EEUU, primer financiador del terrorismo
Muchas sorpresas marcaron la primera semana de la conferencia de paz
Ginebra 2. Desgraciadamente, la censura impuesta a los grandes medios de
difusión no permitió que el público occidental fuese informado sobre
esos acontecimientos.
En eso reside la principal paradoja de la guerra contra Siria: se
divulgan imágenes que ofrecen un panorama contrario a la realidad. Según
los medios de prensa internacionales, en este conflicto un grupo de
Estados, reunidos alrededor de Washington y de Riad, que supuestamente
defienden la democracia y encabezan la lucha mundial contra el
terrorismo, se enfrentan a Siria y a sus aliados rusos, presentados a su
vez como dictaduras que manipulan el terrorismo.
Si bien todo el mundo está perfectamente consciente de que Arabia
Saudita no es una democracia sino una monarquía absolutista, la tiranía
de una familia y una secta sobre todo un pueblo, EEUU tiene la
reputación de ser una democracia y hasta se le considera como «el país
de la libertad».
Sin embargo, la información más importante de toda la semana fue
censurada en el conjunto de los países miembros de la OTAN: el Congreso
de EEUU se reunió en secreto para votar financiamiento y armamento
destinados a los «rebeldes en Siria» hasta el 30 de septiembre de 2014.
Sí, querido lector, ¡usted ha leído bien! En EEUU, el Congreso
realiza reuniones secretas que la prensa ni siquiera tiene derecho a
mencionar. Es por esa razón que la información, originalmente
transmitida por la agencia británica Reuters [1], ha sido cuidadosamente
ignorada por toda la prensa escrita y audiovisual, tanto en EEUU como
en la mayoría de los medios de difusión de Europa occidental, al igual
que en los llamados países del Golfo. Esa verdad sólo tienen derecho a
conocerla los habitantes del «resto del mundo».
La libertad de expresión y el derecho de los ciudadanos a la
información son –al menos eso se supone– condiciones sine qua non de la
democracia. Y resulta que son más respetadas en Siria y en Rusia que en
Occidente.
Como nadie ha leído la ley que adoptó el Congreso estadounidense, ni
siquiera se sabe exactamente lo que en ella se estipula. Lo que sí ya se
hace evidente es que los mencionados «rebeldes» ya no están tratando de
derrocar el Estado sirio –han tenido que renunciar a ello– y que su
nuevo objetivo es «desangrarlo». Por eso es que no se comportan como
soldados sino como terroristas.
De nuevo ha leído bien, estimado lector. EEUU, el país que supuestamente fue víctima de Al Qaida el 11 de septiembre de 2001 y que desde entonces encabeza la «guerra global contra el terrorismo», financia ahora el principal vivero del terrorismo internacional, donde actúan dos organizaciones oficialmente subordinadas Al Qaida: el Frente al-Nusra y el Emirato Islámico en Irak y el Levante. Y ya no se trata de una oscura maniobra de los servicios de inteligencia sino de una ley, plenamente asumida y legalizada, aunque haya sido adoptada a puertas cerradas para no entrar en contradicción con la propaganda oficial.
De nuevo ha leído bien, estimado lector. EEUU, el país que supuestamente fue víctima de Al Qaida el 11 de septiembre de 2001 y que desde entonces encabeza la «guerra global contra el terrorismo», financia ahora el principal vivero del terrorismo internacional, donde actúan dos organizaciones oficialmente subordinadas Al Qaida: el Frente al-Nusra y el Emirato Islámico en Irak y el Levante. Y ya no se trata de una oscura maniobra de los servicios de inteligencia sino de una ley, plenamente asumida y legalizada, aunque haya sido adoptada a puertas cerradas para no entrar en contradicción con la propaganda oficial.
