¿De qué Garzón están hablando? (4 opiniones sobre un represor)

¿De qué Garzón están hablando? (4 opiniones sobre un represor)
 resumenlatinoamericano
escrito por Jose Mari Esparza, Carlos Aznárez, Joxerra Bustillo, Iñaki Iriondo



Baltasar Garzón, no sólo avaló torturas sino que se luce como un "buen cazador".

¿GARZÓN?

¿EL QUE ENVIÓ A CIENTOS DE MILITANTES VASCOS A LAS MAZMORRAS ESPAÑOLAS, EL QUE JUSTIFICÓ LA TORTURA, EL QUE SE BURLÓ DE LAS DENUNCIAS SOBRE MALTRATOS POLICIALES?

DE QUÉ GARZÓN ESTÁN HABLANDO?

BALTASAR GARZON NUNCA FUE TRIGO LIMPIO, MUY POR EL CONTRARIO, DETRAS DE SU ACCIONAR SE OCULTABA EL PODER REPRESIVO DE LOS DIFERENTES GOBIERNOS ESPAÑOLES CONTRA EL PUEBLO LUCHADOR VASCO.

POR ESO NO EXTRAÑA QUE AHORA, UN CORO DE PLAÑIDERAS, LE ACOMPAÑEN EL SENTIMIENTO AL JUEZ QUE HIZO DE LA JUSTIFICACION DE LA TORTURA UNA FORMA DE VIDA.

FRENTE A ESTA CONDENA DE HOY, LOS VERDADERAMENTE ANTIFRANQUISTAS Y ANTIFASCISTAS REFRESCAMOS LA MEMORIA DE QUIENES QUIEREN CONVERTIR A UN VERDUGO EN UNA VÍCTIMA.

Amig@s del pueblo vasco de Argentina
 
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Etxebeste y Garzón
por Jose Mari Esparza Zabalegi

Hay una canción vasca que habla de las grandes obras pías que hizo en su pueblo natal el hidalgo Etxebeste, enriquecido tras el tornaviaje de su encomienda en las Indias. La canción acaba mentando las desgracias, sangre y lágrimas que costó a los indios la bonhomía de Etxebeste. Los honores y la elevación a los altares del indiano, fueron el último escarnio para los indígenas que habían padecido su crueldad.

La historia se repite. Siempre hay quien intenta cubrir su pasado reinventándose en todo lo contrario. Al ladrón le place que lo tomen por honrado, al malvado por bondadoso, y al torturador que lo propongan para el Nobel de la Paz o lo nombren miembro del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura. Lo sorprendente es que en la era de Internet, cuando casi todo está escrito y publicado, haya gente (ignorante o malintencionada, elijan) que se deje engañar por estos reconvertidos a la virtud y al humanismo.

(“Cuando me quitaban la bolsa –cuenta Domingo Aizpurua- me aplicaban electrodos por todo el cuerpo: en la punta de los dedos de los pies, en los labios, en los pezones, en las manos, en los testículos, en el pene… durante toda la noche fue igual: primero la bolsa, luego los electrodos y de seguido los golpes… ante Garzón declaré todo lo que me hicieron”).

Para Baltasar Garzón, Etxebeste del siglo XXI, la encomienda de Indias comenzó en 1988, en la Audiencia Nacional Española, tribunal de excepción al que han calificado como la herencia más envenenada de la justicia franquista, al ser sucesora del famoso Tribunal de Orden Público. Miles de personas han pasado durante todos estos años por este siniestro organismo, sometidas a la incomunicación que posibilita la impunidad del tormento. El mismo Comité Europeo de Prevención de la Tortura (CPT), al que ahora pertenece Garzón, ha reclamado reiteradamente la abolición de esa forma de detención y lo mismo ha hecho Amnistía Internacional, el Comité contra la Tortura (CAT) y diferentes Relatores de la ONU, como Martin Scheinin.

(“Me los aplicaban por todo el cuerpo -cuenta el navarro Josu Unsión-. Era una breve descarga, una breve parada y otra vez a lo mismo… me quedaron sendas marcas en las sienes… Garzón me envió a la cárcel adonde vino a visitarme una Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo… a pesar del tiempo transcurrido los médicos pudieron comprobar las marcas de los electrodos en las sienes”).

