ALERTA INTERNACIONALISTA ANTE LA AGRESIÓN FASCISTA E IMPERIALISTA EN UCRANIA Y VENEZUELA -LECTURA RECOMENDADA-

Publicamos como primicia este articulo que saldrá en la próxima revista del grupo antiimperialista y de solidaridad Cuba+ de Cadiz, que podreis leer completa antes del fin de semana, y que desde aqui os animamos a leer y a difundir,( Los enlaces a los números anteriores revista Cuba+ los pueden encontrar al final del articulo). Gracias compañeras y compañeros de Cuba+

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Insistimos desde nuestros inicios. Y lo recordamos en la editorial del presente. El capitalismo internacional expande, de nuevo, su podredumbre y su belicismo, complementando la guerra social con la guerra imperialista para prolongar un sistema que hace tiempo tenía que haber pasado al museo de la historia.
Aprovechando la caída de la Unión Soviética –asediada sin descanso desde octubre del 17- vivimos una oleada impune de intervenciones criminales imperialistas con unos EEUU dispuestos a incendiar el mundo antes de ceder el cetro imperial. Nuestra responsabilidad internacionalista es de primer orden por vivir en el centro imperialista (la UE y la EEUU sólo se diferencian en cuestiones de prioridades y de agendas de agresión a los pueblos). 

Muy especialmente llamamos a expresar nuestra solidaridad activa con la revolución bolivariana en Venezuela –tan cercana a nuestro corazón-, que sufre un repunte del acoso criminal por parte de la burguesía más reaccionaria y de bandas fascistas y paramilitares. Y todo, dentro de la estrategia regional de EEUU de recuperar el terreno perdido en su “patio trasero”. Como siempre han hecho con los procesos de liberación, no paran hasta demonizarlos, aislarlos e hincarle sus garras. Si no los derrotan en el momento, al menos buscan dejarlos “irreconocibles” y restarles aliados…otra vez será. En esa agresión imperial estamos muy concernidos por el frente de la intoxicación mediática. Bazofias como EL PAÍS juegan un papel de primera línea. No en vano,  tienen mucha PRISA por volver a recuperar sus negocios y corruptelas de antaño, cuando Felipe González (ese que se aburre en los consejos de administración de los que es mercenario asesor con sueldo de escándalo) mercadeaba con Carlos Andrés Pérez; el mismo que respondió con un caracazo de miles de muertos ante el levantamiento de los barrios más humildes, hartos de morirse de pobreza y de ignorancia. (Ver nuestro número 2). Ahora mandan en misión mercenaria al fascio-liberal de Vargas Llosa para animar las tendencias terroristas y golpistas entre la juventud “ilustrada” de los barrios rosas.

Y qué decir de Ucrania, donde los mismos nacionalistas nazis (sector Derecho) colaboracionistas de Hitler acaban de quemar vivos a decenas de gente trabajadora en el Local de los Sindicatos de Odessa, precisamente –ironía criminal de la historia- un día después del Primero de Mayo. ¡Si Dimitrov levantara cabeza y viera cómo los mismos que quemaron el Reichstag, y lo acusaron a él, son hoy cubiertos mediáticamente por Falsimedia! 

No, no estamos ante una simple lucha entre nacionalismos igualmente detestables (prorrusos y defensores de la nación ucraniana). Tampoco estamos ante una clásica disputa colonial occidental contra una Rusia “igual de imperialista y peligrosa”, sino ante el enésimo intento occidental de despedazar colonialmente a esta. Hoy, en el este de Ucrania, se levanta la resistencia contra la conversión de este país en una colonia de la Europa germana y contra el gobierno de fascistas instalado en Kiev con la complicidad descarada occidental. Y esa resistencia antifascista se inspira en el inmenso sacrifico de la Gran Guerra Patria soviética. En la suerte que sigan las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y Járkov, nos jugamos más de lo que parece: que la guerra social que ya sufrimos no nos traiga la imperialista a nuestras puertas mismas. Por eso, nuestra deuda no es con el capital euro-financiero que nos machaca a golpes de recortes sociales. Nuestra deuda está con la sangre antifascista que allí se derrama. Esa es la única deuda que tenemos pendiente. Honrémosla.

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