La oscura trastienda de Mercadona
A
Juan Roig, presidente de Mercadona, le agrada sacar pecho. El pasado 7
de marzo presentó en Puzol (Valencia) el balance de resultados de la
empresa correspondiente a 2011. El éxito no admite cuestión: 474
millones de euros de beneficios (un incremento del 19% respecto al año
anterior)...
En
su particular día de la victoria , Roig se explayó a gusto: “cada vez
hay más bazares chinos porque tienen la cultura del esfuerzo que no
tenemos en España”; “Estoy completamente de acuerdo con la reforma
laboral, yo habría ido mucho más lejos”; “cada uno de los españoles
tiene que preguntarse qué puede hacer por el país”; y una última perla :
“o sube la productividad o baja el nivel de vida”.
Quiso
el azar que por las mismas fechas la revista Forbes publicase la lista
de multimillonarios de 2012. El presidente de Mercadona figuraba como
tercer hombre más rico del estado español y el número 223 del mundo, con
un patrimonio que ronda los 4.700 millones de dólares y que incrementó
en un 62% durante el último año.
Mercadona
es una compañía de distribución con capital 100% español, que cuenta
con 1.357 supermercados repartidos en 46 provincias, según informa la
Web de la empresa. Más de 4,5 millones de hogares realizan diariamente
la compra en las tiendas de Mercadona, donde trabajan 70.000 personas
con contrato indefinido. Desde sus orígenes, la compañía de Roig ha
pretendido vincularse a la idea de “confianza”, a partir de un modelo de
gestión con dos principios rectores: “calidad total” y “siempre precios
bajos”.
Esta
“calidad total” se extiende teóricamente a los “recursos humanos”. De
hecho, “el trabajador es el segundo objetivo de la empresa, tras el
cliente”, se sostiene en la Web de Mercadona. Ejemplo de todo ello sería
la generalización del contrato indefinido a toda la plantilla, el pago
íntegro del sueldo en caso de incapacidad laboral, unos salarios que
superan la media del sector y la inversión destinada a formar a los
empleados (450 euros por trabajador en 2011).
Hasta
aquí la mercadotecnia, cuyo éxito parece evidente pues fuera de la
empresa pocos cuestionarían la idea de que Mercadona “trata muy bien a
sus trabajadores”. Pocos negarían asimismo la condición de Juan Roig
como empresario ejemplar y hombre de negocios hecho a sí mismo. Sin
embargo, el autor de este artículo ha conversado con varios trabajadores
de la distribuidora (unos en plantilla, otros despedidos por diferentes
circunstancias) que han manifestado un punto de vista alternativo al
que ofrece Mercadona en su marketing .
La
organización del trabajo en los supermercados de la cadena se establece
por “métodos”. Tareas de reposición, cobro en caja, limpieza de un
pasillo, decoración, todos es mesurable y cuantificable en función de
los más de 500 “métodos” estipulados. Se controlan al detalle tiempos y
ventas. Se regula el número de productos que los trabajadores han de
vender, en la línea de caja o en las diferentes secciones, de ahí que
muchas veces tengan que dirigirse a los clientes casi como agentes
comerciales. En caso de que no se cumplan los métodos, el coordinador
(una figura central en todo el engranaje) puede amonestar o sancionar al
empleado. El coordinador es también el encargado de someter a presión
–a veces asfixiante- a los trabajadores y velar porque se satisfacen los
objetivos.
Una
de las medidas estrella de Mercadona y que mejor ha vendido Roig a la
opinión pública son las condiciones del permiso de maternidad, que en su
empresa se amplía a cinco meses (frente a las 16 semanas estipuladas
legalmente) con el sueldo íntegro. Los problemas llegan, sin embargo,
cuando la trabajadora se reincorpora al puesto de trabajo tras el parto,
y pretende acogerse a la reducción horaria que establece la legislación
laboral.
En
estos casos, aseguran las fuentes consultadas, Mercadona rechaza de
manera automática la propuesta de la empleada (la remite a los “horarios
de parrilla”, es decir, los normales en la empresa), en lugar de
intentar un acuerdo. Así las cosas, si la trabajadora necesita realmente
un horario específico (y acogerse a los derechos recogidos en el
Artículo 37.6 del Estatuto de los Trabajadores), no tiene más remedio
que reclamarlo por la vía judicial, con la pérdida que ello implica en
tiempo y dinero a la espera de la sentencia firme. En estos casos,
aseguran fuentes consultadas, “la empresa no te despedirá pues está muy
clara la cobertura legal, pero sí te harán la vida imposible hasta que
vuelvas al horario que según ellos te corresponde, no el que has ganado
en juicio”.
