Un balance de los 30 años del MST. “De que lado você samba?”. María Orlanda Pinassi (Lectura recomendada)
Herramienta
En primer lugar quiero agradecer la invitación y la
oportunidad de participar en la mesa de apertura del VI Congreso del MST
que, en este 2014, conmemora 30 años de historia de mucha lucha y
conquistas, fenómeno que despertó el respeto y la admiración de los
luchadores sociales del mundo entero. Tan importante como destacar y
comprender lo que ya ocurrió, es aprovechar este gran encuentro, que
reúne 15 mil militantes de todos los rincones del país, para hacer
juntos una reflexión sobre qué hacer en el próximo período.
Como tal vez algunos de ustedes saben, el punto de vista
que defiendo es el de la lucha de clases. Desde éste punto de vista, me
atrevo a hacer un análisis del MST recurriendo a cuatro grandes
maestros, cuatro fuentes permanentes de inspiración e iluminación: Marx,
Engels, Florestan y Mészáros.
Con Marx y Engels
De Marx y Engels extraigo dos definiciones especialmente
importantes. Para ellos: 1) las revoluciones de 1848 dejaron en
evidencia los reales intereses que dinamizan la lucha de clases en el
capitalismo, en la que sólo existen dos clases enfrentadas –la burguesía
y el proletariado. Eso significa que, desde mediados del siglo XIX
hasta el día de hoy, en la sociedad cuya esencia es la lógica de la
propiedad privada y de la explotación del trabajo, no puede haber
términos medios ideológicos; y 2) el proceso de desarrollo capitalista
crea y reproduce permanentemente contradicciones sociales que se
potencian por el simple hecho de que, en la medida que las fuerzas
sociales puestas en movimiento por el gran capital generan una riqueza
gigantesca y cada vez más concentrada, imponen a la aplastante mayoría
de la humanidad una miseria creciente.[i]
(…) cada día es más evidente que las
relaciones de producción en que la burguesía se desenvuelve no tienen un
carácter uniforme y simple, sino un doble carácter, que dentro de las
mismas relaciones en que se produce la riqueza, se genera también la
miseria; que dentro de las mismas relaciones en que se realiza el
desarrollo de las fuerzas productivas, existe asimismo una fuerza que da
origen a la opresión, que estas relaciones no crean la riqueza
burguesa, es decir, la riqueza de la clase burguesa, sino destruyendo
continuamente la riqueza de los miembros integrantes de esta clase y
formando un proletariado que crece sin cesar. (Marx, 1987: 97).
Con Florestan Fernandes
Florestan Fernandes inspira por su coherencia de vida,
su rectitud ideológica y los aportes fundamentales que elaboró con el
propósito de que comprendiéramos las particularidades más notables de
las formas de objetivación del capitalismo en Brasil y en América
Latina, los límites de la revolución burguesa y las potencialidades de
la transición socialista en este rincón del mundo tan golpeado por la
expansión capitalista y sus impulsos al desarrollo. En ese sentido,
afirma que
El desarrollo desigual y combinado puede manifestarse
dentro de un ilusorio juego de apariencias. Sin embargo, los “polos
insatisfechos” tenderán a escapar de la huella buscando su propia
trayectoria. Los que buscan el consenso mediante la cooptación y la
falsificación de l realidad terminarán confrontándose con la cruda
realidad: una era de lucha de clases, que pondrá la violencia organizada
al servicio de las clases trabajadoras del campo y las ciudades.
(Fernandes, 1981: 97)
Con István Mészáros
István Mészáros, además de sus incuestionables
cualidades humanas, es un pensador marxista imprescindible por la
crítica radical que descarga contra el sistema socio-metabólico del
capital que, desde los años 1970, materializa el agotamiento de todas
sus posibilidades civilizatorias y expone sus límites más absolutos,
imponiendo al planeta un patrón de desarrollo y de acumulación
absolutamente destructivo, sobre todo para la clase trabajadora que ante
una compleja y trágica fragilización económica adopta posturas cada vez
más defensivas, la llamada línea de menor resistencia. Por eso mismo,
según Mészáros, cualquier salida desarrollista en términos convenientes a
la reproducción del capital, es hoy humanamente indefendible. O sea,
Hoy en día no se puede plantear “un
desarrollo general de la producción” ligado a la expansión de las
necesidades humanas. De modo que, dada la forma en que se ha concretado
–y continúa imponiéndose- la aberrante tendencia globalizadora del
capital, sería suicida concebir la destructiva realidad del capital como
la presuposición del tan necesario nuevo modo de reproducir las
condiciones sustentables de existencia humana. (Mészáros, 2003: 17)
La función social del MST
Utilizando estas herramienta, pregunto: ¿cuál es la
función social que el MST viene desempeñando en estos sus 30 años de
historia y cuál es la función social que pretende desempeñar de aquí en
adelante?