Con los cientos de detenciones que ha promovido, Garzón es, sin duda, el juez europeo que más denuncias de tortura ha escuchado en estos años, sin que jamás hiciera nada que no fuera negarlas y ocultarlas. Pero estas denuncias no están, como en tiempos de Etxebeste, en antiguos e inaccesibles legajos de Indias, sino que se consiguen al minuto en las webs de las ONGs, periódicos, u organismos contra la tortura; en sumarios y juicios orales; en libros; en organismos internacionales, como el Tribunal de Estrasburgo. Esa izquierda española que aplaude al juez y lo nombra “referente de la ética y la democracia” ¿realmente creen que de esa forma dignifican a nuestros fusilados? ¿O ya han pasado, sin disimulo, a ser cómplices de lo que ocurre en la Audiencia Nacional?

(“Al día siguiente fue similar, -narra Encarnación Martínez- colocándome varias veces la bolsa, aplicándome electrodos, dándome golpes, simulacros de violación… Delante de Garzón, narré detenidamente todas estas salvajadas. Más aún, cuando le intenté enseñarle la marca que tenía en la espalda, ese juez tuvo el valor de decirme que no era nada importante. Y sí lo era: tuve que ingresar en urgencias en el Hospital, donde permanecí cinco días en estado muy grave hasta el extremo que me tuvieron que inyectar 27 litros de suero”).

No fueron sólo ciudadanos vascos: en 1992 durante los Juegos Olímpicos, Garzón detuvo a 40 jóvenes del independentismo catalán. Al final, fue el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el que el 2 de noviembre de 2004 sentenciaba que Garzón no había investigado sus torturas. Del trato recibido por los islamistas, que también derivó en condenas contra el juez-estrella, mejor no hablar.

(“Sufrí vejaciones sexuales y calculo que me desmayé cuatro veces en las sesiones de tortura –dice Eider Olaziregi- Todo se lo conté a Garzón, que lo escuchó con absoluta indiferencia. Luego quedé en libertad…).

Dueño de un poder ilimitado, otorgado por los mismos que hoy le juzgan, nuestro Etxebeste decidió que era hora de transformarse. El caso de Pinochet le dio proyección internacional y con el caso de las víctimas del franquismo, consiguió unir su imagen a una noble causa, pese a ser un digno descendiente de aquél régimen, que jamás se había preocupado antes en denunciar. Juzgado con su propia vara de impartir justicia, hoy Garzón se sienta en el banquillo de los acusados por varias delitos, alguno de ellos, como el de cobrar comisiones, nada noble. 

Etxebeste no sufrió otra justicia que la del Valle de Josafat, pero Garzón tiene muchas causas por delante, muchísimo más graves que las que encara en Madrid. El torturado tiene memoria larga. Es muy probable que, si un ápice de democracia se sostiene en Europa, y al socaire de la nueva situación en el País Vasco, algún tribunal europeo admita un día la denuncia formal, con nombres y apellidos, de los cientos de torturados que pasaron por él. Posiblemente, habrá un Gobierno Vasco que ratificará esas denuncias. Y en ese banquillo, siquiera en efigie, estará también esa sedicente izquierda, ciega, sorda e interesada, que dejó la memoria de sus muertos, nuestros muertos, en semejantes manos.

Jose Mari Esparza Zabalegi
Editor
DNI 72 653 606

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El juez Garzón es victima de su propia medicina
POR CARLOS AZNÁREZ
(escrito en el año 2010, pero de total vigencia hoy)

Baltasar Garzón, símbolo de la represión contra los luchadores vascos, tiene ahora dificultades con los mismos que lo han mimado y premiado hasta el cansancio.

El juez Baltasar Garzón empieza a recibir parte de la medicina que siempre él ha propiciado. Ahora, los tribunales continuistas del franquismo (como la Audiencia Nacional que tanto "brillo" le ha dado al superjuez) le advierten que no meta su narizota en investigar los crímenes del franquismo. La advertencia es clara: que no investigue a los inspiradores de quienes actualmente arropan a Garzón para que castigue sin piedad a los luchadores vascos.

Asustado porque puede dejar de ser una joya preciada de la corona, el juez pide auxilio a "demócratas" de su entorno y a la progresía mundial, y como el planeta está lleno de desmemoriados y "mal informados" (eso sí que no se lo cree nadie), ya ha recolectado una buena lista de adherentes. Entre ellos algunos respetables intelectuales como el gran poeta argentino, Juan Gelman, autor de un reciente artículo solidario con el juez, titulado "No se entiende".

