El Estado descabezado: el rey, inhábil; el heredero, ilegal.
Los ciudadanos de este
bendito país sabemos de sobra, porque además de fútbol vemos algún que
otro telediario (sobre todo si en su sumario aparecen crímenes
infantiles con mucho morbo), que nuestro “anciano y enfermo rey que
lucha por su salud” (según su ex asesora paquidérmica de buen ver), este
antiguo play boy regio de las noches madrileñas, este gentleman de las
finanzas hispano-saudíes que ha sabido dotarse en silencio de una
apreciable fortunita, este cazador furtivo de las extensas sabanas
botsuanas del río Okabango, este contumaz monarca que parece atado de
por vida a su regia poltrona… y últimamente a los quirófanos privados,
lleva casi dos años inhabilitado para cumplir las complejas misiones de
Jefe de Estado (a título de rey, naturalmente) que un lejano día de
julio de 1969 le encomendó, y que él asumió algunos años más tarde, en
1975, el entonces generalísimo de los Ejércitos nacionales, dictador
máximo, y (nada de presunto) genocida, Francisco Franco Bahamonde.
Y, sin embargo, este
tullido hombre de las muletas y el andador, que a pesar de todo dirige
el cotarro nacional con el mando a distancia que le prestan cortesanos y
pelotas, que está peor, pero mucho peor (física y mentalmente) que “el
señor Pepe” de mi barrio, un simpático vejete discapacitado con el que
me topo casi todas las mañanas mientras hago footing por el parque
cercano a mi domicilio y que pilota un extraño vehículo espacial con el
que ya ha desgraciado a más de uno, inasequible al desaliento y sin
darse cuenta del ridículo nacional y extranjero que produce a diario,
amparado, eso sí, por un Gobierno asustado que no quiere por nada del
mundo abrir la caja de los truenos de una Constitución que hace aguas
por todas partes… sigue ahí, dale que te pego, erre que erre, operación
quirúrgica tras operación quirúrgica y, entre una y otra visita al
quirófano (de pago, naturalmente), bailando la penosa “danza del
trompicón” y ensayando una y otra vez la difícil figura rítmica que
lleva por título “Hostias, que me la pego”.
Repito, todos los
españoles somos conscientes, incluido el mentiroso Rajoy y las Cortes
Generales que deberían arbitrar las medidas constitucionales precisas
para solucionar cuanto antes este lamentable estado de cosas, de que,
desde hace por lo menos dos años, tenemos en la Jefatura del Estado a
un señor con corona, totalmente incapacitado, que lo malo no es que no
nos represente (como denunciaban con vehemencia en la calle los
activistas del 15-M), sino que sí, que nos representa, que representa
como nadie el estado de postración y ruina en el que se debate este país
y con él casi todos sus habitantes (excluidos, claro está, banqueros,
políticos de categoría, empresarios donantes, futbolistas de postín,
miembros de la casa real y generales con mando en plaza), esto es,
empobrecido, acabado, enfermo, deprimido, esquilmado por la corrupción y
necesitado de una permanente “financiación asistida” en forma de
descomunales créditos semanales a cargo de voraces especuladores
internacionales. Que tendrán que pagar, durante décadas y décadas,
nuestros nietos, biznietos y tataranietos, ungidos como esclavos a la
locomotora germana.
Bueno, pues creo que
queda suficientemente claro. Los españoles tenemos (como lo tuvo la NASA
en su día) un problema muy serio que resolver pero, desgraciadamente,
no es el único. Porque ahora resulta que la persona que los poderes
fácticos del sistema ( Rajoy y sus peperos) han elegido, pasándose su
propia Constitución del 78 por el arco del triunfo, para representar al
que, según el 15-M, no nos representa (y que, en realidad, sí nos
representa pero no nos debería representar si él y nosotros estuviéramos
un poquito mejor), o sea, el principito heredero, alias “El Preparao” y
“El asturiano”, es todo un ilegal, un advenedizo, un verdadero “sin
papeles” si utilizamos el popular lenguaje con el que los políticos de
la derecha xenófoba asentada en este país, se dirigen a los pobres
inmigrantes que, todavía a día de hoy y absolutamente desinformados, se
atreven a buscar, en esta España empobrecida y corrupta, el mendrugo de
pan que les niegan los dictadores y genocidas que gobiernan, es un
decir, sus pobres terruños de origen.