“
En Mercadona no hay absentismo laboral”, ha proclamado ufano Juan Roig
en más de una ocasión. ¿Cómo lo consigue? Mediante mecanismos de presión
con los que se pretende acortar y reducir al máximo las bajas
laborales. Según los trabajadores consultados, los médicos de la empresa
y la mutua que opera con Mercadona intervienen activamente en estos
procesos. Así se traslada a la opinión pública la idea de que los
trabajadores nunca se ponen enfermos ni padecen accidentes. No es
extraño el caso de empleados, aseguran las mismas fuentes, que, por el
hecho de seguir las orientaciones del médico de la seguridad social, han
recibido un burofax en su domicilio en el que se les informaba del
despido. Así, de paso, se aleccionaba a los compañeros de tienda sobre
los peligros de la indisciplina. Otra fórmula adoptada por la cadena
para disminuir las bajas consiste en acercar el lugar de residencia de
los trabajadores a los supermercados.
Otra
cuestión son las condiciones en que se produce la reincorporación al
puesto de trabajo tras el periodo de baja. Una empleada asegura que tras
pasar una semana en casa por una contusión en el pie, el coordinador la
reconvirtió a la función de cajera pues así no tendría que moverse.
Otra trabajadora de la sección de horno, cuya tarea habitual consistía
en la descarga de congelado a -24ºC, se lesionó y contrajo una hernia
discal. Tras los días de reposo prescritos por la mutua (de manera
ilegal), volvió a su lugar de trabajo donde sufrió una recaída y, con
ello, otra hernia discal una vértebra más arriba. Asegura que el
coordinador le espetó: “la culpa es tuya; tienes las hernias porque
quieres; tu sitio ahora es la cola del INEM”.
Ponerse
enfermo tampoco es oportuno si el empleado aspira a cobrar la “prima
por objetivos”, retribución equivalente a un sueldo que la empresa
ingresa a los trabajadores el mes de marzo, siempre con dos condiciones:
que se hayan satisfechos los objetivos de venta y gestión previstos
para el año en curso; y que el trabajador supere una entrevista de
valoración personal que realizan los coordinadores de los centros.
Además de que la entrevista, según confirman algunos trabajadores,
“resulta totalmente subjetiva”; si el empleado se encuentra de baja o en
reposo prescrito por la mutua, la empresa le invita a pedir el alta
médica voluntaria. En caso de no hacerlo, puede suspender la valoración
y, en consecuencia, perder la “prima por objetivos”.
Mercadona
se pretende asimismo una empresa “cercana” y de “confianza”, pero
también “familiar”. Y lo es, no sólo por la presencia (muy notable) de
la familia Roig en la dirección de la compañía; Es familiar, también,
porque no resulta extraño encontrar a varios miembros de una misma
familia como empleados. Esto da lugar a que, en caso de conflicto entre
un trabajador y la empresa (por ejemplo, exigir cualquiera de los
derechos recogidos en el convenio o en el Estatuto de los Trabajadores)
familiares cercanos puedan verse perjudicados. Asimismo, se concibe la
actividad empresarial de un modo “corporativo” y “paternalista”, donde
no tiene cabida el conflicto entre capital y trabajo, y donde a los
empleados se les adoctrina para que sientan la empresa como propia. A
ello se agrega una tradicional política antisindical, que impide la
defensa activa de los derechos de los trabajadores.
En
este contexto, el día a día en el supermercado puede volverse difícil.
Así lo explica una de las trabajadoras preguntadas –que, como los
compañeros consultados para este artículo, opta por el anonimato-. Lleva
8 años trabajando en Mercadona: “aguanto todo lo que me echen y eso que
te aprietan por todas partes. Al final convives con la presión y las
circunstancias. Hay quien se medica para soportarlo, mientras que otros
terminan por acostumbrarse. Es así, no hay otra. Te insisten en que lo
gestiones todo como si fuera tu propia empresa, que te identifiques al
máximo con Mercadona; me pregunto además quién fija los tiempos de
trabajo, pues a nadie le da tiempo de cumplirlos. Muchas veces has de
entrar a trabajar antes de lo que marca tu horario. Tampoco puedes
abandonar tu puesto para ir al médico especialista, si no cambias el
turno con un compañero”.
