LOS NUEVOS KEYNESIANOS O LA "RESURRECCIÓN" DEL CAPITALISMO


Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón
LOS NUEVOS KEYNESIANOS O LA "RESURRECCIÓN" DEL CAPITALISMO



    Hace unas semanas nuestro colaborador Manuel Navarrete publicó un documentado artículo en la revista "Laberinto" en el que, que bajo el título "No hay alternativas. Otro capitalismo es imposible", el autor hace un conjunto de valoraciones sobre lo que él denomina el intento de "resucitar a la socialdemocracia keynesiana en el Estado español". El trabajo de Navarrete es extenso. Por ello, en lugar de publicarlo como un artículo - lo que dificultaría su lectura - intentaremos ofrecérselo a nuestros lectores en forma de ebook en el curso de la presente semana.

    No obstante, el próximo martes, día 19 de marzo, tendrá lugar en el Club de Prensa Canaria, en Las Palmas, una conferencia a cargo del conocido economista socialdemócrata Torres López. Dado que el folleto de Navarrete realiza justamente una crítica de libro de Torres, Vicenç Navarro y el diputado de IU Alberto Garzón titulado "Hay alternativas" nos ha parecido oportuno adelantar aquí un breve resumen del trabajo de nuestro colaborador.

NO HAY ALTERNATIVAS (OTRO CAPITALISMO ES IMPOSIBLE)
(Breve resumen)

Por Manuel Muñoz Navarrete

    "El keynesianismo es la doctrina común a Zapatero, a IU, a CC OO y UGT y a ciertos sectores del 15M. Todos ellos, con matices, ofrecen una misma explicación a la crisis que padecemos: se debe a la codicia de los especuladores y de la banca, a causa de una insuficiente regulación. "Hay alternativas", un libro de moda que ya cuenta con más de diez ediciones, expone una alternativa para "salvar" el capitalismo que (insistamos) aparte
de irrealizable, es también reaccionaria, ya que implica salir en apoyo de un sistema en bancarrota
 
MANUEL NAVARRETE.

Lo primero que llama la atención es que los autores de esta obra no reconocen el carácter de clase del Estado. En consecuencia, todo lo quieren "democratizar": la UE, el BM, el FMI, la ONU (pág. 209). Aunque no la citen, probablemente también deseen democratizar la OTAN, porque no ven la esencia burguesa, al servicio del capital, de todas estas instituciones (esencia que, para ellos, desaparecerá con un par de cambios formales).

    Hablan, literalmente, de regular la banca privada para que sea "ética" (pág. 149). Es decir que, ante la catástrofe que padecemos, nuestros autores no plantean abolir la banca privada, sino simplemente reconstruir un sector público funcional a la acumulación privada de capital. Por supuesto, aspiran a que Europa retome la senda del crecimiento (pág. 179), a pesar de que, como les contestó Carlos Taibo, "el crecimiento sólo puede llevar al colapso económico, social y ecológico", por tener bases extractivistas y consumistas de crecimiento exponencial (imposible, como hemos visto, a causa de los límites ecológicos del planeta).
 "Hay alternativas" plantea abiertamente también una nueva
economía en la que colaboren la inversión privada y la banca pública, pidiendo sin complejos un "pacto capital-trabajo" (pág. 177), defendiendo la colaboración entre clases y obviando que, paradójicamente, las reformas no se consiguen siendo reformistas, sino siendo revolucionarios, ya que, como la propia historia demuestra, la burguesía no está dispuesta a conceder nada por acuerdo y de buen grado.

    Así pues, el trío aspira a resolver la crisis a través de medidas políticas, pero, eso sí, sin tocar las relaciones sociales capitalistas ni la propiedad privada de los medios de producción. Y, naturalmente, el sujeto político que ha de generar el cambio no es para ellos la clase trabajadora, sino la "ciudadanía" (pág. 15). Por ello, no sorprende que el trío se lamente de que los "emprendedores" no encuentren crédito (pág. 68), ya que, como dicen con ingenuidad, "la búsqueda de beneficio debe hacerse compatible con la justicia social y el interés colectivo" (pág. 99).

