"...En la PAH, de la misma manera que otros pequeños instrumentos han sido útiles de cara a las movilizaciones, lo más importante es que no hay ningún milagro...". Ada Colau,

"... no somos un lugar de asistencialismo, sino de empoderamiento colectivo donde todas nos apoyamos en todas como iguales, algo que es muy importante para diferenciarnos de asociaciones de consumidoras, entidades de caridad o de servicios sociales. De esta manera, cualquiera que quiera crear una plataforma tiene que asumir ese manifiesto y también los mínimos...."
 
Ada Colau
Portavoz estatal de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca
«Necesitamos urgentemente una sociedad civil fuerte y organizada»....
 
Se ha convertido en la voz pública de aquellas personas que están viviendo el drama del desahucio y, al mismo tiempo, en el azote de políticos y banqueros. Ada Colau (Barcelona, 1974) está estos días en Nava (Asturies) en un encuentro estatal de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), de la que es portavoz. Colau tuvo la amabilidad de atender a DIAGONAL ASTURIES. En esta segunda parte de la entrevista, entre otros temas, conoceremos las inquietudes que la llevaron a implicarse en la PAH. Además, nos explica como esta plataforma ciudadana, sin apenas recursos, se ha convertido en uno de los movimientos sociales más exitosos del Estado.

Iván G. Fernández. Nava (Asturies) 06/08/13 
 
Colau considera que una de las claves del éxito de la PAH ha sido «persistir» / Pablo Lorenzana
Fuera de esta vida pública que le ha tocado vivir y que la ha convertido en la voz de muchas personas desahuciadas. ¿Quién es Ada Colau? ¿Cómo acaba convirtiéndose en esa figura pública?
Inquietud social he tenido siempre, como muchísima gente en este país, afortunadamente. Recuerdo que ya desde el instituto me implicaba en las asambleas, pero la politización fuerte a mí me empieza con el movimiento antiglobalización, donde me impliqué bastante en la campaña contra el banco mundial que se hizo en Barcelona. Creo que no es casualidad que yo empezara en eso porque ahí empezó un ciclo. Un ciclo en el que se inscribe claramente el 15M, porque es una forma de politización que cuestiona la falta de democracia a nivel global. Con todo esto se produjo un malestar ciudadano que se expresó en grandes campañas y que se conoció con el nombre de movimiento antiglobalización. Como decía antes, me parece que en este ambiente ya había muchos elementos pre 15M, precisamente porque eran campañas ciudadanas que iban más allá de las organizaciones clásicas, que se han quedado anticuadas y con las que la gente ya no se identifica.

Ese espíritu que empezó ahí y que continuó con el No a la Guerra, a mucha gente nos llevó a ver cómo concretábamos eso en nuestra vida cotidiana. En el Estado español para muchos ciudadanos eso fue luchar por la vivienda digna y yo me impliqué en varios colectivos que defendían esos derechos, concretamente en uno que fue V de Vivienda. Este colectivo en el año 2006 fue un movimiento claramente 15M, porque estaba formado por ciudadanos que, cuando este problema no existía en la agenda y nadie se lo esperaba, salieron masivamente a la calle, se auto convocaron a través de las redes sociales y pusieron el problema en la agenda política. De esa experiencia, en la que nosotras denunciábamos la existencia de la burbuja inmobiliaria y el estado la negaba, salió la PAH.
¿Cómo se convierte una organización social como la PAH en uno de los movimientos ciudadanos más activos y exitosos del Estado?
En la PAH, de la misma manera que otros pequeños instrumentos han sido útiles de cara a las movilizaciones, lo más importante es que no hay ningún milagro, es decir, la plataforma es la demostración de que efectivamente se puede. Sin tener dinero, sin tener recursos, pero teniendo las ideas claras y los objetivos, sí se puede. Sobre todo, si se persiste. Porque claro, ahora se ve una movilización amplia, pero cuando nosotras empezamos no existía el tema. Éramos un pequeño grupito en Barcelona y nada más. De aquella parecía imposible ver en lo que se ha llegado a convertir la PAH. Hubo momentos —no sólo en el inicio, sino a lo largo de los dos primeros años— muy duros en los que no sabíamos por dónde tirar.

