"...Y
en el contexto de actual profunda crisis que todo
lo desestabiliza (no sólo por abajo, sino también por
arriba): ¿quién controla que esas poses no sean
desbordadas por un pueblo que vuelve peligrosamente a movilizarse en
términos políticos, pero con una mayor desconfianza en la “política
en general”, y por tanto también hacia ese “ala izquierda”
institucional, lo que dificultaría que fuera “debidamente”
canalizada tal como ocurriera en la “primera Transición”? ¿Acaso
no hay suficiente experiencia histórica de que los pueblos invitados
a asistir a la comedia bufa terminan finalmente por subir
al escenario para culminar la obra en clave de tragedia?..."
Red
Roja considera que los resultados y consecuencias de las elecciones
europeas del 25M nos exigen, a fin de precisar nuestra línea
de intervención práctica,
actualizar el análisis de la situación política general y ver cómo
afectan al ciclo de movilizaciones populares que se vienen sucediendo
en el estado español en el contexto de la gravísima y persistente
crisis estructural del capitalismo. Si bien lógicamente haremos
una especial incidencia ahora en el análisis electoral, vaya por
delante que los campos en que se requiere nuestra intervenciónabarcan
mucho más que
el político-electoral por más que este haya experimentado un plus
de protagonismo. Aparece así en un primer plano la
necesidad de reforzar la confluencia revolucionaria -que no se
circunscribe a la coyuntura actual- para precisamente asegurar una
estrategia eficaz en las sucesivas
y diversas batallas
que se avecinan en la guerra social prolongada en la que estamos
inmersos.
Sobre el resultado electoral
Dos
son las principales características que destacamos en lo que
respecta a la propia estabilidad “interna” del régimen: 1) La
crisis del bipartidismo, expresada ya de varias maneras, como
garante hasta
ahora de
la estabilidad institucional. 2) El enconamiento de las diferencias
entre las pretensiones soberanistas en los Països Catalans i
Principat y Euskal Herria y la negativa del centralismo españolista
a aceptar el “derecho a decidir”. Ciertamente ambos aspectos
están interrelacionados, pues las propias burguesías nacionalistas
se encuentran atrapadas entre su tradicional apoyo de
facto al
régimen de Madrid y el desbordamiento de un soberanismo que ellas
mismas se han visto obligadas a impulsar en los últimos tiempos,
sobre todo, en los Països Catalans i Principat.
Sobre
el primer punto, se constata que el núcleo duro del régimen
“siente” el peligro de que se cierre el largo periodo iniciado
con la Transición. Y no controla qué pudiera ocurrir en los
próximos meses. De ahí que haya tenido que acelerar uno de los
movimientos de ficha que tenían en la recámara: el de la
abdicación. Tratan así de provocar una “explosión
controlada” dentro de
la monarquía ahora –antes
de perder aún más margen de maniobra y legitimidad entre el pueblo-
y evitar que más tarde les reviente desde fuera.
En
estrecha relación con ese temor suscitado en el
bipartidismo está otro síntoma de la crisis del régimen de
concertación impuesto tras el franquismo: que su “ala izquierda”
político-sindical -que tantas prebendas se ha asegurado - no
pueda dejar de adoptar poses de un rupturismo, que
ella misma tanto contribuyó a derrotar, si no quiere quedarse sin
alas.
Y
en el contexto de actual profunda crisis que todo
lo desestabiliza (no sólo por abajo, sino también por
arriba): ¿quién controla que esas poses no sean
desbordadas por un pueblo que vuelve peligrosamente a movilizarse en
términos políticos, pero con una mayor desconfianza en la “política
en general”, y por tanto también hacia ese “ala izquierda”
institucional, lo que dificultaría que fuera “debidamente”
canalizada tal como ocurriera en la “primera Transición”? ¿Acaso
no hay suficiente experiencia histórica de que los pueblos invitados
a asistir a la comedia bufa terminan finalmente por subir
al escenario para culminar la obra en clave de tragedia?
Es
evidente que el adelanto de la abdicación responde a una necesidad
de las clases dominantes, en general, y particularmente del núcleo
duro “constitucional”, de ganar tiempo e ir retomando la
iniciativa política, estudiando las reacciones y la solidez de las
movilizaciones populares y la capacidadorganizativa de las
mismas.