    En un alarde sin precedentes, el trío nos informa de que su programa no sólo beneficia a los trabajadores, sino también a la patronal (pág. 137), sólo que ésta no lo comprende a causa de su "ceguera" neoliberal (pág. 123). Así pues, con un utopismo mucho mayor que el de cualquier comunista o incluso que el del más radical anarquista, este trío de expertos en economía nos explica que la patronal aceptaría sin problemas una subida de impuestos al capital (pág. 178). ¿De verdad? Más adelante (IV.2) analizaremos qué harían en realidad los empresarios en dicha situación.

2. ¿De verdad "España" lo necesita?

"Lo que España necesita", segunda obra conjunta del trío, nos devuelve a idénticos problemas. Tanto "Lo que España necesita" como "Hay alternativas" cometen, a mi juicio, terribles errores que no tengo espacio para continuar glosando aquí. Me limitaré, pues, a trazar una panorámica global de los más destacados: en primer lugar, leyéndolos, parece como si lo natural en el capitalismo fuera lo vivido en los países centrales durante tres décadas aisladas del siglo XX, y lo que vivimos ahora una extraña desviación. La cosa es más bien al revés y el capitalismo tiene una historia ligeramente más amplia (cronológica y geográficamente)...

... Estos autores hablan como si el problema no fuera la existencia de la banca privada en sí misma, sino el hecho de que no financie a los "emprendedores"; como si el problema no fuera competir sino "la forma" de competir y, de hecho, como si el Estado español debiera mejorar su posición y su competitividad dentro del mercado mundial (a costa, cabe pensar, de otros países que pierdan posiciones en dicha competición). También hablan como si durante la época del keynesianismo no muriera nadie de hambre en los países subdesarrollados; como si hubiera que incrementar la supuesta "cooperación al desarrollo" (en lugar de dejar de saquearlos); como si EE UU, efectivamente, tuviera multinacionales explotando al Tercer Mundo, pero no así su querida Suecia, supuestamente keynesiana. Hablan como si el sistema funcionase mal y hubiese que sustituir algunas piezas, cuando, en realidad, esta maquinaria funciona a la perfección, pero fabrica lo que fabrica. Y, sorprendentemente, a pesar de su insistencia en estimular el consumo, luego critican, en sangrante incoherencia, el consumismo.

    Navarro, Torres y Garzón distinguen constantemente entre los capitalistas buenos (los que invierten, los industriales, los éticos) y capitalistas malos (los especuladores, los admi-nistradores codiciosos, los inmorales). Como Keynes, el trío quiere favorecer al capitalismo industrial, frente al capital financiero. Con ello, estos expertos ignoran una evidencia económica elemental: las finanzas y la especulación no se desarrollan aparte del capitalismo "normal", sino para satisfacer necesidades del sistema en un momento determinado. Superficialmente, la crisis estalló en la esfera más especulativa, pero la especulación tenía una función dentro del sistema: garantizar los préstamos a los hogares y las empresas para que prosiguiera el consumo.

    Como escribió Marx, lo que al observador superficial le parece ser la causa de la crisis no es la sobreproducción, sino el exceso de especulación. Sin embargo, este exceso no es más que un síntoma de la sobreproducción.

3. La ambigüedad de estos libros con respecto al PSOE

    Sobre todo, los autores incurren en un error absolutamente imperdonable: incluir al PSOE dentro de la izquierda (pág. 206 de Hay alternativas), olvidando aquello que escribiera Anguita en su artículo "Las lentejas de Esaú": Se piensa que existe una derecha esencial y otros agentes políticos innominados que pueden hacer políticas de derechas, aunque no lo sean. Se olvida con notoria e interesada ofuscación que con el tiempo el hacer determina, configura y clasifica al ser.

    De hecho, observamos en ambos libros cierta complacencia para con el PSOE que nos llama mucho la atención. Y no sólo en ellos. Aquí debe mencionarse el declarado apoyo de Navarro al tripartito catalán (véase su artículo "En general, el tripartito catalán lo ha hecho bien"), o su ambigüedad en relación al PSOE, cuyo declive, al parecer, "sería negativo para el país", o eso decía el autor en su artículo "¿Es el gobierno de Zapatero socialdemócrata?". Por otro lado, ¿debe parecernos saludable que Navarro haya trabajado como asesor para la Casa Blanca, a instancias de la genocida Hillary Clinton?

    Juan Torres, por su parte, anda empeñado en llamar sectario a todo aquel que no esté de acuerdo con su idea de una "Izquierda Abierta" hacia el PSOE, e incluso a todo aquel que no defienda el pacto de gobierno PSOE-IU en el parlamento andaluz.