En la dinámica capitalista, tres décadas es mucho
tiempo. Ahora, el MST debe reflexionar, actuar y responder con decisión a
problemas creados a lo largo de un proceso que abarca el programa de
desarrollo del régimen civil-militar (años 70-80), el recetario
neoliberal de FHC[ii] y el llamado neodesarrollismo de los gobiernos
petistas (años 2000) que, en mi opinión, es un neoliberalismo sin
vueltas.
Sus orígenes estuvieron tensionados por las graves consecuencias
sociales generadas por la “Revolución Verde”, la colonización de la
Amazonía y la ampliación de las fronteras agrícolas –la contrarreforma
agraria, según Octávio Ianni-, las políticas del trágico desarrollo
(64-78) impuesto por el régimen civil-militar. Hablamos del exterminio y
la esclavización silenciosa de miles de indígenas en la región
amazónica, hablamos de la masiva expulsión de productores rurales hacia
las ciudades y de la equivalente proletarización con vistas a la
industrialización impuesta en el país durante la dictadura.
En este marco, el MST reintrodujo en la escena
político-ideológica la lucha por la Reforma Agraria, violentamente
interrumpida en 1964. Desde entonces, hasta la hegemonía del capital
financiero y transnacionalizado en el campo, el MST debió enfrentar
además del viejo antagonista –el latifundio improductivo- la imperativa
expansión de la cuestión hidráulica, del agronegocio y de la minería. En
cada uno de estos momentos, la cuestión agraria se reconfigura en
términos de la modernización conservadora y sigue siendo eje central de
la particular objetivación del capitalismo brasilero.
La realidad mutante y adversa en la que el MST actúa,
exige, pues, reconstruir los vectores de su crítica y enfrentar una
siempre dolorosa autocrítica. Subrayo, sin embargo, que esto debe ser
hecho sin perjuicio de su perspectiva de clase, muy presente desde su
mismo nombre: Movimiento de Trabajadores Rurales Sin-Tierra. Para esto,
leí atentamente el último Programa Agrario del MST (febrero del 2014) en
el que, para adoptar una postura innovadora se argumenta que en el
actual marco histórico ya no cabe la lucha por la “reforma agraria
clásica”. Entendemos que “reforma agraria clásica” debe ser aquella que
se convirtió en una de nuestras más antiguas deudas históricas, la misma
que en el siglo XX movilizó a las más importantes organizaciones
sociales en el campo, entre las cuales descolló el MST. En ese entonces
los blancos eran el latifundio improductivo y la retrógrada elite
agraria del país; la prioridad era promover un desarrollo pleno de las
fuerzas productivas en el campo, fomentar sobre tales bases una pequeña
producción dirigida hacia el mercado interno en expansión, exigir la
definición de políticas públicas sólidas para el sector y, en
consequiencia, ser un significativo protagonista del proceso de
democratización de las instituciones burguesas en un país de raigambre
colonial y tradición autocrática.
Con toda razón, el MST afirma que nuestros tiempos son
otros y que en éstos la modernización de la agricultura prescindió de la
reforma agraria para las masas. El desarrollo viene siendo capitaneado
por el agronegocio que, basado en un poderoso consorcio entre las
burguesías interna y externa debidamente transnacionalizadas, reformula
nuestra “vocación agrícola” por medio del monocultivo renovado, la
producción de commodities para la exportación y un modelo tecnológico
agresivo pautado por la gran utilización de venenos, los transgénicos y
la maquinaria pesada. Frente a esta situación, propone que hoy se debe
“luchar por la construcción de la Reforma Agraria popular”. Pero ¿qué
significa esto exactamente?
Lo popular y la igualdad sustantiva
No quiero extenderme sobre el tema, pero para presentar
lo que pienso sobre los objetivos del MST en éste su nuevo momento, me
parece importante un breve comentario sobre el significado histórico del
término popular. Sus orígenes se remontan al período de las grandes
revoluciones burguesas y ayudan a revelar los nexos causales de las
diversas clases sociales y el desarrollo desigual y combinado entre
todos los países involucrados en el proceso. En la Francia del siglo
XVIII, por ejemplo, los iluministas, sobre todo Rousseau y Diderot,
consagraron la democracia y la ciudadanía como principios universales de
la emergente sociedad burguesa. Alemania, que en ese mismo momento no
vivía una revolución, no tenía Estado liberal, ciudadanos, ni otros
protagonista para la famosa modernización “desde arriba”, filosofaba
(con Herder y Fichte) sobre el concepto de pueblo (volk), la comunidad
popular, en busca de un ideal nacional mítico.