Sí, sí, este larguirucho
muchacho de barba incipiente y cuidada, de brazos normalmente más largos
que las mangas de todas y cada una de sus chaquetas (atención, sastres
zarzueleros), soso donde los haya, antipático de antología… y ¡ojo al
dato! teniente coronel de los Ejércitos españoles por la gracia de su
señor padre (de guardarropía, de atrezzo, estamos de acuerdo, pero dando
el pego enfundado en un uniforme ad hoc con sus estrellas y
condecoraciones, seguramente compradas al peso en el rastro y
procedentes de algún espadón caribeño o africano), es un “sin papeles”
en toda regla, un auténtico ilegal, un “defraudador de ley” a título
personal e institucional, que no está en absoluto legitimado, ni
capacitado, ni legalizado constitucionalmente, para desempeñar las
funciones de Estado que está asumiendo en los últimos meses a cuenta de
la eterna rehabilitación de su señor progenitor. Como por ejemplo, la de
presidir el desfile de las FAS españolas del pasado 12 de octubre, día
de la llamada Fiesta Nacional, y que, tal y como está el patio político,
social y económico de este país, deberíamos todos los españoles
ponernos de acuerdo en rebautizar como “Día de la Emergencia Nacional”.
Que le cae mucho mejor.
Y es que ya está bien,
señores del PP y del Gobierno con patente de corso para mangonear (sí,
sí, por vía de las urnas) del mentiroso Rajoy y sus muchachos, de
escudarse en la Constitución que ustedes se pasan por el forro de sus
capas de armiño un día sí y otro también. Este joven ciudadano español
(e italiano, creo) que ostenta el preclaro título de “príncipe de
Asturias” y heredero de la corona de España, de la Jefatura del Estado,
de la finca celtibérica propiedad de sus antepasados (no se sabe si por
provenir de la entrepierna de su señor padre o del útero de su señora
madre pero, desde luego, no por la voluntad mayoritaria del pueblo
español al que nadie le ha preguntado nada en serio desde hace más de
setenta años), con la Constitución en la mano jamás debería haber
presidido el desfile militar del pasado 12 de octubre. Tenía (y tiene)
como teniente coronel (de mentirijillas) en activo, el mismo derecho a
hacerlo que un maestro armero de la División Acorazada o un cabo furriel
de la Brigada paracaidista e, incluso, menos, porque con toda seguridad
los propietarios de estos dos modestos empleos militares se los han
trabajado con sumo esfuerzo y dedicación.
Y mucho menos derecho,
también, que centenares de generales, jefes, oficiales y suboficiales de
los tres Ejércitos que cumplen a diario unas misiones sumamente
difíciles y peligrosas y que no están por la labor de que un figurín, un
fantoche vestido con el sagrado uniforme con el que ellos se han jugado
la piel repetidas veces en defensa de este país, presida, no una
verdadera parada militar en un día tan señalado como el de la Fiesta
Nacional, sino un ridículo sainete político/castrense con el fin de
reivindicar su desvaída personalidad ante una próxima abdicación o
inhabilitación del fantasmal rey que todavía reina y gobierna agarrado
como un poseso a su andador infantil.
Y por supuesto, también
tenía mucho menos derecho, este atrabiliario “jefe supremo de las FAS
por un día” para presidir el acto que comentamos, que el presidente del
Gobierno (que es la autoridad a la que le correspondía, en ausencia del
rey, ya que es la que dicta la política militar de la nación, la dirige y
en caso de guerra dirigiría también las operaciones de las FAS a través
del mando ejecutivo del JEMAD), que el mismo JEMAD (Jefe del Estado
Mayor de la Defensa) y que los tres Jefes de Estado Mayor de los
respectivos Ejércitos (que no sé como coño se han tragado sin rechistar
semejante rueda de molino). Cualquiera de estas autoridades, empezando
por la primera (el presidente del Gobierno, señor Rajoy) deberían haber
presidido, con arreglo a la Constitución, a las leyes y a los
reglamentos castrenses, el acto militar del 12 de octubre. Pero nunca,
nunca, el asustado y acomplejado Borbón que lo hizo. Que no era nadie,
absolutamente nadie, para hacerlo. Todo ha sido un despropósito, un
fraude de ley, un burdo atentado a la, por otra parte, obsoleta
Constitución postfranquista del 78 ¡Pues que la entierren de una vez si
ya no les sirve! Porque a la mayoría de los españoles tampoco.