Añade
que el cumplimiento de los objetivos es casi un diktat . “El
coordinador actúa como un negrero ; no se puede tirar ningún producto a
la basura; antes de que caduquen, los trabajadores nos vemos forzados a
comprarlos; hay que cumplir objetivos”. A otra trabajadora la
despidieron mientras estaba de vacaciones, con 12 años de antigüedad en
la empresa. ¿El motivo? Bajar el precio del pescado (era responsable de
la sección de pescadería) para evitar tirarlo al contenedor, “algo que
aunque formalmente no esté permitido, habíamos hecho en muchas
ocasiones”. Esta única falta ocasionó su despido. Nunca antes tuvo un
problema en Mercadona, asegura. Una vez despedida, la empresa le ofreció
3.000 euros por los 12 años de trabajo. En el juicio, seis
excompañeros, coaccionados por la empresa y aleccionados previamente por
sus abogados, testificaron contra ella por temor a represalias (es éste
un fenómeno habitual en los juicios por despido contra Mercadona).
Finalmente el juez declaró “procedente” un despido que hoy está en fase
de recurso.
Otro
extrabajador relata cómo, tras una década de trabajo en Mercadona, fue
despedido hace dos años mientras se encontraba de baja por ansiedad.
Laboraba en el reparto a domicilio cuando se rompió la muñeca.
Incorporado antes de plazo para que la empresa se ahorrara el coste de
la baja, padeció una recaída que le obligó a pasar otra vez por el
quirófano. Cuando volvió al trabajo, le trasladaron a otra tienda (en la
sección de alimentación), donde –según relata- el coordinador le hizo
la vida imposible. Pidió entonces, como consecuencia del acoso, la baja
por ansiedad y el traslado de tienda. La empresa rechazó la petición y
le planteó un ultimátum: “o continúas en la tienda o llegamos a un
acuerdo de despido”. Al final se llegó a un acuerdo por el que el
empleado percibió 45 días por año trabajado.
La
empresa tampoco da facilidades para compaginar el trabajo y los
estudios oficiales. “Teniendo derecho a licencia retribuida para asistir
a los exámenes finales en la universidad, mi superior más directo
pretendía que molestara a mis compañeras para que me cambiaran el turno,
a lo que me negué. Intentaron, cada vez que tenía un examen, hacer
creer al resto de mis compañeros que saldrían más tarde por mi culpa;
incluso llegaron a decirme que eligiera entre trabajar o estudiar, pues
las dos cosas eran incompatibles”, cuenta otra trabajadora.
Además
de vender las condiciones laborales en sus tiendas, Mercadona insiste
en otra idea fuerza a la hora de presentar su gestión a la opinión
pública. Ofrece productos “frescos”, “de calidad” y “siempre a precios
bajos”. Pero no se explica el modelo de distribución que subyace a estas
consignas, que Mercadona comparte con el resto de grandes compañías
distribuidoras. Según la activista y especialista en soberanía
alimentaria, Esther Vivas, el paradigma actual (en el que un puñado de
grandes empresas controlan más de la mitad de los alimentos que se
compran en el estado español) “promueve una agricultura industrial,
intensiva e insostenible, en el que el agricultor cada vez cobra menos
por su producto y el consumidor paga más; es la gran distribución quien
se lleva la diferencia”.
En
el artículo “La distribución moderna: la invasión de los supermercados”
(“Viento Sur”), Vivas agrega que nuestra alimentación “se basa en el
consumo de alimentos cada vez más lejanos, con la consiguiente
contaminación medioambiental, y la pérdida de información sobre el
origen y el modo de producción de los mismos. Además, se induce a la
estandarización y uniformización productiva”. Una mera ojeada a las
estanterías de Mercadona permite alcanzar productos de los cinco
continentes: almejas (Chile), calabaza (Panamá), gambón (Argentina),
banana (Ecuador), coco (Costa de Marfil), judía plana (Marruecos) y piña
(Costa Rica), entre otros.
Mientras,
la realidad sigue su curso a pesar de la crisis. Según informaciones de
El País, el presidente de Mercadona, Juan Roig, obtuvo una retribución
total de 3,8 millones de euros en 2011, un 73% más que en el año
anterior. La retribución del Consejo de Administración de la compañía se
incrementó un 50% en el mismo año (de cuatro a seis millones de euros);
Por otra parte, el conjunto de altos directivos pasó de percibir un
total de 12 millones de euros en 2011, frente a los 9 millones del año
anterior (una media de 360.000 euros por directivo). ¿Los nuevos
emprendedores?
Tomado de inSurgente
Tomado de inSurgente
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