"Garzón es mala hierba", dijo en su momento un hombre que lo conoció de cerca, el juez Joaquín Navarro, lamentablemente fallecido.
En ese sentido hay mucho para historiar. Un hombre que administra "injusticia" a pedido de quien lo contrata. Y es por eso, que se ha convertido con el tiempo en el buque insignia de la arremetida represiva contra el independentismo vasco y otros tantos luchadores que hayan osado desafiar al establishment español.
Garzón convalida la tortura, que habitualmente aplican las fuerzas policiales españolas a los jóvenes vascos que caen en sus manos. Garzón mira a un costado, sonríe cínicamente, bosteza y hasta se irrita si alguien le endilga este mal comportamiento, cuando en los juicios en su querida Audiencia Nacional, chicas y chicos, casi adolescentes, denuncian las barbaridades que le han hecho los guardias civiles o policías del Reino, picana en mano, aplicando el "submarino", practicando violaciones por doquier, utilizando alucinogenos suministrados por el Mossad sionista y otros tormentos por el estilo. Métodos estos, que buscan quebrar voluntades, machacar cuerpos, aterrorizar, e intentar convertir a los detenidos en delatores de sus propios compañeros.
No olvidar tampoco que Garzón es el hombre que no dudó en apoyar al presidente colombiano Uribe en su idea de acabar con la insurgencia por métodos "múltiples", con todo el alcance que encierra esa palabra.

Garzón estuvo también en Venezuela para solidarizarse con los gusanos anti chavistas y protestar por lo que llamó "violación de la libertad de prensa". Se refería así a la no renovación de licencia a la cadena golpista RCTV. Pero alli, no se las llevó de arriba y obtuvo una digna respuesta de su colega venezolana, la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estrella Morales: "Estamos frente a un juez que vino como un mercenario, que vino a parcializarse con una posición que no le estaba dada porque realmente debemos comprender que ya 500 años fueron suficientes, y que Venezuela no acepta, y su poder judicial menos, un neocolonialismo que venga a usurpar lo que es la competencia y la jurisdicción de nuestro país".
El propio canciller bolivariano, Nicolás Maduro, lo calificó de "triste y cobarde" y aseguró que "el Señor Garzón con sus posiciones sobre el proceso revolucionario venezolano no tiene nada que envidiarle a Aznar y a Bush". Más claro, agua.

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Garzón no cerrará mas periódicos
por Joxerra Bustillo

He seguido desde la distancia la peripecia judicial del juez de instrucción Baltasar Garzón. Desde que ordenó la clausura del diario “Egin” y la emisora “Egin Irratia”, allá por julio de 1998, no es santo de mi devocion, por razones obvias. Para quien no lo sepa, fui uno de los periodistas damnificados por aquel cierre y varios compañeros de trabajo y amigos permanecen hoy en la cárcel con motivo de aquella operación made in Garzón.
La sentencia que se ha conocido hoy, por la que se inhabilita y separa de la carrera judicial a este hombre, supone un gran alivio. Ya no ordenará el cierre de más periódicos. Ya no ordenará más escuchas a abogados de presos. Ya no seguirá haciendo lo que le venga en gana, como ha hecho hasta ahora. Incluida su cínica postura ante las innumerables denuncias de tortura realizadas cara a cara por presos vascos.

No soy ingenuo. Sé perfectamente que quienes lo han denunciado son una cuadrilla de sinvergüenzas relacionados con tramas de corrupción, pero si el axioma de que el fin no justifica los medios debe prevalecer, Garzón también debe cumplirlo. En el caso de los abogados de presos vascos siempre se ha saltado ese principio. Se han grabado las conversaciones de los abogados con sus defendidos como norma habitual. Garzón, y otros jueces de instrucción como él, han actuado a su antojo, amparados en la razón de Estado.

El paradigma ha cambiado cuando esa práctica ilegal y antidemocrática les ha sido aplicada a abogados de detenidos de alto estanding, implicados en la trama Gürtel. Garzón se pasó de listo y pinchó en hueso. Se creía, como el Borbón, intocable, cuando se había labrado una interminable lista de enemigos. Y se ha quedado fuera de su querida Audiencia Nacional, para siempre.

