por Antonio Torres
O tenemos muy presente que “reportajes” como el emitido el pasado
viernes por La Sexta sobre Marinaleda se incardinan dentro de esa gran
complejidad de elementos en continuo movimiento que es la lucha de
clases, o nuestra crítica se puede convertir en un simple grito moral
sin consecuencias prácticas en la lucha diaria
Con todo mi cariño revolucionario al pueblo trabajador de Marinaleda y a Juan Manuel Sánchez Gordillo
La lógica indignación se respira en el
ambiente y las caras de enfado no se pueden disimular a estas alturas.
De nuevo, como en 1980, Marinaleda está otra vez en el punto de mira, en
el ojo del huracán mediático. Aunque los contextos sean muy diferentes,
los motivos, prácticamente, siguen siendo los mismos: el papel del SAT,
antes del SOC, de Marinaleda, y de su alcalde Juan Manuel Sánchez
Gordillo tanto en la reactivación de la lucha obrera y popular contra la
crisis, como también de ejemplo de superación de la misma a través de
otras políticas económicas y sociales.
Es en este lugar donde debemos ubicar el
reportaje del programa Equipo de Investigación emitido por La Sexta el
pasado viernes 24 de mayo, lo cual nos lleva inevitablemente a la
cuestión de la agudización de la lucha de clases y de las diferentes y
muy variadas formas que ésta adquiere. Ha sido muy común tanto en el
movimiento comunista como en el movimiento revolucionario en general
reducir la lucha de clases a un mero conflicto obrero/patrón, o a lo
sumo, a convocatorias de huelgas generales como máxima expresión de esa
lucha de clases. Cuando Marx afirmaba que la historia de todas las
sociedades existentes hasta ahora era la historia de la lucha de clases
se refería no a las manifestaciones concretas de ésta, sino a mucho más,
se refería a la lucha por el poder, a la necesidad que tiene toda clase
social de constituir su poder y mantenerlo en el tiempo. En este punto,
hay que comprender la importancia de la ideología en la constitución y
prolongación en el tiempo del poder de una clase social, es más, en el
modo de producción capitalista, especialmente en su fase actual
imperialista, la lucha ideológica cobra una importancia estratégica,
vital, en el cual los medios de comunicación deben ser máquinas
perfectamente engrasadas y listas para producir “contenidos ideológicos”
que legitimen el poder actual y consigan la aprobación de la clase
obrera y los sectores populares oprimidos hacia sus opresores y
explotadores.
Teniendo en cuenta esta visión, más nos
vale desprendernos de toda interpretación mecánica de la lucha de
clases, es decir, de todos los apriorismos, y sobre todo, de tomar las
consecuencias como causas, especialmente en momentos de crisis sistémica
como los que estamos viviendo, ya que como decía Gramsci en sus
conocidos Cuadernos de la cárcel: “Los hechos ideológicos de masas
están siempre retrasados con respecto a los fenómenos económicos de
masas [...] el impulso automático debido al factor económico es
retardado, obstaculizado o incluso destruido momentáneamente por
elementos ideológicos tradicionales”. Igualmente, al respecto son fundamentales las siguientes palabras del gran comunista italiano:
“En realidad se puede prever “científicamente” sólo la lucha, pero no
los momentos concretos de ésta, que no pueden sino ser resultado de
fuerzas contrastantes en continuo movimiento, no reducibles nunca a
cantidades fijas, porque en ellas la cantidad se convierte
continuamente. Realmente se “prevé” en la medida en que se actúa, en que
se aplica un esfuerzo voluntario y con ello se contribuye concretamente
a crear el resultado “previsto”.
O tenemos muy presente que “reportajes”
como el emitido el pasado viernes por La Sexta sobre Marinaleda se
incardinan dentro de esa gran complejidad de elementos en continuo
movimiento que es la lucha de clases, o nuestra crítica se puede
convertir en un simple grito moral sin consecuencias prácticas en la
lucha diaria. La indignación ante la mentira, la manipulación o incluso
hasta la crueldad y la falta de escrúpulos con que es tratado Juan
Manuel Sánchez Gordillo en ese “reportaje” está más que justificada,
pero debemos ir más allá de la lógica indignación. Por tanto, si lógica
es nuestra indignación, lógico es también que el poder establecido de la
gran oligarquía imperialista española produzca “reportajes” como ese.