Creo que una de las claves de nuestro éxito ha sido persistir, pensar que teníamos razón, que esa pelea teníamos que hacerla e insistir hasta que esto empezó a crecer. Por lo tanto, como buenas intuiciones que tuvimos fue, de un lado, pensar el movimiento de manera muy flexible y, de otro, con unos mínimos muy básicos. La PAH se crea con un manifiesto muy sencillo que habla de la vulneración del derecho a la vivienda y tiene unos mínimos que son la gratuidad —nadie puede cobrar por lo que se hace en la plataforma—, porque hay demasiado buitre dispuesto a aprovecharse de la desgracia ajena y hay gentuza que usa la información que se cuelga en los juzgados para cobrar a la gente afectada. Después, la independencia de cualquier partido o sindicato. Y, por último, está el tema asambleario, donde nos organizamos de una manera descentralizada, por nodos y con un asesoramiento colectivo. Es decir, no somos un lugar de asistencialismo, sino de empoderamiento colectivo donde todas nos apoyamos en todas como iguales, algo que es muy importante para diferenciarnos de asociaciones de consumidoras, entidades de caridad o de servicios sociales. De esta manera, cualquiera que quiera crear una plataforma tiene que asumir ese manifiesto y también los mínimos.


El hecho de hacer esos mínimos y volcar en seguida en la web todo nuestro aprendizaje, las herramientas, videos con nuestras acciones o documentos útiles —para que cualquier persona que quisiera formar una plataforma tuviera toda la información—, hizo que el movimiento fuera muy replicable. Pero me parece que las intuiciones clave fueron, por un lado, el saber ver que había un problema de incidencia a largo plazo, de leyes injustas y, por otro, hicimos una estrategia con objetivos de incidencia a largo plazo —teniendo en cuenta la experiencia anterior en V de Vivienda—, pero también con objetivos a corto y medio plazo de cómo hacer frente al problema en el día. Es decir, tenemos un problema de vidas en juego, de urgencias y no podemos esperar a que alguien nos escuche desde las administraciones, cuando sabemos que no están receptivos. Además, sabiendo todo esto, había que buscar estrategias de auto tutelas de los derechos y eso lo hicimos a través del asesoramiento colectivo y, cuando esto fracasa, a través de estrategias de desobediencia civil donde, de mano, hacer frente a los desahucios y restablecer la obra social para recuperar cientos de viviendas que están en manos de los bancos para alojar a las familias que no han podido paralizar el desahucio. Por lo tanto, esa estrategia compleja nos ha permitido conseguir pequeñas grandes victorias, tanto a nivel de incidencia como de resolver casos concretos y que le ha demostrado a la gente que movilizarse sirve. Así que, visibilizar esto le ha dado una potencia al movimiento que aún hoy no para de crecer, a pesar de que la Administración sigue sin escuchar las demandas.


La portavoz de la plataforma manifiesta que el movimiento continua creciendo a pesar de que la Administración sigue sin escuchar sus demandas /Pablo Lorenzana

Existe una sensación generalizada de que este modelo político está roto, pero no se ve claramente una alternativa de cómo echar al bipartidismo y se empieza a ver que hace falta algo más que la movilización. En Grecia, Italia o varios países sudamericanos parece que nos llevan ventaja, ¿qué está faltando aquí?
Lo que no hay que buscar son recetas mágicas. Otro de los daños que nos ha hecho el capitalismo es — entendiendo ese capitalismo como una forma de vida y no solo como un modelo económico— ese ritmo frenético de que las cosas hay que conseguirlas aquí y ahora. Y si una manifestación no sirve para derrocar un gobierno, entonces hemos fracasado. Pues no. Los grandes cambios, para que sean reales y mejores, tienen que ser procesos amplios donde participen el máximo de gente posible. Si queremos refundar la democracia, no se consigue delegando otra vez. Pueden aparecer personas válidas que sean referentes, podemos intentar formas políticas, temporales o permanentes, para organizar la representación pero no hay que pensar en recetas mágicas. Tenemos que pensar en procesos donde participemos todos y no deleguemos. Porque delegar, nos ha llevado a donde nos ha llevado.
 