Los brillantes estudios de los jóvenes Marx y Engels
sobre aquellas circunstancias demostraron que los principios liberales
fueron tomados, arrancados de su universalidad abstracta y
desmitificados en la calle por el radicalismo jacobino, imprimiendo a la
revolución un sentido legítimamente democrático-popular. El concepto de
ciudadanía no servía demasiado porque no aclaraba el sentido de
democracia burguesa. Con la explosión de la lucha de clases –y el fin de
las posibilidades revolucionarias de la burguesía en 1848-, los
conceptos adquieren un doble sentido, pues en la medida misma en que
dejaban de ser mera abstracción filosófica para los antagonistas del
capital –pertenecientes a las clases trabajadoras-, serían
incesantemente vulgarizados por los apologistas de la igualdad formal en
una sociedad que sólo consigue reproducirse mediante la desigualdad
sustantiva.
La radicalización del MST
Vuelvo ahora al MST que, como dije, surge como un
movimiento de masas con objetivos desarrollistas y progresistas ante un
país de capitalismo atrasado. Su génesis no es revolucionaria y, en gran
medida, apuntaba a ofrecer una alternativa que minimizara los efectos
sociales de la expulsión de los campesinos hacia las ciudades y el
consiguiente proceso de proletarización que estaba en curso. Las
condiciones concretas de la historia brasilera, intolerante a cualquier
perspectiva mínimamente democrática, fueron las impusieron la
radicalización de sus luchas y formas de enfrentamiento, ya sea con las
milicias oficiales como con las fuerzas paramilitares. Y la militancia,
pese a toda la violencia sufrida en estos 30 años –en la que se destacan
las masacres de Corumbiara y Eldorado dos Carajás en los años 1990-,
jamás se desalentó ni dejó de dar la respuesta adecuada. No hay ni un
solo palmo de tierra en la historia del MST que no haya sido
conquistado, que no haya sido resultado de mucha lucha y mucho
sufrimiento.
La praxis del enfrentamiento sumada al proceso
pedagógico interno, algo que va desde la aprensión formal de la crítica
teórica hasta la educación informal permanente, surgida de las formas de
organizar la vida en los acampes y las ocupaciones, tuvo la valentía de
forjar una sociabilidad diferente de la socialidad burguesa. Con esto,
considero que el MST dio un paso importantísimo en la construcción de
sujetos y de sujetos conscientes de su papel socio-histórico en cuanto
movimiento efectivamente popular. A través de la militancia, de su base
social, de sus frentes de masas, el MST, durante mucho tiempo,
trascendió la génesis pequeñoburguesa constituyéndose en un movimiento
con potencial emancipatorio. Sostengo, por lo tanto, que el MST, incluso
reivindicando la “reforma agraria clásica” construyó, mediante la
necesaria lucha, un movimiento con alma social y popular.
Destaco ahora tres grandes momentos en tal dirección:
1. Las ya clásicas –y polémicas- ocupaciones de
tierras improductivas y de tierras públicas que, especialmente en la
región Norte del país, pero no sólo, pusieron a cada uno de los
sin-tierra en la mira de las armas de losjagunços (matones) al servicio
de los capitalistas, la mayoría de los cuales estaban apoltronados en
bellos y distinguidos escritorios de la Avenida Paulista.
2. Las embestidas urbanas que el MST ensayó en
los años 1990, con destaque para su rol activo en el origen del Parque
Oziel y del MTST (Movimiento de Trabajadores Sin-Techo), en Campinas, en
la ocupación y fundación de barrios populares en otras muchas grandes
ciudades brasileras, como San Pablo, Rio de Janeiro, Fortaleza. Un gran
paso en la construcción de verdadero poder popular basado en el campo y
la ciudad.
3. La ofensiva protagonizada por las mujeres, en
acciones que comenzaron mucho antes pero explotaron en el año 2006 en
Aracruz (actualmente Fibria), en Rio Grande del Sur, seguidas por
acciones en los trenes e instalaciones de Vale, en Pará y Maranhao, en
las tierras de Kátia Abreu, en Tocantins, en Monsanto, San Pablo, en las
acciones que asumen el sufrimiento de los indígenas y quilombolas, en
el Centro-Oeste y Nordeste de Brasil. Estas no son, como las anteriores,
acciones reivindicativas –aquellas mujeres conscientes no podían querer
reproducir la lógica nefasta de las empresas que atacaban-, sino
acciones de denuncia contra el gran capital, contra el modelo de
agricultura criminal practicado en Brasil, contra el modelo de
desarrollo destructivo, de lesa humanidad.
