Habíamos insistido mucho en que la normativa española sobre los
desahucios era ilegal. Ha tenido que ser la Unión Europea la que,
finalmente, ha penalizado las prácticas del Gobierno español.
¿Qué supone esta sentencia para la PAH?
Con la sentencia europea se deberían poder parar cerca de 200.000
procesos de ejecuciones hipotecarias...
La resolución dice lo mismo que
denuncia la Plataforma desde hace años. Exigimos que se asuman
responsabilidades políticas.
Y las estáis exigiendo ‘cara a cara’ con los diputados. ¿Cómo va la presión social delescrache?
Estamos en una fase inicial y justo ahora empieza la segunda. En un
primer momento, hemos invitado a los diputados a venir a nuestras
reuniones y muy pocos han respondido. Como no han venido a conocer la
realidad social, la realidad social ha ido a buscarlos. Ahora hemos
pasado a interpelarles personalmente en la calle. Estamos convencidos de
que, si conocen la gravedad de la situación, votarán en favor de
nuestras propuestas. La ciudadanía se organiza colectivamente y señala
los representantes públicos. Creemos que en el Congreso se diluye la
responsabilidad individual de los representantes en las votaciones.
Una estrategia de presión popular que se hacía en Argentina para señalar a los responsables de la dictadura militar.
En cierto modo sufrimos una dictadura financiera. Nuestras políticas
sociales y nuestros derechos fundamentales están a merced de la clase
financiera. Son contextos diferentes y hay que salvar distancias, pero
son similares. Eso sí, aquí los responsables no deben responder por sus
crímenes, sino que además son premiados por la gestión pública.
Señalar los diputados responsables. ¿No sería justo también hacer una discriminación positiva?
Lo hemos hecho, pero nos lo han reflejado poco. Los primeros en
responder fueron ICV y ERC, que trasladaron al Congreso nuestras
demandas cuando los desahucios aún no eran noticia. Han llevado nuestras
propuestas al Congreso hasta en cuatro o cinco ocasiones. Por el
contrario, y hasta hace cuatro días, el PP y PSOE, siempre habían votado
en contra. CiU y PNV han sido más ambiguos y han votado según soplaba
el viento.
¿Te ves dentro de unos años formando parte de alguna lista electoral?
Lo he pensado porque mucha gente me lo ha dicho. Y de sectores muy
diferentes. De hecho, dos fuerzas me llamaron para las elecciones
catalanas. Rechacé ir en las listas de ICV-EUiA y la CUP, a pesar de
compartir buena parte del programa. Sinceramente, no creo que un fichaje
individual cambie nada. Creo que ahora mismo se hace más desde fuera
del Parlament que desde dentro. Es necesaria una refundación de la
democracia en la que el conjunto de la ciudadanía se implique. La PAH,
una organización sin casi recursos, ha tenido mucha más incidencia que
ningún partido… En el futuro, si abordamos un proceso amplio de revisión
de maneras de hacer, puedo plantearme participar en la política, pero
en ningún caso con el sistema de partidos actual.
La Plataforma hace una crítica sistémica, como la hizo el movimiento del 15-M. ¿Comparte la misma esencia?
Tenemos puntos en común, pero no somos iguales. De hecho, la
Plataforma nace dos años antes del estallido de indignación del 15-M. En
ese momento, se produjo un encuentro perfecto entre una cosa y la otra.
Por un lado, el 15-M vio en la labor de la Plataforma un trabajo previo
que había que integrar. Y, por otro, nosotros, que hasta entonces sólo
estábamos consolidados en Catalunya, nos extendimos por el territorio
español.
El 15-M rehuyó de liderazgos y exigía una “democracia real”.
La PAH ha encontrado en ti una única portavoz y ha sabido concretar en
las demandas. ¿Se ha tratado de no caer en los mismos errores?
Nosotros lo hemos tenido más fácil porque somos una plataforma
sectorial. Pero sí es cierto que, más allá de la expresión inicial de
malestar y de indignación, había un segundo proceso de concreción. Y
nosotros, con el tema de la vivienda, ya teníamos un trabajo hecho de
denuncia y de indentificación de responsables. Por otra parte, no soy la
única portavoz. Simplemente he estado en la Plataforma desde el
principio, he tenido incidencia en la generación del discurso y es
razonable que sea una de las caras más visibles. En la Plataforma hay
gente muy válida en diferentes sectores y tratamos de poner al servicio
del movimiento las habilidades de cada uno.
