16 enero 2014 Article en PDF :
Las posturas pro derechos humanos de Bernard-Henri Lévy son selectivas, ya que siempre coinciden con la política internacional promovida por el gobierno federal de EEUU y la Unión Europea. A ello debe añadirse el gran silencio de este autor sobre la situación actual de Libia, que él mismo contribuyó a crear.
Bernard-Henri
Lévy tiene muy buena prensa en España, apareciendo con gran frecuencia
en las
páginas de El País predicando la moralidad de sus causas, que
requieren con gran frecuencia intervenciones militares, lo cual explica
que algunos intelectuales de la izquierda estadounidense lo califiquen
como el moralizador de las guerras, en general, contra el Islam (1).
Presentado frecuentemente en los medios españoles como “el filósofo de
Francia”, articula siempre posturas promovidas por el establishment
político francés, rodeado siempre de grandes cajas de resonancia que
explican su gran visibilidad mediática.
La
última gran hazaña de este señor fue su liderazgo (que El País definió
como moral) para que la OTAN interviniera en Libia para deponer al
coronel Gadafi (basándose en una interpretación tergiversada y
manipulada de la famosa Resolución 1973 de Naciones Unidas del 17 de
marzo de 2011, que no permitía dicha intervención). Esta intervención se
justificó por el supuesto apoyo de los Estados intervencionistas por
vía militar (que incluyó desde bombardeos que afectaron a poblaciones
civiles, hasta la transferencia de armas) para deponer a un dictador y
sustituirlo por fuerzas democráticas que deseaban instaurar una
democracia. Considerando la enorme evidencia que existe mostrando el
apoyo de tales Estados (EEUU y Francia incluidos) a dictaduras casi
medievales en la misma región, esta justificación carecía de
credibilidad. Pero ello no inhibió ni frenó al filósofo de Francia en la
utilización de dicha justificación. Y lo que es notorio es que repitió
constantemente tal justificación con toda seriedad y contundencia,
apelando a la moralidad democrática que según él debe caracterizar el
comportamiento de las naciones civilizadas. BHL utiliza una narrativa
llena de imágenes altisonantes, preñadas de gran pomposidad, como
corresponde a uno de los intelectuales franceses más galardonados en
Francia. El poder es siempre muy cariñoso y agradecido con sus
sirvientes. Al servicio de su causa, BHL se trasladó a Libia con todo el
aparato mediático y parafernalia teatral “en defensa de las fuerzas
democráticas”. Y la intervención militar derrotó al dictador Gadafi.
¿Y
qué ha pasado en Libia desde entonces? Gadafi fue un dictador como
muchos de los dictadores que hoy existen en aquella parte del mundo,
donde la democracia no existe ni siquiera a nivel de ensayo. Pero
comparado con Arabia Saudí, Qatar y otros regímenes feudales, Gadafi no
era, definitivamente, peor que los gangster que dominan aquellos otros
países. La diferencia era que los últimos son fieles sirvientes de EEUU y
de la UE, y Gadafi no lo era. Ni que decir tiene que el gran filósofo
moralista BHL no prestaba atención a tales detalles, considerados
insignificantes en la lucha entre el bien (que él representaba) y el mal
(que eran todos los demás).
Pero
analizaremos ahora lo que ocurre en Libia. Cualquier observador
mínimamente objetivo debe concluir que Libia no es, en absoluto, una
democracia, y que la situación actual es un desastre, con unos
conflictos entre distintas facciones, entre las cuales están fuerzas de
Al Qaeda, que se ha convertido en una de las fuerzas determinantes de
los quehaceres de aquel país. Bandas armadas, sin ningún tipo de control
democrático, gobiernan los distintos territorios, con asesinatos
políticos y con una represión brutal hacia las voces y manifestaciones
en contra de la dictadura de esas milicias armadas. Solo en un día (15
de noviembre) 31 personas fueron asesinadas y 235 heridas en una
represión contra una manifestación en la ciudad de Trípoli que
protestaba contra este régimen de taifas controlado por bandas armadas
que atemorizan a la población a fin de defender sus propios intereses.
Y
mientras todo esto está ocurriendo, el gran filósofo de Francia (y de
El País) permanece callado. En realidad, y tal como señala Ramzy Baroud,
lo más parecido a este filósofo son los intelectuales neocons de EEUU,
que siempre alientan y exigen intervenciones militares “para defender la
democracia”, detrás de cuyo noble objetivo hay intereses financieros y
energéticos muy concretos que pronto aparecen, mostrándose como lo que
son. Lo cual no inhibe a estos intelectuales a continuar moralizando
sobre el deber de los países democráticos de ayudar a las fuerzas
democráticas alrededor del mundo, cuando la realidad es precisamente lo
contrario de lo que predican. Los mal llamados “gobiernos democráticos”
han sido históricamente, y continúan siéndolo, los mayores soportes de
los regímenes más dictatoriales existentes en el mundo.
La
incoherencia de tales intelectuales, incluyendo “el filósofo de
Francia” aparece con toda su crudeza no solo en el caso de Libia, sino
también en el caso de Israel. BHL es un gran admirador de las fuerzas
armadas de Israel, a las que clasifica como las más morales y
democráticas existentes hoy en el mundo, apoyando siempre sus
intervenciones militares. Es extraordinario que estas declaraciones se
hicieran después de una de las intervenciones militares mas sangrientas e
inmorales (de las muchas que han hecho tales fuerzas armadas) en la
zona de Gaza en los años 2008-2009 y 2012. La ceguera moral e
incoherencia intelectual de Bernard-Henri Lévy no tiene límites, lo cual
no es obstáculo para que BHL aparezca, una vez más en El País,
moralizando sobre la necesidad de intervenir militarmente en algún lugar
del mundo árabe para “defender la democracia”.
Notas:
1. ver Ramzy Baroud “France’s Sham Philosopher” en CounterPunch, 20.11.13
http://www.michelcollon.info/Donde-esta-Bernard-Henri-Levy.html?lang=es
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