Considero, por ello, que este es el auge de la
conciencia de clase alcanzado por el movimiento, sobre todo porque las
mujeres en lucha expusieron a plena luz los dilemas más profundos del
MST: ¿cumplir la agenda de su génesis –la Reforma Agraria desarrollista e
institucional- o escuchar el clamor de su base, sobre todo acampada,
que con la voz de las mujeres reclama la radicalización del movimiento
contra el capital?
Preocupaciones
En un artículo publicado en 2005 manifestaba ya mis
preocupaciones con los rumbos entonces tomados por el MST, a la vista de
la realidad brasilera ante la crisis estructural del capital, el
neodesarrollismo y los vínculos ideológicos que históricamente el MST
mantuvo con la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) y el PT (Partido
de los Trabajadores), partido que a pesar de una super e hiper-tardía
política de consenso, viene consiguiendo un éxito enorme e
incuestionable, antes incluso de asumir el planalto en 2003, lugar que
ocupa hasta hoy. Allí se montaba, en el mejor de los casos, el marco de
institucionalización de la agricultura familiar, pero el problema es que
el paquete preveía una reforma agraria de mercado, peligrosamente
controlada por el Banco Mundial mediante una imperativa política de
crédito e ideología empresarial, lo que significa neutralizar el
carácter clasista de la Reforma Agraria clásica y estimular acuerdos
entre asentamientos rurales y el mundo del agronegocio.
Para provocar el debate, formulé las siguientes preguntas:
1) Para el MST, ¿la lucha por la tierra constituye
un fin o una mediación, una continuidad o una ruptura con el orden
establecido por el capital? O sea, el MST, por el carácter de la lucha
más inmediata que sostiene, ¿está históricamente condenado a la
regresividad o es un movimiento potencialmente revolucionario?
2) ¿En qué medida el MST, un movimiento social de masas centrado en
la lucha por la tierra, que carga todo un lastre histórico reformista,
específico del capitalismo brasilero, podría ser una alternativa más
universal y concreta para la actual necesidades de una actuación
política ofensiva de la clase trabajadora frente al complejo destructivo
del capital?
3) ¿Hasta qué punto el MST, mediante su organización interna,
estaría esbozando una sociabilidad capaz de provocar rupturas con la
relación-capital?
Concluyendo
Me parece que tales cuestiones son ahora más actuales,
porque desde 1984 -fecha de creación del MST- hasta hoy, las
circunstancias económicas y políticas complejizaron exponencialmente su
base social, agudizando el dilema característico de su representatividad
de clase. La actual conformación social del movimiento está constituida
por acampados, asentados, asentados prósperos, asentados precarizados,
asalariados y semi-asalariados en el campo y la ciudad, arrendatarios y
rentistas, proveedores de materia prima, etcétera. Y debido a la
dependencia creciente del crédito, de las políticas públicas y las
exigencias draconianas para cumplir con el patrón de producción dictado
por el mercado dominado por el agronegocio, reproduce una problemática
diversidad interna de intereses, en la cual todos sin excepción parecen
afectados por la pérdida progresiva del control sobre su propio
funcionamiento y por la subsunción real del trabajo al capital.
A lo largo de toda su historia, el MST se movió entra el
radicalismo de sus prácticas de ocupación y la lucha institucional para
viabilizar los asentamientos y acomodar a las familias trabajadoras en
sus lotes. La contradicción de la reforma agraria de mercado golpeó las
puertas del movimiento, exigiendo una incómoda definición entre atender
las contingencias del mercado con campesinos-emprendedores integrados al
capitalismo agrario y fomentar una indigesta lucha de clases
intestina o perseverar en la formación de trabajadores
conscientes de su papel histórico en la construcción del socialismo.
Esta es su más profunda contradicción interna: mantener en la memoria
las conquistas del pasado, defender su “vocación campesina”, apostar al
emprendimiento de algunos asentamientos, retroceder en las luchas e
institucionalizarse. O denunciar los límites cada vez más estrechos que
el capital, a través de instrumentos privados y estatales, impone a su
existencia como alternativa societaria –casi siempre problemática- en el
interior del orden. Además, enfrentar, con la positividad que la lucha
de clases exige, la proletarización de su base social convertida en
enorme sementera de fuerza de trabajo disponible para el capital en el
campo y la ciudad.