Lo
que llaman “desafección” al bipartidismo se ha expresado
electoralmente de manera diversa: a) Dentro de la persistencia de la
abstención general (aún más en este tipo de elecciones), ha habido
un sector protagonista de las movilizaciones que ha explicitado su
voluntad política de “abstenerse activamente”. b) La propia
disminución brutal de votos del PP y, sobre todo, del PSOE. c) La
ausencia de un alternativa de extrema derecha “clásica” que
pudiera ser utilizada fácilmente, incluso entre sectores
movilizados, a fin de que se prefiriera lo malo conocido al…
monstruo por conocer. d) La cantidad de gente que ha votado a
opciones que ha considerado que podrían servir para resolver la
situación de crisis social en clave popular, destacando aquí el
fenómeno de “Podemos” por lo impresionante (en términos
relativos) de su irrupción. Aunque IU ha subido también, lo cierto
es que al régimen, después de tantos años “juntos”, le resulta
mucho más impredecible que IU no tanto lo que “Podemos” haga con
la gente sino lo que la gente haga con “Podemos” o partir de
ellos.
En
línea con lo que venimos expresando, lo que ha ocurrido con
“Podemos” es una consecuencia político-electoral –más
allá de ciertos forzamientos mediáticos- de una crisis social que
lanza a la movilización a sectores que han visto degradada su
situación de una manera profunda y rápida, pero con una
politización aún muy insuficiente con respecto a lo que
necesitan, incluso para dar satisfacción a sus reivindicaciones más
particulares.
En
buena medida estamos ante la reedición político-electoral de una
parte del 15M. Aún a riesgo de simplificar, “Podemos”
es la expresión electoral de la intersección de la protesta contra
los recortes y la ilusión de que desde el sistema…,
el mismo sistema “cambie” de poder.
Por eso tenemos que tener en cuenta que los límites en términos de
reformismo y oportunismo de “Podemos” son el reflejo de los
límites de unos sectores populares que quieren acabar con la grave
situación que padecen sin combatir el poder en el sentido más
estricto e histórico del término.
Si
en el 15M había mucho todavía de pedir que la “clase
política” escuchase a “su” pueblo, y en el 22M se pasó a
exigirles que se fueran (y lógicamente no se fueron), el 25M expresa
el deseo
de echarlos por las urnas con algo que parezca que no forma parte del
sistema.
En
cualquier caso, es muy importante diferenciar entre los
planteamientos programáticos y organizativos de “Podemos” y cómo
se inserta realmente en la propia maduración contradictoria de mucha
gente. O dicho de otra manera: nos
interesa más lo que la gente proyecta en esta candidatura que lo que
ésta realmente es o incluso “dice” entre nuestro pueblo.
No es lo mismo el discurso de
“Podemos” -incluido lo que (no) dice de la lucha de clases- con
el curso que
al fin y al cabo la lucha de clases obligue a hacer a “Podemos” o
a las fuerzas populares que se vinculen con esta candidatura.
Finalmente
hemos de analizar y hacer un seguimiento de los intereses cruzados
burocrático-organizativos que van a darse por eventuales listas
conjuntas electorales entre IU, los elementos variados que forman el
núcleo convocante de “Podemos” y otros aledaños de la
“izquierda radical”. Y cómo todo ello afecta a la hora de la
“imagen” organizacional que termine por darse independientemente
de la suerte final que corran esas discusiones sobre listas
conjuntas.
Pues
bien, en la misma lógica que seguimos con el 15M y el 22M
–caracterizándolo, viendo sus límites y contradicciones y partir
de ahí definiendo una estrategia de intervención -, por las razones
mencionadas, y teniendo en cuenta cómo una parte de la protesta
social se vincula con “Podemos”, consideramos que se abre un
marco de trabajo político más. En ese sentido, Red
Roja acompañará también
ahí –con la concreción última que se considere en cada sitio por
nuestra militancia- el continuado y diverso proceso de maduración
“entre la gente” a fin de construir y fortalecer el poder popular
de proyección revolucionaria que inserte la resistencia cotidiana a
los recortes en la estrategia de derrocamiento de los capitalistas en
la perspectiva del socialismo.
Esta
intervención incluye –más
allá de la forma leal en que se haga y respetando cada ámbito
organizacional de trabajo– la lucha
contra toda ilusión reformista o tendencia oportunista que desarme a
las masas en el largo proceso de lucha que nos espera.
En
el marco que, de
momento,
está abriendo “Podemos” distinguimos tres ámbitos: el de las
organizaciones o grupos que promueven la iniciativa; el de la
militancia social de base que asiste a los círculos; y la gente en
general que se limita a dar un apoyo desde fuera (incluido el
electoral). La táctica y forma de intervención ha de tener en
cuenta esos tres ámbitos.
Por
lo demás, y en línea con lo que recogíamos en nuestro último
informe de mayo, en el mejor de los casos, “Podemos” es sólo una
de las maneras en que se expresa la lucha contra la crisis
social. Hay otras que poco se le parecen, como ese
movimiento antifascista y radical con creciente influencia entre la
juventud proletarizada y combativa que escribe páginas gloriosas en
Gamonal, Barcelona, etc. y que está conociendo en “carne propia”
la esencia reaccionaria de este régimen de la transición dispuesto
a amargar cualquier ilusionismo. Al mismo tiempo, esa juventud
combativa comprueba de primera mano cómo “los de arriba” reculan
cuando nos creemos aquello de “siembra revolución y al menos
obtendrá reformas; se reformista y terminarás por perderlas”.
