Cómo luchar por la Revolución. José López

Hace unos pocos días recibí un correo electrónico de uno de mis contactos habituales recomendándome un artículo titulado Cómo abortarán la Revolución y pidiéndome mi opinión. En dicho artículo, el cual recomiendo leer, se sostiene que las élites que nos controlan lo tienen todo
prácticamente planificado, la crisis y sus consecuencias, incluyendo las posibles revoluciones. Entre otras cosas, se dice que incluso los líderes que surjan para liderar los cambios están fabricados y controlados por el sistema para perpetuarlo, para controlar el inevitable cambio. Uno de esos líderes aupados y supuestamente controlados por el sistema sería, cómo no, Pablo Iglesias. Decir que las argumentaciones empleadas para “demostrar” que Podemos es un producto del propio sistema para controlar a las masas me parecen bastante pobres e insuficientes. Sin embargo, también es cierto que muchas de las cosas dichas en dicho trabajo suenan bastante razonables. Es uno de esos escritos que no dejan indiferente a nadie y que pueden provocar sensaciones opuestas. Afortunadamente, al final de este trabajo, para no caer en el derrotismo (por lo menos no mucho), se dice que es posible superar la dinámica generada por las élites para controlar los acontecimientos en el sentido de que éstos desborden a aquéllas. La lástima es que no se nos diga cómo. Yo particularmente desconfío de quien me dice que el sistema lo tiene todo (o casi todo) controlado pero no me concreta cómo hacer que deje de controlarlo, o no suficientemente. Estoy de acuerdo en que hay que desconfiar (con una duda razonable) de todo y de todos, pero incluso también de quienes nos dicen que los “nuevos profetas” no son fiables. También pudiera ser que el sistema empleara este tipo de escritos que hacen desconfiar de todo y de todos (sobre todo de los nuevos actores en la escena política) para paralizar a las masas. Yo creo que el hecho de desconfiar de manera prudente, de no confiar plenamente, de no dar un cheque en blanco a nadie, no debe traducirse en apatía. Cuando surgió el movimiento 15-M o la iniciativa del 25-S también corrieron por Internet y las redes sociales teorías conspiratorias afirmando que detrás de dichos movimientos estaba en verdad el propio sistema contra el que supuestamente combatían.

He de dejar claro que yo no descarto del todo que efectivamente detrás del 15-M, del 25-S, y ahora de Podemos, pudiera estar el sistema, o una parte de él, con el oscuro objetivo de canalizar a las masas para que la Revolución no lo sea en verdad. Yo no lo creo muy probable, pero he tenido y tengo dudas, reconozco que no tengo la certeza de casi nada. Tan sólo puedo fiarme, como ciudadano corriente que soy, de lo que veo y oigo. Pero esas dudas no me impidieron apoyar a esos movimientos y partidos. Es un riesgo que hay que correr. Peor es quedarse de brazos cruzados. Esto último sí que seguro beneficia al sistema. De esto no tengo ninguna duda. Puede que al apoyar a Podemos nos salga el tiro por la culata y el día de mañana nos arrepintamos de ello. Pero es peor arrepentirse de no hacer que de hacer. Únicamente quien no hace nada no se equivoca. Los hechos con el tiempo demostrarán si esas sospechas que tienen algunos son infundadas o no. Yo nunca depositaré mi voto en una urna sin pedir nada a cambio, exigiré que se cumpla el programa por el que voté y si no se cumple, si lo hecho por quienes reciban mi confianza (no absoluta, ni ciega) no concuerda con lo dicho, por supuesto que no volveré a confiar en ellos. Pero hay que dar una oportunidad a nuevas organizaciones o a nuevos líderes de ciertas organizaciones no tan nuevas pero que desde hace cierto tiempo, poco o mucho, mal o bien, intentan cambiar el sistema desde dentro. Yo creo que el 15-M, y todo lo surgido de él, es lo más esperanzador acontecido en España en las últimas décadas. Que el sistema intentará controlar a las masas, seguro. Lo viene haciendo desde hace mucho tiempo. Pero de ahí a afirmar que incluso las élites provocan dichos acontecimientos me parece muy aventurado, aunque, por supuesto, no puede descartarse del todo. Pero tampoco puede descartarse que las masas sorprendan de vez en cuando a las élites, que incluso las desborden.