En el caso de las víctimas de la Guerra Civil, guiado por su megalomanía enfermiza, ha intentado abrir una Causa General contra el franquismo. Un loable afán, si no fuera porque se ha acordado tarde de las víctimas y se ha saltado a la torera los pactos que los antecesores de quienes ahora le jalean -léase el PCE y el PSOE- suscribieron a escondidas con los franquistas reciclados, encabezados por Suárez y Fraga. Esa Causa General debió ser abierta a instancias de un primer gobierno democrático tras la muerte de Franco, incluyendo entre los acusados a su sucesor en la Jefatura del Estado, pero nunca se hizo, y de aquellos polvos estos lodos.

Por otra parte, da lástima esa “izquierda garzoniana”, que olvida todos los atropellos protagonizados por este juez estrella, y se agarra como clavo ardiendo a su paripé contra Pinochet y su guiño judicial a los que reclaman, con dignidad, la memoria histórica de los derrotados. Una “izquierda” patética, incapaz de plantar cara a una Constitución monárquica infumable, verdadero obstáculo para una verdadera regeneración democrática del Estado español. Siempre les quedará la opción de auparlo de líder carismático cara a las próximas contiendas electorales.

Pero más allá de esas miserias políticas, lo significativo, lo que tiene verdadero relieve, es que un juez de instrucción que ha protagonizado a lo largo de su carrera en la Audiencia Nacional incontables irregularidades, ha sido, por fin, puesto en su sitio por sus compañeros del Tribunal Supremo y además por unanimidad. Seguro que en la sentencia han podido influir prejuicios personales y políticos contra él, pero esa circunstancia es el pan nuestro de cada día en esas instancias.

Retirado de la primera linea de combate en defensa del Estado, por su propia prepotencia, el juez que elaboró la teoría del “todo es ETA” acaba su carrera profesional, saliendo por la puerta de atrás. Ahora lo único que deseo es que su reciclaje profesional no tenga nada que ver con Euskal Herria y sus gentes. Viviremos más tranquilos.

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Carta abierta a Jabier Salutregi y Teresa Toda
periodistas y prisioneros políticos vascos gracias al Juez Garzón
por Iñaki Iriondo

Os escribo para deciros que en cuanto he tenido conocimiento de la condena a Baltasar Garzón mi primer recuerdo ha sido para vosotros. Y no solo porque si al juez le hubieran parado antes los pies prevaricadores nunca nos habrían cerrado «Egin» y tampoco se habrían producido muchas de las tropelías que ha cometido en Euskal Herria. Lo que me llama la atención, lo que irrita sobremanera, es que a este juez, por hacer mal su trabajo a sabiendas, lo condenen a una multa de 2.520 euros y once años de inhabilitación durante los que podrá seguir dando lucrativas conferencias por el mundo; mientras que a vosotros -Teresa, Jabier- por hacer bien vuestro trabajo en un periódico os tienen en la cárcel.
Esa izquierda ha hecho suya la idea antidemocrática de que no hay que juzgar los actos sino a las personas. Como los implicados en la trama Gürtel son sinvergüenzas y malos -lo que todos podemos compartir-, el juez que los investiga puede hacer lo que le venga en gana. Como la transición española fue un insulto y una traición a las víctimas de la dictadura con el que colaboraron PSOE, PCE y otra variada sopa de letras, ahora se buscan «héroes» y «villanos» que limpien conciencias. Si todavía las cunetas están llenas de cadáveres no es porque no apareciera un Garzón antes, sino porque la Constitución española se pactó de forma que siguieran enterrados por toda la eternidad, mientras sus asesinos se mantenían en los centros de poder político, económico e ideológico.
Y precisamente esa concepción de que se debe juzgar a las personas y no los actos os tiene todavía a vosotros encerrados. A ti, Teresa, en Córdoba. Y a ti, Salu, en Burgos. No había en vuestra actuación profesional nada reprochable penalmente, salvo que el periódico que dirigíais era «Egin», que había un presidente de Gobierno llamado José María Aznar que quería demostrar que se atrevía a cerrarlo y un juez -hoy oficialmente prevaricador- que necesitaba encarcelar personas por «pertenencia» para justificar esa clausura. También en eso le quitó la razón el Supremo. También en eso tarde.
Besos y un fuerte abrazo a los dos y a los demás. 
 

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