En el Congreso, demócratas y republicanos expresan solidaridad con
las fuerzas ultras que en Caracas y otros Departamentos promueven la
violencia y son responsables por la escasez de productos de primera
necesidad. El presidente Barack Obama participa de las criticas al
chavismo. John Kerry, el secretario de Estado [canciller], afirma que el
gobierno venezolano representa una «amenaza a la seguridad de Estados
Unidos».
La diputada Ros Lehtinen, una cubana naturalizada norteamericana,
pidió el establecimiento de un bloqueo a Venezuela y la congelación de
los fondos del país en EEUU. Una propuesta suya fue aprobada por un
sub-comité de la Cámara de Representantes.
En Caracas, el partido neonazi Voluntad Popular, de Leopoldo López, y
un movimiento fantasma de mujeres dirigido por María Corina, hija del
magnate del acero Enrique Machado, llama al desorden. Estudiantes de
extrema derecha provocan en las calles disturbios y confrontaciones con
la policía. La histeria neofascista asumió tal amplitud que Capriles
Radonski, el ex candidato de la derecha a la Presidencia, no la aprueba.
El secretario general de la OEA, Jorge Insulsa, sugirió una intervención militar de los EEUU para «restablecer la democracia».
El 'New York Times', el 'Washington Post' y las grandes cadenas de
televisión elogian a la oposición y responsabilizan al gobierno por la
violencia callejera. Después de la sangrienta jornada del 12 de febrero,
el imperialismo admitía que estaba en desarrollo un «golpe de estado
suave». Ahora parece inclinarse hacia un golpe de estado violento.
Desde Miami, dirigentes de organizaciones terroristas como Robert
Alonso y Dionisio Suárez (el asesino de Orlando Letelier, ex ministro de
Allende) lanzan llamamientos inflamados a la «insurrección».
Maduro es consciente de la extrema gravedad de la situación creada
por las provocaciones de la extrema derecha y por la «guerra económica»
concebida en Washington y ejecutada por la oligarquía criolla. La
inflación ya rebasó el 55% y continúa subiendo.
Sin embargo, la imagen de Venezuela transmitida por los políticos de
EEUU y de la Unión Europea y por los medios occidentales es falsa.
En Venezuela la salud y la educación públicas son totalmente
gratuitas. El analfabetismo fue prácticamente eliminado. Este año el
número de matrículas en las universidades fue de 2.600.000. El salario
mínimo es el más alto de América Latina. El Estado garantiza alimentos a
precios subsidiados a un porcentaje creciente de la población.
Como afirma el escritor Luis Britto, «los pobres celebran, quienes protestan son los ricos».
La gran mayoría del cuerpo de oficiales continua apoyando la
Revolución Bolivariana. Y sin división de las Fuerzas Armadas no hay
tentativa de golpe que pueda triunfar. Pero en Washington no se olvida
que en 2002 la traición de algunos generales permitió el triunfo inicial
del golpe de la derecha. Llegaron a detener a Chávez, pero el gorilazo
fue derrotado gracias sobre todo a la resistencia de las masas
populares.
Corromper y comprar a las altas esferas del Ejército es por tanto un objetivo permanente y prioritario de la CIA.
Seria un error grave subestimar la complejidad y gravedad de la
campaña que pretende derrocar al gobierno legítimo de Venezuela. Quizás
nunca como ahora fue tan importante la solidaridad internacionalista con
la Patria de Bolívar. En América Latina, de Argentina a México, y en
Europa (incluyendo Portugal ), son muchas en estos días las iniciativas
de apoyo a la Revolución Bolivariana.
En el momento en que el imperialismo norteamericano, con el apoyo de
la Unión Europea, se esfuerza por imponer a la humanidad un proyecto
monstruoso de dominación planetaria, es fundamental para derrotarlo
comprender que la lucha de los pueblos en defensa de su soberanía pasa
por un refuerzo del internacionalismo.
Porque la ofensiva es global, la resistencia de las masas debe ser
tan global como sea posible. Todo está conectado, interrelacionado. Los
trágicos acontecimientos de Ucrania (concebidos y financiados por el
imperialismo que ofreció las armas a las organizaciones nazis) se
insertan en la misma estrategia que intenta montar ahora el golpe en
Venezuela.
Precisamente por eso, la solidaridad con la Revolución Bolivariana es
un deber revolucionario. La caída de Nicolás Maduro dificultaría
enormemente la continuidad de los gobiernos progresistas de Bolivia, de
Ecuador, de Nicaragua, amenazaría incluso los procesos neodesarrollistas
de Brasil y Argentina. La sobrevivencia de la Revolución Cubana estaría
en peligro.
La ofensiva de EEUU y sus aliados europeos confirma una vez más la
lucida advertencia del Che: el imperialismo estadounidense es hoy el
gran enemigo de la Humanidad.
Vila Nova de Gaia, 5 de Marzo de 2014
Comentarios
Publicar un comentario