Pero la cosa, amigos, no
es baladí porque tiene su aquél, su fin escondido, su por qué
subterráneo… ya que estos dirigentes peperos adjuntos al mentiroso Rajoy
serán prepotentes y fatuos pero no tontos (del todo). El fin último de
estos fraudes de ley (a la propia Constitución), de estas suplantaciones
ilegales de la figura del monarca (que no puede delegar en nadie sus
obligaciones como Jefe del Estado y, menos aún, como Jefe Supremo de las
Fuerzas Armadas, aunque esa Jefatura sea solo protocolaria y no
operativa, pues en los Ejércitos no existe la figura de la
representatividad o la suplantación y si falta un mando es
inmediatamente sustituido por el siguiente en la cadena jerárquica, con
todas las prerrogativas del primero) no es otro que potenciar,
maximizar, rescatar, elevar todo lo que se pueda la desvaída figura del
heredero de la corona, Felipe de Borbón, ante la más o menos próxima
(más bien próxima) abdicación o desaparición física (la inhabilitación
legal, que debería ser inmediata a día de hoy, resulta muy problemática
con este Gobierno) del actual rey de España, Juan Carlos I.
Pero lo tienen crudo
estos gobernantes de la derecha recortadora si piensan que con estas
cosas van a conseguir que la inmensa mayoría de ciudadanos españoles
cambien de chaqueta en relación con el desprecio mayúsculo que
evidencian ante la obsoleta y ridícula figura del que, según algunos
pocos, poquísimos, tertulianos a sueldo, “está llamado a ser algún día
rey de todos los españoles” ¡Anda ya, eso no se lo creen ni metidos
durante horas, y en inmersión, en una tinaja de buen vino riojano! Pero
en que época se creen que estamos.
Y para terminar, me voy a
permitir lanzar una reflexión o consejo al propio Consejo de ministros
del mentiroso Rajoy y su “papal” vicepresidenta:
“Señores del Gobierno, no
pretendan meternos al principito con premeditación, nocturnidad y
alevosía porque los republicanos de este país (o sea casi todos los
españoles y todos, todos, los demócratas) hace ya meses que dormimos con
uno ojo (y algunos con los dos) abierto, estamos en “prevengan” desde
hace ya años, y no vamos a permitir que nos la metan doblada o sin
doblar”.
“Midan bien sus fuerzas y
piénsense muy lo que hacen o pretenden hacer si, en los dos próximos
años, aunque disfruten de mayoría absoluta, ante el abandono del rey
cazador (que evidentemente está para muy pocos trotes) deben gestionar
el cambio en la Jefatura del Estado español. Ni se les ocurra poner en
práctica la perversa idea de, con arreglo a la Constitución del 78 que
ustedes desprecian a diario, “coronar automáticamente” al militar de
atrezzo y de las medallas de latón que, con más cara que espalda,
presidió el otro día la mascarada esa de las FAS asamblearias españolas,
donde un teniente coronel manda más, mucho más, que el general en Jefe.
Esa línea roja traspasada, o sea el colocar un nuevo rey en La Zarzuela
sin consultar al pueblo soberano, representaría un verdadero casus
belli para millones de ciudadanos españoles que en estos momentos
aspiran a poder decidir su futuro como pueblo y a dotarse de una forma
de Estado más propia del siglo XXI en el que vivimos”
“Cuidadito, señores de la
política, que esto no es ninguna broma y ahora no hablamos de
corrupción o trágalas partidarios. No vaya a ser, y esto no es ninguna
amenaza solo prospectiva política, que tengan ustedes que blindar otra
vez para esa ocasión el Congreso de los Diputados pero no con las vallas
y los antidisturbios de la señora o señorita Cifuentes (que se mejore
la pobre, yo no soy de los que piensan que su contacto viario y motero
del pasado agosto haya sido para nada un castigo del cielo) sino con los
carros de combate y los transportes oruga acorazados de la Brunete.
Eso… si los soldaditos que los manejan resultan estar por esa labor.
Fdo: Amadeo Martínez Inglés
Coronel. Escritor. Historiador.
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