EL SINDICALISMO AMARILLO Y LA PRIVATIZACIÓN DE LAS CAJAS DE AHORRO. CC.OO. y UGT fueron el instrumento imprescindible para el proceso. MARCOS ANTUÑA
La privatización de las Cajas de Ahorros
constituye el mayor atraco de la historia de este país como colofón
final de una orgía de corrupción y despilfarro llevada a cabo por un
grupo de facinerosos aupados a los puestos de dirección de las cajas
desde las cloacas de la política, con la complicidad activa del
sindicalismo del régimen. A nosotros, como trabajadores de las Cajas y
como sindicalistas, no nos lo contaron, lo vivimos en directo.
POR MARCOS ANTUÑA / CORRIENTE SINDICAL DE IZQUIERDAS EN CAJASTUR, EN LIBERBAK La privatización de las Cajas de Ahorros
constituye el mayor atraco de la historia de este país como colofón
final de una orgía de corrupción y despilfarro llevada a cabo por un
grupo de facinerosos aupados a los puestos de dirección de las cajas
desde las cloacas de la política, con la complicidad activa del
sindicalismo del régimen. A nosotros, como trabajadores de las Cajas y
como sindicalistas, no nos lo contaron, lo vivimos en directo.
Cuando se habla de sindicalismo del régimen en el sector de Cajas de Ahorros, hay que referirse fundamentalmente a CCOO y UGT, sindicatos que contaban con presencia en la mayoría de los órganos de dirección de las Cajas y que con el 60% de representatividad (40% CCOO, 20% UGT) fueron
un apoyo imprescindible como garantía del silencio y la paz social en
todo este latrocinio y como firmantes de todos los ERES que, en
el proceso de privatización, se llevaron por delante miles de empleos y
supusieron recortes salariales inéditos en nuestro país.
Por todo esto, es necesario salir al paso de los intentos de reducir el problema de la nefasta actuación sindical en los Consejos de Administración de las Cajas al caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid y
a la actuación de unos pocos cuatreros con carnet sindical que abusaron
de la supuesta buena fe de sus compañeros de sindicato. Nada más lejos
de la verdad. La corrupción individual de estos personajes es el
reflejo de la burocratización y de la corrupción colectiva que durante
años ha sido la marca de actuación de CCOO y UGT en las Cajas.
La
complicidad sindical en las privatizaciones, los despidos y los
recortes es, al margen del modo de pago de esa complicidad, corrupción
pura y dura. Más aún cuando, como en el caso de CCOO y UGT, se ejerce esa sucia labor desde un discurso pretendidamente de clase para acabar siendo un claro exponente del peor amarillismo sindical.
Que la presencia en los Consejos de Administración
suponía un chollo para quienes accedían a ellos era un secreto de
polichinela entre los trabajadores de las Cajas. Que, por mucho que se
escudaran en el secreto de las deliberaciones para no informar a los
trabajadores a los que supuestamente representaban, era público y
notorio que su papel en los Consejos se reducía a aprobar la
inmensa mayoría, por no decir todas, de las decisiones que tomaban los
directivos de las entidades.
Sin este grado de cooperación en el saqueo de las Cajas, sería imposible entender la estrategia de CCOO y UGT en todo el proceso de su privatización/liquidación posterior.
¿Cómo puede entenderse que un sector de 120.000 trabajadores
y cientos de delegados sindicales se privatice y se someta a una
reconversión brutal sin que, salvando aquellas regiones donde existe
algún sindicato de clase minoritario, se haya registrado ninguna protesta ni haya tenido lugar ninguna oposición activa?
¿Cómo puede entenderse que desde los sindicatos mayoritarios no se haya
trabajado por constituir un amplio frente social para oponerse a la
privatización?
¿Cómo puede entenderse que CCOO y UGT no hayan presentado denuncias contra los presidentes de las cajas quebradas y privatizadas?
Muy sencillo: la privatización de las Cajas, al igual que su saqueo anterior, es eso que se llama un Asunto de Estado en el que la complicidad y la corrupción se hacen transversales, una radiografía exacta de un régimen en cuyas cúpulas ya no hay derechas ni izquierdas, sólo sinvergüenzas con diferentes carnets y, como en el tango, en un mismo lodo, todos manoseaos. Por
otro lado, denunciar penalmente a los responsables del saqueo de las
Cajas supondría, en el caso de los sindicatos que formaron parte de los
Consejos de Administración de las Cajas, denunciarse a sí mismos, cosa que, evidentemente, no van a hacer.
Desde nuestro punto de vista, el sindicalismo de clase sigue siendo una herramienta imprescindible en estos tiempos pero para su desarrollo resulta fundamental que los trabajadores nos sacudamos de encima estas
estructuras corruptas que nos han llevado, en las cajas al igual que en
otros sectores, a una situación de debilidad que hace posible todos los
atropellos a los que nos someten los gobiernos al servicio de la
troika.
Otra forma de sindicalismo es posible, necesaria y urgente.
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