Pensar que todos los acontecimientos sociales son controlados y provocados por ciertas élites, además de simplista, me parece poco probable. Tan erróneo me parece pensar que las élites no pintan nada, que incluso no hay élites (como algunos ilusos piensan), como pensar que lo tienen todo controlado. Indudablemente, existen ciertas élites y ejercen una mayor influencia sobre los acontecimientos de la sociedad humana que la inmensa mayoría de la gente. Pero el poder de esas élites es también proporcional a la actitud de las masas. Mientras las personas se comporten como ovejas, mientras se dejen llevar, seguirán existiendo pastores, es decir, élites. El objetivo supremo, a largo plazo, de la Revolución debe ser abolir el rebaño, que los seres humanos dejen de comportarse como ovejas, que la humanidad pase de la adolescencia a la edad adulta, para lo cual deberá alcanzarse la democracia real, para lo cual cada individuo deberá comportarse responsablemente, deberá delegar lo mínimo posible y evitar siempre que dicha delegación sea un cheque en blanco. Sólo podremos alcanzar la Libertad cuando asumamos nuestra parte de responsabilidad.

Creo que en lo que debemos centrarnos sobre todo es en cómo desbordar a las élites, en cómo evitar que los estallidos sociales se queden sólo en eso, en cómo impedir que las revoluciones acaben siendo farsas. Me cuesta mucho comprender que alguien que intenta advertir de que el sistema lo tiene todo controlado no intente también aportar su grano de arena para evitar que lo tenga controlado. Cuando uno se encuentra con escritos del tipo mencionado, desgraciadamente, tiende a pensar que provocan más apatía y derrotismo que otra cosa. ¿Y eso a quién beneficia? Cuidado, no estoy diciendo que ese artículo esté hecho con la intención premeditada de provocar apatía (lo cual no puedo saber con certeza), de provocar incluso que la gente deje de apoyar a nuevos líderes o movimientos que aparentemente luchan contra el actual sistema, digo simplemente que quien diagnostica un mal sin hablar de su posible cura no contribuye (consciente o inconscientemente) a erradicarlo. Quien dice o insinúa que dicho mal es prácticamente inevitable entonces contribuye incluso a perpetuarlo. Y, cuando menos, es también sospechoso. Ante cualquier denuncia contra el sistema debemos siempre preguntarnos qué hacer, cómo combatir el mal denunciado. Sólo así fomentamos el activismo, no basta con saber lo mal que están las cosas, hay que ver cómo arreglarlas.

 Yo pienso, precisamente, y lo digo desde mi experiencia personal, que una vez diagnosticado cierto problema es más fácil buscar las soluciones, una vez que somos conscientes de que algo va mal y por qué va mal no es muy difícil plantear las curas. Yo soy un simple ciudadano corriente y he procurado aportar soluciones a los males denunciados por mí. Yo no soy ningún experto, no poseo ninguna información privilegiada, ni me considero una persona con una inteligencia fuera de lo común. Lo que he hecho yo lo puede hacer cualquiera. Otros muchos lo han hecho antes y mejor   que yo. Lo más importante es la actitud, la intención. Las ovejas negras debemos contagiar al resto del rebaño, denunciando al rebaño pero al mismo tiempo fomentando el activismo para abolirlo.

Yo sí voy a intentar aportar un grano de arena para luchar por la verdadera Revolución, como así he procurado hacer en todos mis escritos. ¿Cómo evitar que una revolución sea controlada por las élites? Con democracia, lo más radical y directa posible. ¿Esto significa que hay que prescindir de los liderazgos? No. Los liderazgos son inevitables y muy útiles para la causa revolucionaria. La Revolución sólo puede surgir y prosperar (además de cuando se da la combinación adecuada de factores objetivos y subjetivos), entre otras cosas, con un delicado equilibrio entre planificación y espontaneidad, entre disciplina y libertad, entre liderazgos y bases, entre confianza y desconfianza. No por casualidad Podemos está sufriendo un acoso mediático como no se recuerda en este país. No por casualidad la casta se ha puesto ahora más nerviosa que nunca. No por casualidad ahora se acaba de producir un cambio de monarca. No por casualidad ahora los supuestos socialistas cambian de líder. No por casualidad ahora todos hablan de “regeneración democrática”, incluso quienes hacen todo lo posible por vaciar de contenido la escasa y pésima democracia que tenemos en la actualidad. Todo esto se ha producido porque ha surgido un nuevo sujeto político que aspira a alcanzar el poder, Podemos, cuyos líderes hablan con un lenguaje contundente y cercano al pueblo y que, además, al menos por ahora, actúan en consecuencia, predican con el ejemplo. Sin olvidarnos de que dicho sujeto político se está organizando democráticamente, dando el protagonismo a las bases, a la ciudadanía. ¿Que cómo podemos distinguir a los falsos profetas de los verdaderos? Contrastando, contrastando y contrastando. No hay otra manera. Contrastando entre lo que dicen unos y otros, entre lo que dice cada uno y lo que hace. Cuanto más contrastemos, cuanto más practiquemos el pensamiento crítico y libre, más nos acercaremos a la verdad.