Ante el futuro previsible: reforzar el internacionalismo y las alianzas revolucionarias.
Sabemos
que estamos en un largo proceso de lucha de clases donde los
distintos actores en liza cambiarán su posicionamiento. Ante los
mínimos síntomas de desbordamiento institucional, la burguesía
monopolista y financiera del estado español en ligazón con el
imperialismo euroalemán no dudará en crear situaciones de verdadero
shock, de promover movilizaciones reaccionarias y alimentar su
vertiente más ilegal, y de azuzar enfrentamientos entre
“comunidades” (incluidas entre las poblaciones inmigrantes y “de
origen”). Y se atreverá hacerlo con mayor impunidad,
paradójicamente, en función de la carga de ilusionismo
institucional y de desorganización que vea en el campo popular.
Sería
una irresponsabilidad que desde una línea revolucionaria de
intervención no se tuviese en cuenta esto más allá de coyunturas.
Al tiempo, hay una relativa urgencia en estar en disposición de
aprovechar todas las posibilidades que se nos abran para acumular
fuerzas revolucionarias. Ya hay suficiente experiencia histórica
como para no comprender que impulsar el proceso revolucionario en un
determinado marco estatal incluye reagrupar fuerzas netamente
revolucionarias, saber rodearse de aliados que van y vienen,
neutralizar a sectores que al menos no se alíen con los enemigos
principales de clase e incluso aprovecharse de la división entre
estos.
Esto
debe acompañarse necesariamente con la obligación de poner el
acento en el carácter internacional de nuestro movimiento
revolucionario por el socialismo y en su inserción histórica.
Máxime cuando la actual guerra social en el interior de estados como
el “nuestro” no sólo se da en otros (y tan cercanos), sino que
se conjuga con una permanente y creciente desestabilización
imperialista a nivel global.
En
primer lugar, poner el acento en el carácter internacional de
nuestro movimiento e insertarlo históricamente nos inmuniza contra
“rebajas” constantes para ponernos a la altura de lo que
“localmente” se pide aquí y ahora. Pero es que, además, la
tarea de movernos
en un plano internacional es
algo que también la propia lucha “más inmediata” contra la
crisis nos exige para ganar en eficacia. En este sentido, debemos
aprovechar que hoy resulta relativamente mucho más fácil que el
internacionalismo vuelva a tomar un verdadero carácter generalizado
a partir de la muy parecida situación que pueblos como los nuestros
en el estado español, el griego, el portugués, entre otros, estamos
viviendo. Efectivamente, como nunca se hace necesidad inmediata la
unidad internacionalista –empezando por los pueblos de la
“periferia” de la unión europea- machacados especialmente por
este proyecto euroimperialista.
Para
garantizar la conjunción de toda esta obligada orientación con una
intervención práctica que nos obliga es necesario impulsar un
proceso específico de unificación progresiva de las fuerzas
revolucionarias más allá del encuadramiento organizativo presente
que se tenga. En lo que respecta al marco estatal español, hacemos un
llamamiento particular a la confluencia de las fuerzas
revolucionarias que
comience por reconocer y afrontar la gran contradicción en términos
de movilización que hoy se da.
Por
un lado, en
el contexto de actual crisis sistémica profunda y global, el
movimiento popular por la “mera” exigencia de reformas favorece
el advenimiento de situaciones objetivamente revolucionarias
aunque no
podamos impedir por
ahora que
sean iniciativas reformistas y preñadas de oportunismo las que
lideran las diferentes convocatorias.
Sin
embargo, es tal el estrechamiento de la base material que hoy
alimenta el campo reformista, que si bien la línea revolucionaria no
tiene fuerza suficiente aún para competir con él en poder de
convocatoria, aquel campo tiene aún menos fuerza para impedir
que podamos
desbordar las
movilizaciones e iniciativas que las distintas variantes de
reformismo se ven obligadas a impulsar. Ya se ha visto en el ámbito
socio-sindical de las huelgas generales. Y en el socio-político de
las movilizaciones del 15M y del 22M. Resta que también lo
demostremos en el campo político-electoral. Todo dependerá de
nuestras propias fuerzas y de nuestra propia y específica unidad. Y
de utilizarlas con inteligencia. Esta tiene también sello de clase,
y nunca deberá confundirse con la simple astucia del momento.
http://www.insurgente.org/index.php/mas-noticias/ultimas-noticias/item/11510-ante-y-tras-las-elecciones-del-25m
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