¿Y si la guerra de resistencia en Libia estuviera empezando ahora?
A la opinión pública han trasladado que con la muerte de Gadafi ahora será todo paz y también gloria, y todo adornado con las palabras con las que sale el imperialismo siempre a arrasar: “libertad”, “democracia”, “participación”, “consulta”. Esto en boca de sicarios como los Obama, Cameron, Sarkozy o Zapatero suena a chiste malo. Porque todo indica que en Libia ha empezado, desde hace ya algún tiempo, una guerra de guerrilla que será larga, que no dejará dormir tranquilo al imperialismo que está condenado a gastar mucho dinero en la seguridad de los pozos de petróleo y en los mercenarios que "gobernarán" el país en los próximos meses (¿años?). Y las cosas no están en el capitalismo para nuevos e imprevistos gastos.
Decía bien un comentario hace unos días, la batalla de los revolucionarios, en el mal llamado "primer mundo", es ponérselo difícil a la OTAN y su estrategia. Pelear en las entrañas del monstruo es más complejo, más desanimante, pero la satisfacción puede ser también doble. Tarde o temprano tendremos que unir la lucha contra la crisis social de capitalismo en el centro mismo de su sistema con el cumplimiento de unas tareas antiimperialistas que sólo corresponden a nosotros, pues, al fin y al cabo, al lado de nosotros se planifica el crimen neocolonial y se refugian sus autores principales después de cometerlo. Los comentarios en los medio alternativos atestiguan estos días de una elevación de la claridad y de la indignación antiimperialistas ante la nueva barbarie que ahora están cometiendo nuestros “civilizados” gobernantes en Libia. Pero para que nuestra indignación no se convierta en melancolía por su impotencia, tendremos que avanzar en la aplicación de la receta de siempre: organización y lucha. Indign-acción. No hay otra.
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