¿Temes convertirte en una víctima mediática? Te hemos visto en platós donde sólo se escucha a quien más grita…
Sabemos lo que hacemos. Ir a según qué programas de televisión no
quiere decir que todo nos parezca bien. Pero hoy en día, es un hecho que
vivimos en una sociedad mediática y para llegar a la mayor parte de la
población, que siempre ha sido nuestra vocación, hay que pasar por los
grandes medios. Debemos hacerlo con cuidado, dosificando nuestras
apariciones y con espíritu crítico. Quizás con una o dos veces que
vayamos a ‘El Gran Debate’ de Tele5 es suficiente. Y tratamos de pactar
entrevistas, no aparecer únicamente en el intercanvio de gritos.
¿Ha habido voces discordantes dentro de la Plataforma sobre la participación en este tipo de programas?
Sí, no todo el mundo lo ha visto de la misma manera. Hay gente que es
más crítica… Ahora los que insisten en que los visite son los del ‘Gato
al Agua’, de Intereconomía.
¡Qué miedo!
Estamos debatiendo qué hacer…
Los grandes medios silenciaban la problemática o la abordaban
desde el sensacionalismo. Ahora parece que se empieza a hablar más de
la organización de la PAH.
Tenemos claro que el gran medio de masas es una empresa que funciona
con criterios de rentabilidad. Cuando éramos totalmente desconocidos
sufrimos casos de pequeña censura. Convocábamos los medios para que
captaran acciones que hacíamos frente a algunos bancos y las
televisiones, por ejemplo, tenían prohibido enseñar los logos de las
entidades financieras, que son las grandes proveedoras de publicidad.
Cuando no se ha podido silenciar el fenómeno hemos visto cómo nos
llamaban para enterarse de los desahucios más traumáticos, buscando la
parte morbosa del drama. Desde la famosa comparecencia del Congreso se
ha hecho más visible la parte de la movilización social y se ha mostrado
el proceso de empoderamiento de la gente.
La comparecencia en la que tildas de “criminal” a un
representante de la Banca… La red hirvió. ¿Qué papel han jugado las
redes sociales?
Las palabras de criminal se han magnificado mucho desde los medios,
pero en las redes miles de personas habían visto la comparecencia
entera. Es un medio de comunicación emergente que, de momento, no está
controlado por las grandes empresas. Se ve, cada vez más, cómo lo que
las redes recogen acaba determinando el contenido de los programas.
La PAH combate las injusticias del día a día. ¿No crees que es necesaria una crítica más global?
No creo en los maximalismos que llevan a la inacción absoluta. Llevo
varios años de activismo y he comprobado su ineficacia total. Creo en
“hacer a medida que haces”. Los pequeños gestos desencadenan las grandes
transformaciones. Si vamos con un discurso maximalista de crítica
capitalista, de cero colaboración con nadie que pueda estar manchado,
llegaremos a poquísima gente. Hoy necesitamos mecanismos concretos que
permitan a los afectados sobrevivir y no quedarse en la calle. Y, en
este proceso, se desencadenan procesos colectivos de transformación que
generan un efecto de bola de nieve.
Las políticas públicas de vivienda han sido las grandes olvidadas. ¿Por qué?
La cuestión de la vivienda ha sido un auténtico desastre. A finales
del franquismo comienza un modelo de cambio en términos sociales y
culturales. José Luis Arrese, ministro de Franco, lo plasma en la frase:
“queremos un país de propietarios, no de proletarios”. Poco a poco, se
avanza hacia una sociedad individualista y conservadora que no sólo se
perpetúa en democracia, sino que se radicaliza. En 1998, el PP le da un
empujón definitivo a la burbuja inmobiliaria con el “todo urbanizable”
de Francisco Álvarez Cascos. Pero es que el PSOE fue el que liberalizó
el alquiler, con el ‘decretazo’ de Miguel Boyer. Los dos grandes
partidos han hecho que el alquiler no sea una alternativa y nos han
llevado a todos al sobreendeudamiento.
Zapatero decía que la economía española estaba en la Champions League …
Exportaciones, milagro español … Era una estafa. En ese momento la
burbuja permitía el modelo de ‘todos estamos ganando’. Los que han
gobernado no se han atrevido a detener ese aparente modelo de
crecimiento de la burbuja inmobiliaria porque temían que la oposición y
la ciudadanía se les echara encima. Vivimos en una democracia
descafeinada en la que sólo importa ganar las elecciones. La política
miope, más pendiente de los réditos electorales que de hacer una
sociedad más justa, nos ha llevado directamente al abismo.
Entrevista de Jordi Molina.
http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/-no-creo-en-los-maximalismos-que-llevan-a-la-inaccion-absoluta/20130404114916090558.html
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