En realidad, es absurdo pensar que
nuestras acciones como Sindicato, que van mucho más allá de la defensa
inmediata de los derechos de los trabajadores, y que suelen ser
auténticos dardos que se clavan en el mismo corazón del régimen de la
oligarquía española, van a pasar desapercibidas para el poder; es
absurdo pensar que “vamos a salir de rositas” porque son acciones
“justas y legítimas” y encima llevadas a cabo con el mayor de los
cuidados. Hemos de ser conscientes de que nuestro delito no es otro que
luchar contra el poder establecido.
El creer que la justeza y la legitimidad
de nuestra lucha y reivindicaciones puede llevar a que ésta sea así
reflejada por los medios de comunicación es un grave error. El que
nuestras acciones sean recogidas por los grandes medios de comunicación
incluso ya de fuera del Estado español, o que los compañeros Diego
Cañamero o Juan Manuel Sánchez Gordillo acudan a platós de televisión
no nos debe hacer perder la perspectiva ni por un instante. Interesamos
mientras seamos “espectáculo”, mientras “demos juego”, nada más. Por
supuesto, eso debemos aprovecharlo políticamente, tal y como se está
haciendo, pero teniendo en cuenta la perspectiva indicada y sin hacernos
más ilusiones de las estrictamente necesarias, es decir, entramos en el
“juego” porque nos interesa, pero sabiendo que en ese “juego” las
reglas no las ponemos nosotros y que el terreno donde “juagamos” no es
el nuestro.
Dentro de esa lucha de clases, la
cuestión nacional andaluza tiene mucha más importancia de lo que en un
primer momento pudiera parecer. No se trata solamente de que el SAT sea
un sindicato de ámbito andaluz o de que Marinaleda está situada en
Andalucía, sin más consecuencias. La cuestión va mucho más allá, aunque a
algunos no les interese entrar en esta cuestión.
En el aspecto nacional hay una serie de
elementos que no debemos perder de vista: el primero de ellos nos remite
a la actualidad mediática y tiene que ver con la tenaz persistencia por
parte de los grandes medios de comunicación españoles en dar una
determinada imagen general de Andalucía y, particularmente, del mundo
rural y de los obreros del campo andaluz. Esto no es nuevo, es más bien
ya un tema recurrente; prácticamente, el “reportaje” de La Sexta hacía
hincapié en esa imagen de una Andalucía subvencionada y vaga, quizá lo
novedoso al respecto, hasta cierto punto, fue la imagen que se
proyectaba de Juan Manuel Sánchez Gordillo como si fuera un “cacique”,
pero “comunista”.
La cuestión de las subvenciones fue el
principal ariete contra el “modelo” de Marinaleda insistiéndose en la
idea de que sin subvenciones ese modelo sería impensable. Al respecto,
la manipulación fue bastante burda, ya que se daban datos
presupuestarios pero sin ser contrastados con las subvenciones que
reciben otros municipios vecinos a Marinaleda, como por ejemplo Estepa,
El Rubio o Herrera. Al respecto, los compañeros de Kaos en la Red han
hecho público una serie de datos que demostrarían que las transferencias
corrientes y de capital de otras instituciones a Marinaleda son
similares o incluso inferiores a la media andaluza
http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/58383-un-ejemplo-de-cómo-la-sexta-arremete-contra-la-izquierda-con-mentiras-marinaleda.html
Pero, podemos ir incluso un paso más allá: en el caso de que
Marinaleda esté recibiendo más subvenciones que otros municipios estaría
justificado, ya que Marinaleda, a diferencia de sus vecinos más
cercanos, ha arrastrado históricamente una serie de problemas y
deficiencias sociales estructurales que esos municipios vecinos no han
padecido o al menos no los han padecido con la misma crudeza que
Marinaleda. De cualquier manera, ¿algunos de estos “reporteros” de La
Sexta nos puede decir qué problema hay en destinar el dinero de las
subvenciones a mejorar la calidad de vida de una población?,
supuestamente para eso sirven, porque en ningún caso se pudo demostrar
desviación de fondos públicos, quizá era eso lo que estos “reporteros”
andaban buscando y para su desgracia no encontraron.