Como ya he dicho en muchos de mis escritos, los liderazgos son necesarios y útiles (aunque sólo sea por ejercer de portavoces, pues alguien tiene que hablar en nombre de otros muchos) pero son también potencialmente peligrosos, pues si son excesivos, controlados los líderes controlados los movimientos que lideran. ¿Cómo evitar el peligro potencial de los liderazgos excesivos? Con democracia, una vez más, dando el máximo protagonismo posible a las bases, a los militantes, a los ciudadanos. Si los líderes se someten regularmente (cuanto más mejor, pero siempre que tengan cierto tiempo para actuar) al control de las bases, si responden ante ellas, si no deciden por ellas sino que simplemente hablan en nombre de ellas, coordinan las decisiones que ellas toman, entonces las probabilidades de que los movimientos populares sean finalmente controlados por sus enemigos disminuyen considerablemente, aunque nunca del todo, siempre habrá que permanecer alerta. Cuanta más iniciativa tengan las bases, los ciudadanos de a pie, cuanto más activos sean, menor posibilidad de que las élites contra las que luchan acaben controlando la situación.

Por tanto, la ciudadanía debe organizarse de tal manera que en todo momento el control lo tenga ella. Habrá que dar cierta autonomía en los detalles de implementación a los líderes, portavoces o coordinadores, pero éstos deben poder ser cuestionados y revocados en cualquier momento por el conjunto de los movimientos populares. Así es cómo creo yo que podemos evitar que aborten la posible Revolución mundial que se intuye cada vez más cercana. Y si alguien tiene más ideas, bienvenidas serán. Hablemos de cómo evitar que aborten esa posible revolución y no tanto de que van a abortarla. Así es cómo yo pienso que podemos desbordar a las élites que, indudablemente, nos intentan controlar. Dicho sea de paso que no es lo mismo titular un artículo “cómoabortarán la Revolución” que titularlo “cómo intentarán abortar la Revolución”. En el primer caso se insinúa que el hecho presuntamente denunciado es inevitable. En nuestro subconsciente se impregna la idea de que el destino está escrito y no podemos hacer nada. Pero no olvidemos nunca que el ser humano, afortunadamente, no estotalmente previsible ni controlable. No olvidemos tampoco que cada uno de nosotros tiene cierto margen de maniobra que debe usar al máximo. No somos completamente libres, distamos todavía mucho de una sociedad verdaderamente libre, pero algo podemos hacer, empezando por dar opción a nuevas organizaciones que dicen cosas distintas, que plantean alternativas y que actúan, al menos por ahora, de manera coherente.

Nadie está libre de cometer errores. Sólo con la crítica y la autocrítica podremos superarlos. No debemos confiar al cien por cien en nadie, ni siquiera en nosotros mismos, pues podemos estar equivocados, al menos en algunas cosas. Pero debemos actuar, el peor error es no hacer nada o seguir haciendo lo mismo. Esa desconfianza razonable (y necesaria) no debe paralizarnos. Tal vez podemos equivocarnos al confiar en nuevos líderes o partidos, pero el peor error es seguir confiando en quienes ya nos han demostrado sobradamente en la práctica que no son fiables, que nos traicionan y toman el pelo sistemáticamente. Tan erróneo es confiarplenamenteciegamente, como no confiar nada. ¡No pasemos de un extremo al otro! Tan erróneo es seguir confiando en los mismos de siempre como no dar un voto de confianza a quienes aún no han tenido oportunidad de demostrar si lo merecen.

La Revolución también depende de cada uno de nosotros. Además de organizarnos colectivamente, de trabajar por la imprescindible unidad popular, debemos, tú y yo, adoptar cierta actitud, contribuir activamente a la causa. Si cada uno de nosotros lucha por la Revolución, individual y colectivamente, será imposible que la aborten. Hagamos que sea imposible. Está bien que nos concienciemos de que pretenderán abortarla o controlarla, pero hagamos también todo lo posible para que no puedan hacerlo. Yo siempre incito al lector a cuestionarlo todo, incluido a mí mismo. ¡Pero también a implicarse, a actuar, a proponer soluciones! Nuestro peor enemigo es la apatía, el derrotismo. ¡No les demos a las élites más poder del que ya tienen! Como decía Alexander Berkman,incluso el poder de los gobiernos más fuertes se evapora como el humo en el momento en que el pueblo rehúsa reconocer su autoridad, inclinarse ante él y le niega su apoyo. El poder, en última instancia, es del pueblo. ¡Asumámoslo y tomémoslo!


http://joselopezsanchez.wordpress.com/

Comentarios