Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, el viejo discurso oportunista de la “nueva izquierda” de toda la vida. Armando B. Ginés
La historia se repite:
prohombres de Izquierda Unida o ya fuera de la coalición o del entorno
de la izquierda sin adscripción, que han hecho carrera y notoriedad
pública con las siglas de IU o a su rebufo, piden el voto para el PSOE
con el propósito altruista de “derrotar a la derecha”, según el diario
El País. Lo harán de una manera mediática el próximo fin de semana en
una Conferencia Política del partido liderado por Rubalcaba.
El rosario de traiciones históricas o trasvases oportunistas de
personajes y grupos que han hecho carrera política desde el PCE e IU e
incluso desde las filas de CC.OO. es muy numeroso, con casos
especialmente sonados y amplificados convenientemente por el portavoz
oficioso del PSOE, El País: los carrillistas, Nicolás Sartorius, Antonio
Gutiérrez, Cristina Almeida, Diego López Garrido, Rosa Aguilar… Muchos
de los nombrados han sido recolocados como diputados, concejales, altos
cargos, consejeros o ministros del PSOE. Nadie se va sin recibir alguna dádiva o prebenda
en forma de escaño o responsabilidad institucional de mayor o menor
rango. Y eso sin mencionar a los artistas que han conseguido fama y
contratos al calor de las siglas PCE para poner una nota de progresismo
rojo en los comienzos de sus trayectorias profesionales.
Se dice como justificación por parte de estos próceres de ideología veleidosa clasemedia
que reforzando el ala izquierda de PSOE, todos ganamos. La historia
reciente, desde González a Zapatero, viene a demostrar que esos ingresos
de postín a bombo y platillo solo han tenido un efecto de mercadotecnia
electoral, que han servido para embaucar a una parte del universo
variopinto y desideologizado de la izquierda mediante ficciones
políticas sin contenido práctico alguno. El PSOE ha seguido avalando
reformas laborales regresivas y políticas económicas y fiscales de corte
neoliberal en sintonía con los poderes fácticos y el PP. Asimismo, ha
continuado adorando a la monarquía borbónica y rindiendo pleitesía al
Vaticano de manera sostenida y contumaz. Únicamente cuando está en la oposición, su discurso socialdemócrata se radicaliza, postura coyuntural para mantener la tensión estética de una democracia que funciona y sirve para algo más que apuntalar el statu quo del régimen capitalista.
Bien haría IU en proponer una conferencia constituyente alternativa,
audaz y valiente abierta a todos los pequeños grupos, personas sin
filiación y activistas de diverso signo anticapitalistas para agrandar
el espacio de una izquierda transformadora que nada tiene que ver ni
nada bueno puede esperar de un PSOE instrumento de la monarquía, la
transición y la dictadura de los mercados. Un espacio plural a su
izquierda, que presione a su electorado cautivo y a la abstención del
desencanto, es imprescindible para poder pensar razonablemente en
transformaciones sociales y políticas de hondo calado que vayan más allá de los meros retoques de ocasión de la fachada constitucional católico-capitalista en vigor.
Que el PSOE gane elecciones no quiere decir que la derecha las
haya perdido. Esa es la gran falacia que esgrime como enganche
publicitario la “nueva izquierda” de siempre. Lo que se persigue es
desactivar a IU y dejarla bajo mínimos para continuar la senda del
círculo vicioso e inoperante del bipartidismo hueco de PP- PSOE con los
apoyos de CiU y PNV, y con UPD de bisagra ambivalente por si los
cálculos electorales se desvían alguna décima hacia la izquierda real.
Ese es todo el programa de la “nueva izquierda”: que el PP no consiga la
victoria. Un viejo eslogan para evitar políticas transformadoras más
auténticas y solidarias con la clase trabajadora. Una vez en la poltrona
y los despachos enmoquetados, ya sabemos lo que da de sí el PSOE:
reconversiones salvajes, entrada en la OTAN, bases USA, olvido de la
memoria histórica y sumisión a la UE, el FMI y las tradiciones
vaticanas. En efecto, hizo una ley sobre el aborto, permitió las bodas
entre homosexuales, legalizó el divorcio… Lo apuntamos en su haber. Y lo
pudo llevar a cabo con el apoyo intenso y las manifestaciones de
presión de la izquierda social que incluso no le había votado. No es
mérito exclusivamente de la socialdemocracia. Pero en el terreno
económico y laboral, el PSOE es el alter ego del PP: más de lo mismo, lo mismo con otros eufemismos.
Extraña sobremanera que los aledaños y las huestes más cercanas a
Llamazares jueguen a dos bandas, manteniendo eso sí en la sombra táctica
a su líder carismático. No parece ético desde ningún punto de vista hacer la cama a la formación a la que representan en la actualidad.
Quizá suceda lo de siempre, que en las proximidades de los comicios
generales nos despertemos con algún titular grande en la portada de El
País, donde algún prócer de IU declare que se marcha al PSOE con los
viejos argumentos de toda la vida: en IU no hay democracia interna
suficiente, hay que impedir la victoria del PP, el PSOE aglutina el voto
útil y verborrea de tinte similar. Lo de Baltasar Garzón es otra cosa.
Es el típico caso de personalidad relevante, que con palabras radicales
es capaz de formar un capital político propio muy considerable que sirve
como moneda de cambio para encumbrarse como “independiente” a las más
altas esferas de la institucionalidad pública. Las hemerotecas están
plagadas de trayectorias iguales a la suya en las órbitas de la derecha y
la izquierda. Son activos singulares que insuflan aires nuevos a las
vetustas estructuras bipartidistas. En una legislatura suelen
amortizarse sin dejar rastro de su presunta “independencia” y buenas
intenciones. El viento de la realidad bipartidista los engulle por
completo. Nada nuevo, en suma, en la “nueva izquierda” de ahora mismo.
La operación de acoso y erosión de las expectativas de IU ya está en proceso.
Desde fuera y también desde dentro de sus propias filas y entorno
social. Nada nuevo; la historia se repite como farsa desde la transición
en momentos especialmente delicados para el sistema. El PSOE forma
parte del equilibrio del régimen capitalista: cuando corre peligro su
prestigio hay que debilitar todo lo que se mueve a su izquierda, a
porrazos policiales o con medidas sibilinas de política florentina de
salón. La gran coalición in pectore de PSOE y PP siempre se sale con la suya. Al menos, hasta la fecha.
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