LA PATRONAL GANÓ LA BATALLA SALARIAL,. EL 50% DE LOS ESPAÑOLES TIENE INGRESOS INFERIORES A LOS 900 EUROS. Por Manuel Medina
¿Desaparecen las "clases medias"?
La batalla del gobierno y
sus patrones, los empresarios, ha sido dura, pero finalmente lo están
consiguiendo. En el curso de los últimos años han estado forcejeando
perseverantemente para lograr arrastrar hacia abajo el listón salarial.
Periódicamente,
controlaban a través de encuestas el nivel de oposición que los
asalariados ofrecían a la hora de aceptar la precarización laboral. Pero
los resultados obtenidos en estas encuestas no solo les permitían
detectar esta resistencia, sino también construir
sofisticadas campañas
publicitarias para persuadir a los trabajadores de que en situaciones de
crisis
como la actual sería inaceptable aspirar a salarios "decentes".
"Mejor poco que nada", fue el
lema difundido a través de sus medios de comunicación. La campaña no fue dirigida exclusivamente a los que
ya habían perdido su puesto de trabajo, sino también a aquellos otros a los que se
amenazaba con la posibilidad de perderlo. Había que implantar un nuevo y
falso "sentido común" en la mentalidad de la gente a través del cual
el asalariado pudiera llegar a convencerse de que
la mejor forma de salvar parte de lo conseguido era entregarse en cuerpo
y alma a la voluntad de su enemigo de clase.
UNA "LABOR" CONCERTADA
La verdad es que la patronal no ha hecho sola su trabajo. Además
de con los apoyos de sus representantes
en el Ejecutivo gubernamental, los grandes empresarios han contado
con la contribución inestimable de los intermediarios de las dos centrales sindicales amarillas, CCOO y
UGT. El papel que ambas han jugado en la
quiebra de la resistencia de los asalariados no ha sido irrelevante. En lugar
de poner en pie de lucha a los que lo iban a perder casi todo si renunciaban a
defender lo suyo, han llamado a los trabajadores a concertar acuerdos de recortes
salariales con los patrones, haciendo
pender sobre ellos la amenaza de los
ERES .
Pero las razones que los dos "sindicatos" han tenido a la hora de desempeñar su obsceno
papel de defensa de los intereses patronales
no han sido únicamente las originadas por su largo proceso de degradación
ideológica, aunque éste haya tenido una notoria influencia. Tras la
felonía sindical de las dos grandes centrales ha
estado también el lucrativo negocio de los ERE, sobre el que solo hemos empezado a conocer los aspectos más superficiales.
Vienen estas breves
reflexiones a propósito de la última encuesta del CIS, que pone al descubierto la magnitud de los cambios que se han operado
en el mapa salarial español. Según el
estudio sociológico realizado por esta institución
oficial, el 48% de los españoles - la
mitad de los encuestados - están
viviendo con unos ingresos inferiores a
los 900 euros. El 14,1% cobra entre 601
y 900 euros al mes. El 12,7% tiene unos ingresos que se encuentran entre los 301 y los 600. El éxito de la patronal y del gobierno en su disputa con los trabajadores para lograr quebrar su resistencia a aceptar
salarios misérrimos, o su negativa a reducir aquellos que percibían, es evidente. Difícilmente podía haber habido un resultado
diferente con una clase obrera desorganizada y sometida a la influencia de formaciones
sindicales que cada día se asemejan más a los sindicatos norteamericanos de la
década de los cincuenta que a organizaciones de clase.
¿DESAPARICIÓN DE LAS "CLASES MEDIAS"?
Hay otro aspecto del informe
del CIS que ofrece interesantes datos sobre los que reflexionar. Durante
los últimos decenios, los sociólogos del sistema han estado perseverantemente empeñados en
hacer desaparecer el peso de la clase trabajadora. Estaban convencidos de que
si lograban aplicar unos nuevos criterios de clasificación social, en función
de la cuantía de los salarios percibidos, el mapa de la división de clases en
las sociedades modernas variaría sustancialmente, y la preponderancia numérica
de los trabajadores disminuiría.
Se trataba de una simple operación cosmética: los asalariados mejor
remunerados pasaban a engrosar las filas de lo ellos denominan "clases medias". Hasta entonces, se había entendido que las
clases medias estaban constituidas por pequeños comerciantes, pequeños
empresarios o propietarios rurales con posesiones limitadas.
Pero la "nueva estructuración"
artificiosa que se inventaron los ingenieros del sistema iba a provocar efectos mágicos en el seno de no pocas sociedades
occidentales. Entre los asalariados mejor remunerados empezó a cundir la sensación
de pertenencia a una "nueva clase social" en ascenso, que tendía a
imitar las formas, costumbres y valores
de las élites realmente poderosas.
Sin embargo, la treta de los teóricos empeñados en ofrecer una cara más
amable al sistema capitalista era tan solo un espejismo que tenia las
patas muy cortas, como ahora la crisis ha terminado poner en evidencia. Y es que la clave para pertenecer a una clase
social u otra no reside, como estos sociólogos pretenden, en la cuantía de las percepciones mensuales, sino en
la relación que los individuos tienen con la propiedad de los medios de producción.
Si a cambio del trabajo desempeñado recibes un salario, serás siempre un
asalariado de cuyos emolumentos el patrón se encargará de arrancar las
plusvalías que engordarán sus beneficios. Las ilusiones que no pocos
trabajadores asalariados sustentaron durante años - generalmente
administrativos, profesionales, técnicos... - de haber abandonado las
filas del proletariado no fueron suficientes para que estas se
convirtieran en realidad. La arrasadora fuerza del tsunami de la crisis
ha servido para poner a cada uno en su lugar de la pirámide social. Otra
cosa es que los sujetos afectados por semejante conmoción hayan sido
capaces de asumirlo.
El hecho de que en los últimos decenios se produjeran unas condiciones
muy
especificas en el desarrollo del capitalismo y en la correlación de
fuerzas en
el planeta capaces de enmascarar aspectos de esa realidad, no implicó
que ésta
desapareciera. La clave de la bóveda que mantiene en pie el edificio del
capitalismo reside en la apropiación de las plusvalías resultantes del
proceso de trabajo por parte de los propietarios de los medios de
producción. Si tal apropiación no se diera la existencia del sistema
capitalista carecería de sentido.
LO QUE DICEN LOS DATOS DEL C.I.S. AL RESPECTO
Los datos que ofrece la encuesta del CIS
constatan que el 49,4% de los hogares españoles
viven con unos ingresos netos inferiores a 1.800 euros mensuales. Que un 15,2% de las familias ganan entre
1.201 y 1.800 euros al mes. Que las
percepciones salariales del 14,2 % están
comprendidas entre 901 y 1.200 euros. Las familias que ingresan más de 3.000
euros netos mensuales - en una media teórica de dos salarios de 1.500 euros- alcanzan
tan solo el 4,8%.
Nos encontramos, pues, ante unos
porcentajes reveladores que nos obligan a preguntarnos: ¿Dónde han quedado
aquellas "clases medias" sobre
las que los partidos de la
socialdemocracia vergonzante y los sindicatos amarillos lanzaron sus reclamos de conciliación de las clases
sociales?
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