    Visto lo visto, no es de extrañar que, por ejemplo, critiquen el copago sanitario "del PP" (Lo que España necesita, pág. 70) olvidando que la Ley 15/97 (que permite la entrada masiva de empresas privadas en la gestión de la sanidad pública) fue aprobada conjuntamente por PSOE y PP. Igualmente, tampoco extraña lo que sucede en la página 68 de ese mismo libro. Primero alaban la subida del Salario Mínimo por Zapatero. En el siguiente párrafo, critican al PP porque, aunque había concedido ventajas fiscales a las familias, había permitido una subida de precios mayor, que dejaba la anterior medida sin efectos reales.
Por desgracia, el problema es evidente para cualquier lector: ¿por qué, en el párrafo inmediatamente anterior, no se le aplicaba el mismo rasero a Zapatero? La respuesta es fácil: porque, entonces, se habría llegado a la conclusión de que el Salario Mínimo no subió, sino que bajó en términos reales, si se tiene en cuenta el IPC (y curiosamente, Alberto Garzón ha escrito interesantes artículos en solitario donde sí desarrolla esta idea… Mayor contradicción, dicho sea de paso, encontramos en Juan Torres, que cuenta con escritos cibernéticos en los que renuncia parcialmente a Keynes, abrazando el "poskeynesianismo", que, a la luz de estos libros, más bien debería llamarse "neokeynesianismo").

    Tampoco es de extrañar que, en la primera edición de la última obra conjunta de Vicenç Navarro y Juan Torres, Los amos del mundo, se diga que Zapatero "retiró las tropas de Afganistán" (pág. 18), en una errata verdaderamente freudiana. Más allá de la anécdota, encontramos una verdadera incomprensión del papel histórico del PSOE, al menos desde el Congreso de Suresnes (1974). Ya decía Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte que, bajo el capitalismo, la forma perfecta de dominación no es la dictadura autoritaria, sino la república democrática. A esto podríamos agregar que el bipartidismo, establecido en el Estado español ya en el siglo XIX por Cánovas y Sagasta, es un método perfecto para generar apariencia de diversidad.

    Otro ejemplo paradigmático es la supuesta oposición entre "republicanos" y "demócratas" en EE UU. De igual modo que tras Aznar vino Zapatero en el Estado español, tras Bush vino Obama en los Estados Unidos. Un lavado de cara necesario para reciclar el sistema y superar la mala imagen generada por el "poli malo", tranquilizando a los "progres de la ceja" para que, finalmente, todo siga igual.

    Hay que superar el mito de que debemos "apoyar al PSOE para que no gobierne el PP". En ese caso, pensará la gente, ¿para qué votar a la copia, si puedo votar al original? Caso parecido es el de la llamada "Cumbre Social" liderada por CCOO y UGT, que no oculta su voluntad de buscar una suerte de "unidad contra el PP" que no cierra las puertas al propio PSOE y que, en consecuencia, no habla del tema de la deuda, sino de la vuelta a la "Europa Social" y de los "aspectos progresistas" de la Constitución Española.

    Pensemos en Latinoamérica, la vanguardia antiimperialista del mundo. ¿Acaso Hugo Chávez, al asaltar los cielos en Venezuela, optó por apoyar al partido "progresista" Acción Democrática para "ni por activa ni por pasiva" (por usar la expresión de Valderas y Cayo Lara) dejar gobernar al neoliberal COPEI? ¿No hizo más bien otra cosa: ignorar esa trampa bipartidista y crear una tercera opción totalmente al margen de la falsa alternancia? En el Estado español, nos costó mucho tiempo y esfuerzo conseguir que la gente comprendiera que, como dice ese célebre cántico de todas las manifestaciones, "PSOE y PP la misma mierda es". Diego Valderas lo destruyó en unas semanas.

    Es hora de cambiar los términos del debate. No parece posible que gentes que se llaman a sí mismas "comunistas" nos digan que en Andalucía se ha "frenado al neoliberalismo" o se ha hecho un "pacto de progreso" y "de izquierdas". La realidad es que IU acaba de constituir, junto al PSOE, un gobierno que va camino de ejecutar los recortes sociales más drásticos de la historia del país andaluz. Nada incoherente, por otro lado, con lo que viene siendo la orientación política del PSOE desde los primeros tiempos de Felipe González hasta la actualidad.


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