de la
guerra de clases está. La semana pasada, justo cuando me iba, el
Secretario de Estado de Estados Unidos duplicó su descarga de retórica
contra el gobierno, acusando al presidente Nicolás Maduro de fomentar
una "campaña de terror contra su propio pueblo". Kerry también amenazó
con invocar la Carta Democrática Interamericana de la OEA contra
Venezuela, así como de aplicar sanciones.
Alardear sobre la Carta Democrática contra Venezuela es casi como
amenazar a Vladimir Putin con un voto de la ONU sobre la secesión en
Crimea. Quizás Kerry no se dio cuenta, pero apenas unos días antes de
sus amenazas, la OEA votó una resolución que Washington introdujo contra
Venezuela y le dio la vuelta, declarando la "solidaridad" del organismo
regional con el gobierno de Maduro. Veintinueve países la aprobaron y
sólo los gobiernos de derecha de Panamá y Canadá se aliaron con Estados
Unidos contra ella.
El artículo 21 de la Carta Democrática de la OEA aplica ante la
"interrupción inconstitucional del orden democrático de un Estado
miembro" (como el golpe militar de 2009 en Honduras, al cual Washington
ayudó a legitimar, o el golpe militar de 2002 en Venezuela, que tuvo aún
más colaboración del gobierno estadounidense). Debido a este voto
reciente, la OEA podría invocar la Carta Democrática más en contra del
gobierno de Estados Unidos, por las muertes que causan sus drones a
ciudadanos estadounidenses sin juicio, de lo que podría hacerlo contra
Venezuela.
La retórica de "campaña de terror" de Kerry está igualmente
divorciada de la realidad y como era de esperarse provocó una respuesta
equivalente del canciller de Venezuela, que llamó "asesino" a Kerry.
Esta es la verdad sobre las acusaciones de Kerry: desde que comenzaron
las protestas en Venezuela, resulta que más personas han muerto de la
mano de los manifestantes que de las fuerzas de seguridad. De acuerdo a
las muertes reportadas por el CEPR (Centro de Investigación en Economía y
Política) durante el último mes, además de los asesinados por tratar de
remover las barricadas puestas por los manifestantes, por lo menos
siete aparentemente han muerto debido a las obstrucciones creadas por
los manifestantes – incluyendo un motorizado que se degolló con una
guaya colocada en la carretera – y cinco oficiales de la Guardia
Nacional han sido asesinados.
Respecto a la violencia por parte de cuerpos de seguridad,
presuntamente tres personas podrían haber sido asesinadas por la Guardia
Nacional u otras fuerzas de seguridad – incluyendo dos manifestantes y
un activista que apoyaba al gobierno. Algunas personas acusan al
gobierno de otras tres muertes por civiles armados; en un país con un
promedio de más de 65 homicidios por día, es completamente posible que
esta gente actuara por su cuenta.
Un total de 21 miembros de las fuerzas de seguridad están bajo
arresto por supuestos abusos, incluyendo por algunos de los asesinatos.
Esto no es una "campaña de terror".
Al mismo tiempo, es difícil encontrar una denuncia seria sobre la
violencia opositora entre los más importantes líderes de la oposición.
Según datos de encuestas, las protestas son rechazadas en gran medida en
Venezuela, aunque se ven mejor afuera cuando son promovidas como
"protestas pacíficas" por gente como Kerry. Las encuestas también
sugieren que la mayoría de los venezolanos ven estos disturbios como lo
que son: un intento de derrocar un gobierno elegido.
La política interna de la postura de Kerry es bastante simple. Por un
lado, tienes el lobby cubano-americano de la derecha de la Florida y
sus aliados neoconservadores gritando a favor del derrocamiento. A la
izquierda de la extrema derecha, bueno, no hay nada. A esta Casa Blanca
le importa muy poco América Latina y no hay consecuencias electorales
por hacer que la mayoría de los gobiernos del hemisferio se molesten con
Washington.
Quizás Kerry piensa que la economía de Venezuela colapsará y que eso
llevará a algunos de los venezolanos no ricos a las calles contra el
gobierno. Pero la situación económica en realidad se está estabilizando –
la inflación mensual bajó en febrero y el dolar del mercado paralelo ha
bajado drásticamente ante las noticias de que el gobierno está
introduciendo una nueva tasa de cambio basada en el mercado. Los bonos
soberanos de Venezuela tuvieron un rendimiento de 11,5% desde el 11 de
febrero (el día que comenzaron las protestas) al 13 de marzo, el más
alto rendimiento según el índice de bonos de mercados emergentes de
Bloomberg. La escasez probablemente bajará en las próximas semanas y
meses.
Por supuesto, esto es exactamente el principal problema de la
oposición: la próxima elección será dentro de un año y medio y para esa
fecha, la escasez económica y la inflación que han aumentado tanto en
los últimos 15 meses se habrán aliviado. En este sentido, la oposición
posiblemente perderá las elecciones legislativas, así como ha perdido
cada elección en los últimos 15 años. Pero su actual estrategia
insurreccional no está ayudando a su propia causa: parece que han
dividido a la oposición y unido a los chavistas.
El único lugar donde la oposición parece estar ganando amplio apoyo es en Washington.
*Publicado en The Guardian, el jueves 20 de marzo de 2014.*Traducido por AVN.
http://www.insurgente.org/index.php/2012-04-11-10-03-53/america/item/10190-la-verdad-sobre-venezuela-una-revuelta-de-ricos-no-una-campa%C3%B1a-de-terror
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