Los caminos de la “revolución en orden” se agotaron. Las
actuales condiciones de la realidad objetiva están definidas por un
patrón de acumulación esencialmente destructivo, por lo que es imperioso
criticar duramente a cualquier vía de desarrollo –incluido el
neodesarrollismo- formulado en función de la reproducción del sistema
socio-metabólico del capital. Esto, obviamente, alcanza al sentido
histórico y la función social de la Reforma Agraria que sea asumida por
la base social del MST, cuya historia revela con nitidez creciente lo
contradictorio de pretender seguir los dos caminos al mismo tiempo.
En esta medida, considero modestas las propuestas de
éste congreso: 1) de canalizar su lucha en función de la agroecología y
la soberanía alimentaria en un mundo que democratiza las pestes del
agrotóxico y los transfénicos; 2) de canalizar la energía de su base
hacia la reforma política propuesta por el gobierno de Dilma e 3) de
proponer “la construcción de una reforma agraria popular”, siendo que la
misma ya fue construida, en la lucha, por su valiente militancia en
todo el Brasil.
Pienso que es absolutamente necesario que el MST entienda cuál es su
base social hoy, pero para eso es necesario oírla, decidir con ella el
sentido y el reinicio de las luchas que deberán articularse con los
otros sectores de la clase afectada por el capital, sectores organizados
y no organizados del campo, de la ciudad, exigiendo medidas inmediatas
–reforma agraria y reforma urbana- y construyendo el verdadero poder
popular que, desde 1848, se hace realiza en las calles, nunca por
decreto.
Argumenté con la compañía de Marx, Engels, Florestan y
Mészáros. Termino con el poeta popular pernambucano Chico Science: ¿De
que lado você samba?
“Faminto e calmo o samba chegou
Domingo de todos os lados
Daqui pra ali de lá pra cá
Pode se escutar o som daqui do Brasil
Lembro quase tudo que sei
E organizando as idéias
Lembro que esqueci de tudo
Mas, eu escuto o samba!
E você samba de que lado
De que lado você samba
Você samba de que lado
De que lado você samba
De que lado, de que lado
De que lado, de que lado
Você vai sambar?
O problema são problemas demais
Se não correr atrás da maneira certa de solucionar
Olha o samba do teu lado
do teu lado olha o samba
olha o samba do teu lado
Do lado olha o samba do teu lado, do teu lado
O samba chegar
Olha o zambo do teu lado
do lado olha o zambo
Olha o zambo do teu lado
do lado olha o zambo
Olha o zambo , Olha o zambo
O problema são problemas demais
E não correr atrás da maneira certa de solucionar
Lembro quase tudo que sei
E organizando as idéias
Lembro que esqueci de tudo
Mais...
Eu escuto o samba
E você samba de que lado
De lado você samba
Você samba de que lado
De que lado você samba
De que lado, de que lado
De que lado você vai sambar???”
Bibliografía
Fernandes, Florestan: Poder e contrapoder na América Latina, Rio de Janeiro, Zahar, 1981.
Marx, Karl: Miseria de la filosofía, Buenos Aires, Editorial Cartago, 1987.
Mészáros, István: El siglo XXI ¿Socialismo o Barbarie?, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2003.
Notas:
[i] Prueba de esto es que “1% de la población adulta
detenta 40% de la riqueza mundial, (o sea) dos quintos de la riqueza
mundial están concentrados en las manos de 37 millones de individuos,
según indica un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas
difundido en Londres este martes. Si se considera a al 10% más rico del
mundo, la proporción de la riqueza mundial en manos de tal grupo es el
85,2%. En el otro extremo, el 50% más pobre del mundo apenas son dueños
del 1% de la riqueza global. El estudio, compilado en el libro Personal
Wealth From a Global Perspective es la mayor iniciativa para investigar
el tamaño de la desigualdad en la distribución de la riqueza en el
mundo. ” Ver al
respectohttp://www.bbc.co.uk/portuguese/noticias/2009/03/090324_desigualdadeestudo_rw.shtml
[ii] Siglas
que identifican al ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Nota del
Traductor.
María Orlanda Pinassi es socióloga
brasileña, es integrante del consejo de redacción de Margem Esquerda.
Profesora de sociología de la UNESP, Araraquara, San Pablo, colaboradora
de la Escuela Nacional Florestan Fernandes y autora del libro Da
miséria ideologica à crise do capital – uma reconciliaçao histórica, San
Pablo, Boitempo Editorial, 2009. Correo electrónico:
mpinassi@uol.com.br.
Intervención en el Panel de apertura del VI Congreso del
Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, el 10 de
febrero de 2014.
Traducción al castellano de Aldo Casas. Los subtítulos son responsabilidad de la revista.
CEPRID
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Viernes 8 de agosto de 2014
por
CEPRID
María Orlanda Pinassi
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