Creo que sufrimos dos males, uno fue una mala transición de una dictadura muy reciente, que llevó a una despolitización muy fuerte, a que el mismo poder económico siga gobernando en la supuesta democracia. Además, tenemos esa herencia reciente de la dictadura, que no lleva precisamente a que todas estemos educadas en democracia. El segundo mal es que hemos tenido esta última fase del capitalismo salvaje, plasmado en el consumismo como forma de vida cotidiana. En esta fase hubo un pacto implícito que se podía resumir en que los partidos nos han dicho que deleguemos, que les votemos cada cuatro años y ellos ya se encargan de gestionar lo público. A cambio de que deleguemos, ellos nos prometen un cierto bienestar, una capacidad de consumo, vacaciones, vivienda… Pero este espejismo se ha roto, se ha visto que era un engaño y la gente con una supuesta estabilidad ha acabado más empobrecida que nunca. Una vez que se rompe ese espejismo, ahora toca no volver repetir el mismo error. Así que no podemos delegar la democracia cada cuatro años. Necesitamos urgentemente una sociedad civil fuerte y organizada, al margen de que luego reinventemos partidos políticos o formas representativas. Ahí hay mucho trabajo que hacer y hay que abordar el tema institucional. Yo no estoy rehuyendo ese debate porque me parece absolutamente necesario pero primero, para abordarlo bien, necesitamos una sociedad civil organizada que es algo que no tenemos. Esta sociedad debe estar siempre organizada, no solo para sacar a los que están en el poder, porque gobierne quien gobierne el poder tiende a abusar del poder sistemáticamente. Y además tiende a la corrupción siempre, porque quien tiene privilegios no renuncia a ellos de manera voluntaria. Siempre tiene que haber un contrapoder vigilando y poniendo límites. De otra manera, en América Latina ha habido procesos importantes pero con una sociedad civil fuerte y muy organizada.

Le ofrecieron ser diputada en el Parlament y, después, también ser eurodiputada. ¿Cuándo será el momento de dar el salto dentro de una alternativa rupturista?
Bueno en realidad, lo de ser eurodiputada no me lo propusieron a mi directamente, más bien apareció en una nota de prensa, que es la vieja forma de hacer política. Es muy fuerte porque nadie había hablado conmigo, ni Gaspar Llamazares ni nadie. Ni conozco a Llamazares personalmente, solo un colaborador suyo me había informado que él me iba a llamar para tomar un café conmigo cuando pasara por Barcelona. Ésta es la única noticia que yo tenía. De repente me llaman los periodistas diciéndome que Llamazares me ponía en una candidatura europea junto con Alberto Garzón. Insisto, es la vieja forma de hacer política. Desde luego yo lo rechacé y nunca más quise saber nada, porque estas formas de hacer no me interesan.

En cuanto a su pregunta, yo ya estoy en política porque desde la PAH estamos haciendo política. Y es más, estamos demostrando que una sociedad civil fuerte y organizada consigue mucho más que ningún partido existente. Estamos haciendo que las fuerzas políticas se muevan; estamos consiguiendo mucho más que ninguna administración porque hemos parado cientos de desahucios. Claramente, se está demostrando que ahora la capacidad máxima de transformación no está en los parlamentos, está fuera de ellos.

 
No creo que la PAH tenga que convertirse en un partido político, otra cosa es que haya procesos amplios en los que gente de la plataforma, como de otras cosas, pueda participar. Pero reitero, no creo que los movimientos sociales tengan que traducirse en partidos porque esa es la visión del PP, ¿no? Que reduce la democracia a las elecciones. Yo pienso que la democracia tiene que ser que esa sociedad civil esté permanentemente implicada en los asuntos públicos.
Por otra parte, independientemente de que crea que la PAH no debe convertirse en fuerza política, en algún momento vamos a tener que abordar la institucionalidad pero lo tendremos que hacer de manera colectiva y participando todos como iguales. No creo que ni yo ni la plataforma tengamos que tener un papel especial en eso.

POSTURA DE LAS FUERZA DE SEGURIDAD DEL ESTADO FRENTE A LOS DESAHUCIOS
No sé si conoce el caso del desahucio de Ciudá Naranco, en Uviéu, el año pasado que acabó con 20 detenidos y con el desalojo de una familia con un bebé de pocos meses. Desde entonces, bomberos, jueces o policías han llegado a rechazar los desahucios. ¿Eso se ha traducido en la práctica? ¿Se han reducido los despliegues policiales en los desahucios?
Sí, sí que lo conozco y fue algo horrible. En cuanto a la pregunta, creo que depende un poco de las zonas del estado. Quiero decir, por ejemplo en  Cataluña —que fue donde nació el movimiento— está más consolidado. Hay casi 50 plataformas, tiene un apoyo masivo e incluso en muchos ámbitos institucionales. Aunque sí hubo algún intento de criminalizar el movimiento y algún episodio violento en desahucios, pero ha sido algo más anecdótico que otra cosa. Además ha tenido un rechazo social masivo. En cambio, en otros lugares —donde también la tradición represiva es mucho más fuerte— como Madrid, por ser la capital históricamente sufre una represión permanente y además ahora con delegada del Gobierno Cristina Cifuentes, que es una vulneradora permanente de los derechos fundamentales, la situación es mucho más difícil. Los activistas de Madrid necesitan del apoyo del resto del movimiento porque están haciendo un sobre esfuerzo descomunal. 
 

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