Por otro lado, ¿cómo podría la prensa –la prensa que afirma desde
hace 13 años que Al Qaida es el autor de los atentados del 11 de
septiembre, la prensa que nunca ha mencionado el hecho que aquel 11 de
septiembre el presidente George W. Bush fue destituido por los
militares–, cómo explicaría esa prensa a su público esta decisión del
Congreso? En EEUU hasta el procedimiento mismo de «Continuidad del
Gobierno» (CoG) está protegido por la censura. Así que el público del
mundo occidental nunca supo que el 11 de septiembre de 2001 se produjo
en EEUU una transferencia del poder de manos de los civiles a manos de
los militares a las 10 de la mañana y hasta bien entrada la noche, ni
que durante todo aquel día EEUU estuvo gobernado por una autoridad
secreta, en violación de las leyes y de la Constitución de ese país.
En tiempos de la guerra fría, la CIA financiaba al escritor George
Orwell, cuando este autor concebía la dictadura del futuro. Washington
creía que despertaría así las conciencias ante el peligro soviético. La
realidad es que la URSS nunca llegó a parecerse a la pesadilla que
describió Orwell en su novela1984, mientras que EEUU se ha convertido en
su encarnación misma.
Así que el discurso anual de Barack Obama sobre el Estado de la Unión
se transformó en un ejercicio excepcional de la mentira. Ante los 538
miembros del Congreso que lo aplaudían de pie, el presidente declaró:
«Hay algo que no cambiará: nuestra determinación de que los terroristas
no lancen otros ataques contra nuestro país.» Y también dijo: «En Siria,
apoyaremos a los grupos de oposición que rechazan los planes de las
redes terroristas.»
Sin embargo, cuando la delegación siria que participa en Ginebra 2
propuso a la delegación que supuestamente debería representar a la
«oposición» una moción basada única y exclusivamente en las resoluciones
1267 y 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU condenando el
terrorismo, los «opositores» rechazaron ese documento, sin que
Washington protestase en lo absoluto. Pero es normal que no hubiese tal
protesta dado que es EEUU quien estimula el terrorismo… y que la
delegación de la «oposición» recibe órdenes directamente del embajador
estadounidense Robert S. Ford, incluso presente en Ginebra.
Robert S. Ford, trabajó como asistente de John Negroponte en Iraq. A
principios de los años 1980, John Negroponte dirigió la guerra
estadounidense contra la revolución sandinista en Nicaragua contratando
para ello miles de mercenarios que, junto a algunos colaboradores
locales, fueron rápidamente identificados por la población nicaragüense
como «los Contras». La Corte Internacional de Justicia, o sea el
tribunal interno de las Naciones Unidas, condenó a Washington por
aquella injerencia, cuyo verdadero carácter se trataba de esconder. Más
tarde, en los años 2000, Negroponte y Ford aplicaron el mismo escenario
en Iraq. En aquel momento, el objetivo era acabar con la resistencia
nacionalista iraquí utilizando contra ella a los hombres de Al Qaida.
Esta vez, en enero de 2014, mientras que los sirios y la delegación
de la «oposición» discutían en Ginebra, en Washington el presidente
Obama proseguía su ejercicio de hipocresía diciéndole al Congreso –cuyos
miembros lo aplaudían mecánicamente– que «luchamos contra el terrorismo
no sólo a través de las actividades de inteligencia y las operaciones
militares sino también cuando permanecemos fieles a los ideales de
nuestra Constitución y dando el ejemplo al mundo (…) y seguiremos
trabajando con la comunidad internacional para dar nacimiento al futuro
que merece el pueblo sirio, un futuro sin dictadura, sin terror ni
miedo».
La guerra de la OTAN y del Consejo de Cooperación del Golfo contra
Siria ya ha dejado un saldo de 130 000 muertos –según las cifras del MI6
divulgadas por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH)–,
muertos cuyos verdugos son los mismos que atribuyen la responsabilidad
de sus muertes al pueblo que se atreve a oponerles resistencia y a su
presidente, Bashar al Assad.
Thierry Meyssan – Tomado por InSurGente de Red Voltaire
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