“Caso Bárcenas”: su utilización (de todos ellos) y la nuestra
inSurgente
Independientemente de la necesidad de hacer un análisis más concreto y
exhaustivo del estallido en el seno del PP del “caso Bárcenas”, se
impone desde ya expresar la necesidad de afrontarlo desde una postura de
independencia de clase, huyendo de interpretaciones más que
insuficientes o seguidistas como las que se están viendo, incluso, en
algún que otro medio progresista, limitándose a igualar al PP con la
corrupción o ante el particular tipo de “crisis política” que se quiere
abrir desde IU y las cúpulas sindicales.
Lo que sigue va en el mismo sentido de lo expuesto en un comentario
que redacté cuando estalló el anterior gran caso de corrupción de la
“democracia” española: el de los fondos reservados (en paralelo con lo
del GAL) en los últimos tiempos del… felipismo y que seguiría a lo de
Filesa, “caso Guerra”, etc. (sí, un larguísimo etcétera…).
Habría que recalcar en líneas generales la necesidad de:
1. DESLEGITIMAR LA POLÍTICA DE “RECORTES SOCIALES”.
Ni que decir tiene que hay que aprovechar lo que está saliendo para
cargar de razones la lucha popular contra los “recortes sociales”. Hay
que deslegitimar lo que puedan dictar y argumentar unos mafiosos. Lo
decimos constantemente: a) esto es una relación de fuerzas y en ella es
muy importante, ciertamente, buscar la debilidad política del gobierno
de turno que pilota ejecutivamente la agresión social en curso; b) lo
que se ven obligados ellos mismos a sacar de sus propias cloacas vale
más políticamente que todo lo que digamos nosotros al respecto.
Pero esto solo no nos basta...
2. PONER EL ACENTO EN EL GRADO DE DESCOMPOSICIÓN DE TODOS
ELLOS, del Estado que les ampara (de toda la “clase politiquera” en su
conjunto).
No está en los intereses del pueblo centrarse sólo en la corrupción
del PP. (Como tampoco lo era cuando se ponía en la corrupción de los
psoístas). No nos engañemos: a la “clase politiquera” en su conjunto no
les conviene que nos forjemos un verdadero análisis de clase sobre el
origen y desarrollo de la corrupción, así como de las causas de que
ahora sean noticia unos escándalos que son la norma entre ellos.
“De antemano, habría que decir que sólo puede producir arcadas el
intento de diferenciar dentro del sistema capitalista los beneficios o
sueldazos obtenidos con corrupción de los que no; pues todos salen del
robo a los trabajadores. Pero si hacemos un sacrificio con tal de
desmontar tanta mentira y suponemos que no hay corrupción allí donde el
juego económico transcurre en "idílica y sana competencia", sin
necesidad, por tanto, de hacer intervenir a lo político para aumentar
los beneficios, concluiremos que lo que ahora está saliendo no es sino
una pequeñísima parte de la corrupción existente. Y es que desde hace
bastante tiempo nos encontramos en un régimen de los monopolios donde la
corrupción se instala como mecanismo necesario y se eleva a su máxima
expresión. Es la época de las concesiones de negocios de muchos miles de
millones, formando parte de la estrategia de los grandes grupos y
firmas el acaparamiento del máximo de poder (directo o indirecto) dentro
del aparato estatal, y, por supuesto, de la compra de la "clase
política".
Otra cosa bien distinta es qué dimensiones toma y qué es lo que sale a
la luz. Esto va a depender, fundamentalmente, del grado de estabilidad
de cada Estado, de que no haya desbordamiento de las luchas internas
entre grupos y clanes por la imposición de decisiones. (De mi texto,
“Sobre la corrupción”, 1995 )
En medio de una crisis que afecta a la base material que viene dando
de mamar a todos lo que formaron el tinglado que han montado desde la
Transición (gobierno de turno, oposición, sindicatos, etc.), todos se
impacientan por estar en las mejores posiciones de poder y aguantar ahí
el máximo de tiempo. A aquellos que divisan un futuro relativamente más
negro no les interesa en absoluto la gobernabilidad de una situación que
les margina. Si con la crisis hay menos tarta y se multiplican los
comensales de todos los tamaños, ¿cuánto tiempo podía pasar hasta que de
las disputas pasaran a los hachazos?
En definitiva, hay una lucha por reorganizar las cuotas de poder
dentro del sistema político que padecemos. Por eso, junto a la
corrupción (que, por cierto, se dispara en tiempos de crisis, y por ella
misma, ya que mucho político no sabe dónde estará mañana mismo) surge
como arma paralela la acusación de corrupción.
Aún en la década de los 90, se utilizaba que la prensa (entonces era
El Mundo; El País callaba y tapaba) sacara estos casos para generar
ilusiones ante las bondades de una democracia que permitía destaparlos.
Ahora hay que estar alerta ante el intento de (re)ilusionismo pro-PSOE
o, en general, “socialdemócrata”.
Esto está saliendo por luchas intestinas y ajustes de cuentas incluso
en el seno del PP (clan de Esperanza Aguirre, etc.). Nosotros, en línea
con lo que nos recomendaba Lenin, decimos: “que se sepa el máximo
posible de sus luchas. Bien sabemos que una realidad constatada vale
mucho más que mil deducciones y avisos previos que vengan de nuestra
parte. Pero también sabemos que para que una crisis se transforme en
revolucionaria tiene que avanzar entre "los de abajo" la idea de que así
no se puede seguir; y su disposición a luchar aumenta cuando queda
claro que "los de arriba" traslucen sus verdaderas debilidades más allá
de prepotencias. Ningún favor nos hacemos permitiendo que se extienda la
idea equivocada de que todo lo que está saltando es reflejo del avance
de las posibilidades democráticas de denuncia y recambio. Esto alargaría
la vida al ilusionismo”.(Texto citado).
3. ALERTA ANTE LA UTILIZACIÓN DE ESTOS CASOS PARA FORZAR Y NEGOCIAR UNA SIMPLE RECOMPOSICIÓN MAFIOSA DE PODER.
Al hilo de esto último, hay que estar alerta ante la eventualidad de
que todos estos escándalos sean utilizados precisamente para eso: para
negociar relaciones dentro de poder dentro del sistema político a varias
bandas (dentro del PP, entre PP y partidos de la oposición, y también
para seguir manteniendo su ala sindical oficialista. Ciertamente lo
tienen difícil pero, en la medida en que perciban que la lucha popular
utiliza estos casos para tomar fuerza y mostrar su repudio contra todos
ellos (pero no sólo los peperos), entonces, las luchas intestinas serán
contrarrestadas por fuertes tendencias al enjuague.
A las clases trabajadoras y a una amplísima población les interesa
más que nunca dar continuidad a que se aireen los casos de corrupción en
la medida en que dificulte la política gubernamental de “recortes
sociales”; no hacer una distinción tajante entre los casos particulares o
públicos de corrupción y la corrupción intrínseca del capitalismo
(sobre todo, en su fase monopolista, en la época de las grandes
concesiones de negocio); recordar los casos que han afectado a la clase
politiquera en su conjunto (ojo, por tanto, al ilusionismo del
“recambio” que nada cambia); y, una vez que se han destapado estos
casos, estar atentos a que no los cierren a la manera en que los cierran
los mafiosos.
Vicente Sarasa Cecilio es militante de Red Roja.
Comentarios
Publicar un comentario