El segundo elemento, siguiendo la línea
de la actualidad mediática, aunque fundamentalmente el hecho de que
tanto Diego Cañamero como Juan Manuel Sánchez Gordillo den “juego”
mediático son por las acciones que desarrolla el SAT, no hay que dejar
de tener en cuenta que también lo son porque los medios de comunicación
pretenden presentarlos como “estereotipos”, es decir, como “los
comunistas de un territorio atrasado”, personajes pintorescos que tienen
su gracia y su chiste, son andaluces y para los españoles siempre
tenemos “nuestra gracia”, pero que, en todo caso, están fuera de lugar
en la España “moderna” del siglo XXI, hasta dan una mala imagen al
exterior, justamente en estos momentos en los que tanto se habla de la
marca España.
Es la cara y la cruz de entrar en el
“juego”, por un lado, nos da la oportunidad de llevar nuestro mensaje y
de abrir una brecha y eso es importantísimo, pero por otro, nos intentan
ridiculizar, estereotipar, desprestigiar y, cómo no, criminalizar.
El tercer elemento es de mucho más
calado. Aunque Marinaleda es un ejemplo que hasta cierto punto traspasa
fronteras, no es menos cierto que Marinaleda está inserta históricamente
en una realidad social, económica y cultural: Andalucía, que está
sufriendo una auténtica emergencia social, siendo el 36% de paro un solo
botón de muestra. Esta cuestión cobra aún mucha más importancia si
tenemos en cuenta el carácter soberanista andaluz del SAT y que el
Sindicato es muchas veces el “referente político” de la izquierda
soberanista andaluza, es decir, el punto de encuentro de las diferentes
sensibilidades del soberanismo andaluz, pero también de importantes
sectores de la izquierda revolucionaria y los movimientos sociales
contestatarios en Andalucía. Este hecho no pasa inadvertido para el
régimen español, sobre todo para sus servicios de información.
Marinaleda y el SAT pueden ser el banderín de enganche de un movimiento
popular de lucha por la soberanía nacional andaluza cuya meta sea poner
en práctica aquella mítica canción del grupo de rock sevillano
Reincidentes: “Andalucía entera como Marinaleda”, y eso, no lo
dudemos, es analizado y tenido en cuenta por los servicios secretos del
régimen español, no es ninguna “conspiranoia”, es muy real. Que la lucha
de clases en Andalucía adquiera esa politización que la reivindicación
nacional le puede dar supone un peligro muy considerable no solo ya para
el régimen español, sino para los imperialistas europeos y también
norteamericanos, con sus bases militares de Rota y Morón.
Quedaría una última reflexión a tener en
cuenta ya fuera de la cuestión nacional andaluza, este tipo de
“reportajes” no dejan de ser una cortina de humo, es decir, sirven para
desviar la atención. A muy poca gente se le escapa que actualmente en el
Estado español existe material inflamable sobre el que investigar y
arrojar luz, antes que intentar desmontar “el milagro de Marinaleda”.
“La lucha de clases se da también en
el terreno de las ideas, ya que las ideas burguesas contribuyen a
mantener la dominación de la clase explotadora sobre los explotados. La
burguesía logra imponer estas ideas debido a que, gracias a su poder
económico, controla las instituciones a través de las cuales se difunden
las ideas: radio, prensa, televisión, cine, escuelas, universidades,
etcétera. Las ideas de la burguesía penetran en todas las actividades de
la sociedad e incluso logran introducirse en los organismos de la clase
obrera si ésta no logra mantener una actitud de permanente vigilancia”, Marta Harnecker, “Clases Sociales y lucha de clases”, 1979.
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